Efectivamente, ésta es "una historia de la luz" y a su vez, la historia de un muchacho soñador, atrapado por sus inquietudes artísticas y poseedor de una sensibilidad muy especial que busca expresarse a través del dibujo, de la imagen, de la fotografía.
Es ésta la historia de Frantisek Drtikol, uno de los fotógrafos más importantes de la primera mitad del siglo XX cuya obra, reconozco, no conocía y a la que he llegado gracias a esta espléndida biografía novelada de Jan Nêmec, publicada por errata naturae.
De la mano de Nêmec, y escrita desde una poco usual pero original segunda persona narrativa, acompañamos a Drtikol desde su más tierna infancia en un pueblo minero checo hasta su vida adulta como fotógrafo profesional en Mattas, Múnich y finalmente, en Pribam. Desde esos nueve años escasos en los que lo vemos dibujar absorto y fascinado con un lápiz que le regala su padre y que él cree que contiene todos los trazos imaginables del mundo hasta ese fotógrafo profesional que monta su estudio para ganarse la vida, asistimos al paso de la juventud a la madurez, la pérdida de la inocencia, los primeros contactos directos con la muerte, los primeros presagios y ensoñaciones espirituales, los primeros deseos, las primeras frustraciones...pero siempre con una constante que permanece inalterable en el interior del joven Drtikol: la más febril e inquieta de las aspiraciones posibles de un artista, la búsqueda de la belleza a través de la fascinación por la luz.
Drtikol aprende el oficio de fotógrafo en un momento histórico en el que la fotografía adquiere una gran importancia, especialmente por lo que se refiere a retratos personales y familiares. Pero nuestro joven artista intuye más posibilidades que las de plasmar simplemente la realidad convencional, ajustada al puro encargo y deseo del cliente. Intuye y aprende a través de los grandes maestros fotógrafos de la época que se pueden captar imágenes diferentes, buscar y jugar con la luz y sus efectos. Fascinado además por el cuerpo y las formas femeninas, desarrollará una obra con un estilo propio, innovador y vanguardista, en el que los desnudos femeninos tendrán un gran protagonismo.
El joven Frantisek pasará y superará la Gran Guerra, enfermará gravemente de pulmonía y llegará a la treintena sintiendo que no ha conseguido nada en la vida. Son continuos sus fracasos amorosos, fallidas sus experiencias con las mujeres de las que se enamora, su trabajo... parecen haber entrado en vía muerta a la vez que va creciendo su obsesión por la búsqueda de la verdad, la luz y la belleza, no importa el orden, tres obsesiones que persigue incansablemente y que parece nunca llegará a alcanzar.
A lo largo del texto, va tomando cuerpo la idea de la fugacidad del tiempo, la imposibilidad de retener momentos, personas, imágenes, la vida misma...todo pasa inexorablemente, todo acaba, desaparece y quizá sea esa certeza la que guía a Drtikol a lo largo de su vida, tras el objetivo de su cámara. Ya adulto, conocerá el éxito profesional, gracias a sus fotografías de desnudos, que serán más o menos censuradas, pero a pesar de realizarse como artista, seguirá fracasando a nivel personal, se separará de su esposa, la bailarina Erva Kupferová con la que tendrá una hija y buscará respuestas en teorías místicas y espiritistas.
Debo reconocer que me han interesado especialmente los primeros años de la vida de Frantisek, hasta su juventud, ya sea por las propias experiencias que se narran como por el tono que emplea Nêmec, más intimista. Resulta difícil mantener la atención del lector durante casi 500 páginas y en algún momento, las largas disertaciones espirituales o la falta de acción me han frenado el avance ágil de la lectura. No obstante, es una biografía novelada sólidamente escrita y con una minuciosa caracterización del protagonista, de sus tensiones emocionales y sus inquietudes artísticas, y una buena aproximación al panorama histórico y cultural de la antigua Checoslovaquia de la época.
Fotografía de Boulevard literario