lunes, 9 de enero de 2017

"Nada crece a la luz de la luna", Torborg Nedreaas

Un único escenario: una habitación con dos personajes, una mujer con una maleta que bebe y fuma sin parar mientras va desgranado su historia y un hombre que la escucha.

"Nada crece a la luz de la luna" de la escritora noruega Torborg Nedreaas, publicada por errata naturae es un largo monólogo que mantiene el tono dramático de principio a fin, sin la más mínima tregua para la alegría o el más pequeño resquicio de esperanza.

Es la confesión desgarrada y desesperada de una mujer que lo ha perdido todo...en el supuesto de que alguna vez hubiera tenido algo. Es un lamento desesperanzado de una vida malgastada y perdida en la búsqueda frustrada del amor. Un repaso a una existencia plagada de sinsabores y tragedias en la cual, no hay redención posible porque la protagonista se muestra incapaz de saber gestionar sus emociones y se aferra a un amor tan ciego como tóxico.

Nedreaas escarba y remueve en las entrañas de un personaje femenino que además de entidad propia, encarna posiblemente a muchas mujeres noruegas de los años 40, condicionadas por su clase social, la precariedad laboral y económica, faltas de educación y cultura y expuestas fácilmente al abuso físico y emocional por parte de sus parejas. Lamentablemente, una situación que se puede extrapolar todavía en nuestros días en la mayoría de países del mundo, por lo que esta novela, de factura narrativa notable, es además vigente como lectura actual por el interés de los temas que trata.

Ni tan siquiera sabremos el nombre de esta mujer herida por la vida, porque quizá la intención de la novela no sea tanto la construcción e importancia del personaje como tal, sino como encarnación de un colectivo, la voz de la denuncia de la desigualdad social y de género.

Nedreaas se muestra dura y contundente en esta implacable denuncia de usos y abusos de la sociedad noruega, pero en el fondo, esa misma denuncia conlleva un alegato por la vida, por la dignidad y el derecho a la existencia del ser humano que en muchos casos es negado por conveniencias sociales, económicas y políticas. A este respecto, son especialmente escalofriantes los pasajes dedicados al tema del aborto, con los que acierta a transmitir al lector un terrible sentimiento desgarrador, tanto en sentido literal como emocional.

Igual que con la impecable "Las sillitas rojas" de Edna O'Brien, también publicada por errata naturae, "Nada crece a la luz de la luna" es un ejemplo de cómo la literatura de calidad puede cumplir perfectamente una función de denuncia y análisis de los problemas sociales sin perder un ápice de interés literario. Porque ante todo tenemos entre nuestras manos un brillante artefacto literario que funciona de manera eficiente como novela de ficción y a la vez tenemos un texto que nos sacude y nos hace reflexionar sobre temas y situaciones que forman parte de nuestro mundo.

Pero además, la historia permite una lectura más intimista y simple. Es una historia de amor, o mejor dicho, de la búsqueda y el anhelo de amar y ser amado, de compartir y ser correspondido. A lo largo de todo el periplo vital de la protagonista, se percibe un hondo sentimiento de soledad que tan solo se ve a veces compensado por la compañía de esa vibrante naturaleza y el imponente paisaje noruego "De pronto oí el mar de una manera a la que no estaba acostumbrada en Gruben. Y de repente supe que a partir de entonces escucharía aquel mar constantemente, y bueno, pensé: "Ya tengo a alguien, ya tengo a alguien con quien poder hablar; porque ya tengo al mar". ¡Oh! No sabía cuántas cosas terribles le iba a contar a mi único amigo íntimo durante mucho tiempo"(p.106)

Y es que, "Al fin y al cabo, es lo único que anhelamos, el calor de otro ser a nuestro lado" (p.13)... Una aspiración universal con la que cualquiera puede sentirse identificado y que Nedreaas ha sabido plantear en esta novela merecidamente convertida ya en todo un clásico de la literatura noruega.



Fotografía del Boulevard literario








miércoles, 4 de enero de 2017

Un año literario

El mes de Enero suele ser siempre mes de propósitos, más o menos asequibles y realistas, que a lo largo del año se cumplen o se desvanecen y se olvidan en un rincón de nuestra buena voluntad.

Quizá la clave del éxito para que los proyectos lleguen a buen puerto, resida en que sean eso, propósitos, y no despropósitos; que nos planteemos pequeños retos o planes que, dentro de la ilusión o las ganas, estén a la altura de nuestras expectativas.

Una muy buena propuesta para los que amamos la literatura y somos buenos lectores podría ser programarnos un año literario. Es muy fácil y os garantizo, muy motivador.

En primer lugar, hay que hacerse con una agenda. Cualquiera sirve, pero obviamente si es literaria como las de errata naturaeAlba Editorial o Blackie Books, mucho mejor.

El segundo paso consiste en conectarse a Internet y recabar información por las páginas de bibliotecas, centros culturales, librerías...de vuestro pueblo o ciudad (y de otros lugares si tenéis previsto viajar). En estas páginas web y/o en sus facebooks, podréis encontrar cursos, talleres, conferencias, clubs de lectura...de pago o gratuitos. Os sorprenderá la variada oferta que suele haber y seguro que alguna actividad encajará con vuestros gustos.

Una vez seleccionadas las citas que os interesen solo hay que anotarlas en la agenda y tenerla a mano para ir consultando cada mes o semana lo que habéis previsto y para ir planificando lecturas si os apuntáis a algún curso o club de lectura que las requiera.

Más fácil y motivador, imposible. ¿Os animáis?




                                                               Imagen vía Pinterest