martes, 28 de julio de 2015

Oda al verano, Pablo Neruda

ODA AL VERANO
Verano, violín rojo,
nube clara,
un zumbido
de sierra
o de cigarra
te precede,
el cielo
abovedado,
liso, luciente como
un ojo,
y bajo su mirada,
verano,
pez del cielo
infinito,
élitro lisonjero,
perezoso
letargo,
barriguita
de abeja,
sol endiablado,
sol terrible y paterno,
sudoroso
como un buey trabajando,
sol seco
en la cabeza
como un inesperado
garrotazo,
sol de la sed
andando
por la arena,
verano,
mar desierto,
el minero
de azufre
se llena
de sudor amarillo,
el aviador
recorre
rayo a rayo
el sol celeste,
sudor
negro
resbala
de la frente
a los ojos
en la mina
de Lota,
el minero
se restriega
la frente
negra,
arden
las sementeras,
cruje
el trigo,
insectos
azules
buscan
sombra,
tocan
la frescura,
sumergen
la cabeza
en un diamante.

Oh, verano
abundante,
carro
de
manzanas
maduras,
boca
de fresa
en la verdura, labios
de ciruela salvaje,
caminos
de suave polvo
encima del polvo,
mediodía,
tambor
de cobre rojo,
y en la tarde
descansa
el fuego,
el aire
hace bailar
el trébol, entra
en la usina desierta,
sube
una estrella
fresca
por el cielo
sombrío,
crepita
sin quemarse
la noche
del verano.

Pablo Neruda  




lunes, 27 de julio de 2015

"Las bibliotecas atraen a los locos, eso es así. Sobre todo en verano..."

"Las bibliotecas atraen a los locos, eso es así. Sobre todo en verano. ¡Ah!, claro, si cerrasen las bibliotecas en vacaciones, dejaríamos de verlos. No más locos, ni pobres, ni niños solos, ni estudiantes suspendidos, ni abuelitos, ni cultura, ni humanidad. ¡Cuando pienso que algunos alcaldes se atreven a cerrar las bibliotecas en el mes de agosto! Todo para ahorrar gastos de mantenimiento. Qué barbaridad. Figúrese: en una ciudad agobiada por el calor, cuando los sueldos son insuficientes, las tiendas están cerradas, las piscinas abarrotadas, los bolsillos vacíos, tus angustias agazapadas en la sombra y el asfalto reblandecido, cuando la casa de la cultura podría tender la mano a todos esos hijos perdidos en el océano de la sandez urbana, pues no, el señor alcalde cierra las puertas de la biblioteca. El muy infame. ¿Qué hará el abuelito en el mes de agosto? Yo se lo diré: se despertará el martes, se montará en el único autobús del día, caminará lentamente, paso a paso, hasta la puerta de la biblioteca y, una vez allí, cuando la víspera se había imaginado un agradable día climatizado hojeando sus periódicos preferidos, una vez allí, como una puñalada por la espalda, como el golpe de Estado del 18 de brumario, mi abuelito verá en la puerta el cartel traicionero: CERRADO HASTA SEPTIEMBRE. Y luego Durkheim se sorprende, de que haya más suicidios en verano… Es tan triste. No hay nada más triste que una biblioteca vacía. Quiero decir, una biblioteca abierta pero despoblada. Aunque eso pasa en cualquier época del año. Entonces te quedas como el tío Gilito plantado en su montón de oro. Porque, por muy dura que haya sido con usted, la verdad es que ¿qué haríamos nosotras sin los lectores?"

Fragmento de "Signatura 400", Sophie Divry , Blackie Books

Fotografía de : http://photography.londoneater.com/2010/09/old-man-reading-the-ft-in-the-library/













jueves, 23 de julio de 2015

"Vivimos a ras de suelo..."

"Vivimos a ras de suelo, en lo llano, y sin embargo aspiramos a elevarnos. Terrestres, a veces ascendemos tan alto como los dioses. Algunos se elevan por medio del arte, otros con la religión; la mayoría, con el amor. Pero al elevarnos también podemos caer en picado. Hay pocos aterrizajes suaves. Podemos rebotar en el suelo con tal fuerza que se nos fractura una pierna y somos arrastrados hacía una vía férrea extranjera. Cada historia de amor es en potencia una historia de aflicción. Si no al principio, más tarde. Si no para uno, para el otro. A veces para ambos.

