domingo, 30 de diciembre de 2018

Relojes en la habitación de mi madre, Tanja Stupar-Trifunovic

"Quizá habría que empezar por la infancia. Las improntas de la infancia son mucho más profundas, como la planta de un pie sobre el cemento fresco. Ahora ya solo dejan huellas de barro, fáciles de borrar. Hace tiempo que soy una plaza adoquinada, un paseo terminado junto a la orilla, una acera asfaltada junto a la carretera, todo en mí se ha endurecido. Los pasos de los demás ya no dejan huellas profundas. El pasado es una casa en la que acaban algunas ideas inadecuadas, presentimientos opresivos como paredes sobrecargadas de cuadros" 

Hay libros que requieren un cierto esfuerzo para entrar en ellos, para descifrar su código y navegar entre sus páginas. Historias que desconciertan, que nos hacen dudar si vamos o no a entenderlas porque la primera toma de contacto es extraña, no acabamos de entender qué intenta contarnos.

Pero vamos avanzando dejándonos llevar por nuestro instinto lector, porque olemos ese inconfundible aroma a literatura fresca, profunda, diferente; sentimos una poderosa e inevitable atracción que nos abre los sentidos y nos seduce con el lirismo de las palabras, la poesía que impregna el texto. Y poco a poco la lectura fluye y no para. Nos dejamos llevar, sin pretender entenderlo todo, esquivando obstáculos impuestos por la lógica narradora. Y es que la narración de "Relojes en la habitación de mi madre" de esta extraordinaria escritora nacida en Croacia y de nombre difícil de recordar, Tanja Stupar-Trifunovic, que nos ha descubierto la editorial Tres Hermanas se estructura a través de distintas voces, distintas perspectivas, en fragmentos y pedazos que van encajando y dando una cierta unidad al pensamiento y las emociones de una mujer, que a su vez son muchas mujeres, la que escribe, las que viven en el texto, las que lo leemos...todas. Porque en esta historia, mujeres, esposas, amantes, madres, hijas.. todas compartimos algo que nos identifica, nos une y nos hace sentir menos solas.

"Relojes en la habitación de mi madre" me ha sacudido varias veces, me ha estallado en la cara con sus verdades y su sinceridad, cruda y visceral. Madre, hija...pero por encima de todo, mujer. ¡Qué gran lectura y qué placer encontrar verbalizado de manera tan exacta y poética lo que una siente o ha sentido alguna vez! ¡Qué brillante alternancia de voces narrativas: la propia escritora, la madre y la del personaje inventado llamado Ana (nombre que no creo sea casual cuando en el texto se cita a Ana Karenina o a Hanna Arendt)! 

Su autora es poeta y eso se trasluce claramente en su estilo evocador y sugerente, que permite tratar temas tan diversos e interesantes como el de la mujer en la antigua Yugoslavia, el amor, el desamor, el maltrato conyugal, el anhelo de huida, las intensas y complejas relaciones materno-filiales, la dificultad comunicativa en el matrimonio, el deseo de huir y realizar los sueños que todas llevamos dentro. Es ésta, sobre todo, la búsqueda de una voz, una identidad, la reivindicación del yo femenino que se oculta dentro de todas y cada una de la mujeres del mundo, y como esa búsqueda y esa reivindicación del ser y la voz femeninos se lleva a cabo mediante la escritura.  Hay tantos temas y tantas capas de lectura que urge releer el texto, colorearlo con post-it y subrayar desde una simple frase a párrafos enteros. 

Si sois sensibles, si apreciáis el lenguaje realista pero con un toque poético, si amáis la buena literatura, esa que se escribe con mayúsculas, que remueve y zarandea...y sobre todo, si sois mujeres, no dejéis pasar la oportunidad de leer esta verdadera joya que espero tenga todo el éxito que merece.



Fotografía de Boulevard literario     

miércoles, 26 de diciembre de 2018

"La vuelta al mundo del rey Zibeline", Jean-Christophe Rufin

¿Qué tienen en común obras y autores cómo "La isla del tesoro" de Robert L. Stevenson, "Moby Dick" de Herman Melville, "Viaje al centro de la Tierra" o "La vuelta al mundo en ochenta días" de Julio Verne, "Colmillo blanco" de Jack London, "Robinson Crusoe" de Daniel Defoe o "Sandokán" de Emilio Salgari? Todos ellos y muchos más que se podrían añadir a la lista son grandes clásicos de la literatura, leídos generación tras generación por todo tipo de lectores, ávidos de buena narrativa pero, especialmente, ávidos de aventuras. Y es que todas las novelas que he seleccionado como ejemplo son novelas de aventuras, novelas con héroes, villanos, marineros, piratas, aventureros de todo tipo y pelaje que surcan mares, descubren islas, sobreviven en selvas, y viven las más increíbles y maravillosas aventuras en parajes exóticos y lejanos.

