La pequeña Rose desea fervientemente la Muñeca-Más-Linda-del-Mundo que su austera abuela nunca le comprará, sueña con mundos exóticos y lejanos a través de las verdes babuchas que su tío Franz le trae tras su paso por la guerra, ama la única rosa roja que crece en el alféizar de su ventana y con la que imagina viajar a Nueva York y mientras, en el estanque del jardín, nada y se esconde la bella ninfa Raquel.
Es ésta una primera infancia al abrigo de los cedros junto a la sinagoga, bajo la tutela de una abuela severa y del abrazo cariñoso de un abuelo protector. Rose crece feliz, ajena a la Gran Guerra que acaba dejando tras de si tantos muertos, hasta que su padre viene a buscarla. Empieza así, una nueva vida junto a él, junto a su madre y hermanos, en otro pueblo donde crecerá y descubrirá la realidad de la vida. Tan dura, tan injusta.
“El mundo en que viví” de Ilse Losa, publicado por Hércules de Ediciones es ya un clásico de la literatura portuguesa, país en el que la autora alemana de origen judío buscó refugió huyendo del nazismo. Y no es de extrañar que se haya convertido en un clásico porque lo que cuenta y cómo lo cuenta es una lectura deliciosa, recomendable para lectores de todas las edades.
Es éste el mundo de entreguerras, con el triunfo del nazismo empezando a desplegar su terror , visto a través de los ingenuos pero inteligentes ojos de una niña que despierta a la vida y trata de entenderla. El despertar a la adolescencia con todo lo que ello comporta, buenos y malos descubrimientos, añoranzas, pérdidas de los seres queridos, recuerdos inolvidables y una realidad que empieza a mostrar los primeros síntomas de la amenaza del racismo y el rechazo hacia los judíos.
Fotografía de Boulevard literario
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