Entonces, ¿por qué aspiramos continuamente al amor? Porque el amor es el punto de encuentro entre la verdad y la magia. La verdad, como en la fotografía; la magia, como en los globos aerostáticos."

Niveles de vida, Julian Barnes, ed.Anagrama 




miércoles, 1 de julio de 2015

Siempre lecturas no obligatorias

En 1996 se otorgó el Premio Nobel de Literatura a la poeta polaca Wislawa Szymborska.
Para hacerse una idea de este merecido galardón solo hace falta leer y saborear "Paisaje en un grano de arena", por elegir algo representativo de su obra poética.
Pero no hablaremos hoy de poesía, sino de prosa, y, concretamente de la tercera selección de textos y reseñas literarias que ha ido publicando Ediciones Alfabia.
Primero fueron "Lecturas no obligatorias", después "Más lecturas no obligatorias" y más tarde, llegaron "Siempre lecturas no obligatorias" que es el volumen que acabamos de leer.
Os lo recomendamos por diversos motivos: por el impecable y fluido estilo narrativo de Szymborska, por su ingenioso y agudo sentido del humor, por sus amplias y variadas inquietudes culturales y, por si no tenéis aun motivos suficientes, por aproximarnos a una literatura, la polaca, bastante (por no decir, totalmente) desconocida por nuestros lares.
Leyendo a Wislawa aprendemos sin apenas darnos cuenta, no solo sobre libros y literatura, sino sobre cultura en general: filosofía, pintura, música, Naturaleza...Un variado abanico de inquietudes que dan pies a sugerentes reflexiones que, en más de una ocasión nos dejan con una sonrisa en los labios, como la del fragmento que reproducimos a continuación, perteneciente a la reseña del "Breve diccionario de escritores ilustres".
Gracias Wislawa por habernos dejado tanto antes de irte...


“…¡Más de doscientos rostros! ¿Pero cuál de ellos podría definirse como el característico para un escritor?¿Hay realmente alguna apariencia arquetípica para él?¿Alguna arruga predominante, un mentón característico, alguna verruga que indique la voluntad de escribir? Me vino a la mente el capitán del barco Beagle, un fisionomista que no quería subir a Darwin a bordo, porque la nariz del joven naturalista evidenciaba por lo visto una personalidad titubeante. Sobre los escritores no se sabe aún mucho más. Los bonachones ofrecen un aspecto patológico; los impulsivos, corderil; y las almas eminentemente sensibles se materializan en las fotos como si estuviesen en busca y captura. Puede que no todos, pero ¡qué más da al fin y al cabo! La mayoría tiene aspecto de cualquier cosa menos de escritores. Balzac parece un posadero; Joyce, el contable de una funeraria; Eliot, el director de una clínica psiquiátrica; y Heinrich Mann, un farmacéutico que ha decidido envenenar a toda la población. Igualmente caprichosos son los parecidos. Becket tiene el mismo perfil que Jerzy Kwiatkowski, Goethe me recuerda de manera asombrosa a mi abuela, y observando a France y a Tagore se hace difícil creer que no fueran gemelos univitelinos. Por ese motivo, incluso los parecidos de los escritores consigo mismos parecen una trampa: ¿por qué Chesterton se parece al aspecto que debería tener Chesterton y Tolstói y Voltaire? La belleza es también una cuestión sumamente dudosa. Cualquier monstruo puede dar con un solícito retratista, de la misma manera que un querubín con un fotógrafo horrible. En cualquier caso, de toda la galería, Conrad me parece el más apuesto, y no lo digo sin cierto orgullo patrio. En el podio podemos situar también a Melville y a Hemingway. Absolutamente fuera de concurso se encuentra Ibsen por espectro atormentado de un peluquero chiflado. ¿Pero que puede extraerse de todo eso? Nada, absolutamente nada. Justo la conclusión que me proponía…”