Hoy en día, hay quién podría cuestionarse la validez y vigencia de este género literario cuyo imaginario se vea posiblemente superado por el cine y los videojuegos, por esa explosión de efectos especiales y sagas interminables de odiseas galácticas y superhéroes del espacio a los que se entregan con devoción incondicional millones de seguidores en todo el mundo. Hoy en día, ¿alguien sigue leyendo novelas de aventuras "como las de antes"? Y lo que es aun más importante, ¿alguien sigue escribiendo este tipo de literatura con el mismo nivel de calidad? He de confesar que desconozco la situación de este tipo de ficción narrativa dentro del panorama literario actual, pero lo que sí puedo garantizar es que "La vuelta al mundo del rey Zibeline" de Jean-Christophe Rufin, publicada por Armaenia editorial, no sólo recuerda al gran Julio Verne por el título sino porque despliega una biografía ficcionada que nada tiene que envidiar a los grandes clásicos. No es casualidad que Rufin sea miembro de la Academia Francesa y que haya ganado distintos premios literarios de la importancia del Goncourt, otorgado ya en dos ocasiones. Su estilo y su prosa, su manera de narrar, de describir ambientes y personajes, de transportarnos a países y lugares desconocidos, combinando hábilmente ficción y realidad dan como resultado una espléndida novela de aventuras de esas que atrapan desde el primer momento y no te sueltan hasta el final.

Al igual que el viejo Benjamin Franklin, que al principio de la novela se arrellana en su sillón, con el fuego de la chimenea encendido y una taza de té humeante, dispuesto a escuchar esta extraordinaria vuelta al mundo por boca de sus protagonistas, yo os recomiendo seguir su ejemplo y disfrutar este invierno, desde la comodidad de casa, de esta trepidante y maravillosamente escrita novela de aventuras. 



Fotografía de Boulevard literario     

martes, 18 de diciembre de 2018

"Heridas del viento", Virginia Mendoza

"Si Adán y Eva no hubiesen sido expulsados del Edén -que durante siglos se imaginó a los pies del Ararat-, raramente aquel lugar, imaginario o no, seguiría llamándose Paraíso. El exilio amarra al exiliado al presente. Hay algo romántico en el desterrado que convierte al pueblo armenio en un pueblo de poetas y al Ararat en poesía"


Hay también un cierto halo poético en este libro, publicado por La Línea del Horizonte, ya desde su mismo título, "Heridas del viento", unas "Crónicas armenias" a través de las cuales, su autora Virginia Mendoza recorre los pueblos, aldeas y caminos de esa gran desconocida, olvidada, incomprendida e ignorada tierra que es Armenia, castigada por el hombre y la Naturaleza, por guerras y terremotos. Un país de apenas tres millones de habitantes que ha sido perseguido por gobiernos opresores, imperios que han invadido sus territorios, masacrado a sus hombres y violado a sus mujeres; políticos que miran hacia otro lado o que intentan hacerse con el gobierno del país mientras el pueblo lucha por consolidar la democracia y superar un pasado marcado por el impresionante genocidio en el que perdieron la vida más de un millón de armenios.


Pero éstas no son unas crónicas políticas, sino humanas, tremenda y llanamente humanas, porque la que escribe, periodista y antropóloga, vive y convive con los armenios, habla con ellos y sobre todo, los escucha; se sienta a su mesa y come y bebe con ellos, comparte sus risas y sus llantos, les ayuda a cavar la tierra y juega con sus niños, anda por sus caminos, respira su mismo aire y aprende a descifrar su lengua. El roce no podrá engendrar otra cosa que cariño y así, a través del conocimiento y el respeto, Virginia Mendoza vuelca en el papel las vidas armenias y las inmortaliza con tinta y papel para que no se pierdan, para que de alguna manera se eternicen y no se olviden.


A través de estas crónicas, conoceremos a seres humanos tan entrañables como esa pareja centenaria tan enamorada, Moses e Iskuhi, que tratan de sobrellevar su dramático pasado entre risas cómplices y mucho amor; al ciego Pavel y los religiosos molokanes, a la discreta Asya que "cuenta su vida en base a muertes de sus seres queridos", a mujeres valientes como la anciana Arevaluys...y tantos otros cuyas historias estremecen, emocionan, duelen y conmueven a partes iguales.


