Mucho gusto, Mario Benedetti
"Se habían encontrado en la barra de un bar, cada uno frente
a una jarra de cerveza, y habían empezado a conversar al principio, como es lo
normal, sobre el tiempo y la crisis; luego, de temas varios, y no siempre
racionalmente encadenados. Al parecer, el flaco era escritor, el otro, un señor
cualquiera. No bien supo que el flaco era literato, el señor cualquiera, empezó
a elogiar la condición de artista, eso que llamaba el sencillo privilegio de
poder escribir.
-No crea que es algo
tan estupendo -dijo el Flaco-, también hay momentos de profundo desamparo en lo
que se llega a la conclusión de que todo lo que se ha escrito es una basura;
probablemente no lo sea, pero uno así lo cree. Sin ir más lejos, no hace mucho,
junté todos mis inéditos, o sea un trabajo de varios años, llamé a mi mejor
amigo y le dije: Mira, esto no sirve, pero comprenderás que para mí es
demasiado doloroso destruirlo, así que hazme un favor; quémalos; júrame que lo
vas a quemar, y me lo juró.
El señor cualquiera quedó muy impresionado ante aquel gesto
autocrítico, pero no se atrevió a hacer ningún comentario. Tras un buen rato de
silencio, se rascó la nuca y empinó la jarra de cerveza.
-Oiga, don -dijo sin pestañear-, hace rato que hemos hablado
y ni siquiera nos hemos presentado, mi nombre es Ernesto Chávez, viajante de
comercio -y le tendió la mano.
Imagen de Ruth Diskin Films.
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