Mendoza transmite tal empatía por todo lo que retrata y lo cuenta con tanta exactitud que uno puede imaginarse perfectamente situación y personajes pero además, enciende en nosotros la chispa de la curiosidad que empuja a poner cara a los protagonistas de estas historias y a querer ver y saber más de ellos. Por fortuna, tenemos la posibilidad, que os recomiendo encarecidamente, de complementar esta interesante lectura con el estupendo blog de la misma autora titulado "Cuaderno armenio" (https://cuadernoarmenio.wordpress.com), en el que encontraréis fragmentos del libro, fotografías y videos, como el que la autora dedica a la artista armenia Lusik Aguletsi de la que os transcribo unas palabras muy acertadas que dan mucho que pensar. Conocer la propia cultura y la de pueblos ajenos al nuestro nos descubren que todo está conectado. Leed "Heridas al viento" y os daréis cuenta hasta qué punto.


"- Yo creo que cada mujer en el mundo tiene que conocer su cultura a fondo, de principio a fin; de dónde viene y a dónde va. Si conoce su cultura, lo conoce todo. Si una cultura no tiene pasado, no tiene futuro. Si conoces la cultura maya, conoces la cultura armenia. Nuestra cultura es muy antigua. Antes teníamos matriarcado. Tras adoptar el cristianismo lo perdimos todo. Pero algunas personas todavía podemos mantener algo. Los americanos sí lo perdieron todo. Al menos nosotros solo perdimos el oeste de nuestro país, que ahora pertenece a Turquía. Si quieres conocer a fondo la cultura de un país tienes que conocer la de los mayas -insiste- y la historia más antigua. Solo así llegarás a conocer la tuya. Renoir es Renoir y "mi" Renoir, igual que Armenia es Armenia y "tu" Armenia. Todo está conectado..."



Fotografía de Boulevard literario    



sábado, 15 de diciembre de 2018

"Maloca, Maloca" Michela Sonego

"Mientras balanceo mi insomnio en la hamaca, pienso que aquí todo es tan extraño y tan distinto que, en lugar de asombrarme por las diferencias, me sorprendo al reconocer sonidos, gestos y expresiones familiares. ¿Es posible que los grillos que ahora están cantando en la selva hagan el mismo cricrí que hacen en casa en verano? ¿Y por qué un padre yanomami se preocupa de la misma manera que un padre italiano? ¿Por qué sus ojos almendrados tienen la misma expresión  de angustia y temor cuando llega la noche y cree haber perdido a su hijo? Qué extraño es ver a una niña que se agarra a una mazorca de la misma manera que nuestras niñas se agarran a sus muñecas y ver a un viejo que se avergüenza  de bajarse los calzoncillos delante de una mujer, justo como le ocurriría a uno de nuestros viejos en el pueblo.
No hay nada que hacer. Estas personas son tan diferentes, tienen costumbres tan alejadas de las nuestras, que me llevará tiempo dejar de maravillarme cada vez que vea cómo su cara adquiere nuestras mismas expresiones, siendo el testimonio de preocupaciones y de sentimientos idénticos."


Entusiasmo, tenacidad, fuerza, vocación...pero ante todo, humanidad. La voz de Michela atraviesa la verde selva amazónica y hace una llamada a la humanidad entera para dar testimonio de que todas las civilizaciones de la Tierra, desde las más avanzadas a las más primitivas compartimos mucho más de lo que a simple vista parece. El miedo, el dolor, el odio, el amor, la alegría...son emociones y sentimientos comunes a todos los seres humanos y esta joven pediatra italiana que convivirá en las selvas brasileñas del Amazonas junto a los menudos e imprevisibles yanomamis, dará testimonio de ello en este entretenido e interesante "diario de a bordo" titulado "Maloca, Maloca. Una pediatra en la Amazonia" publicado por Altamarea ediciones con el que inaugura "Sotavento" una nueva colección de ensayos que promete ser como mínimo igual de interesante que su colección de narrativa italiana.


De manera sencilla y clara, Sonego nos va contando sus vivencias, su experiencia como pediatra en un mundo salvaje y remoto  regido por otras leyes y costumbres muy distintas a las suyas. Durante el tiempo que la pediatra italiana trabajará atendiendo la salud de los yanomamis sucederán anécdotas graciosas, algunos acontecimientos sorprendentes, otros tristes, peligrosos, incomprensibles...pues la percepción y la idea de la relación entre hombres y mujeres de esta peculiar tribu amazónica no siempre serán fáciles de entender desde la óptica civilizada y feminista de alguien como Sonego. No obstante todo lo va contando con delicadeza, admiración, ternura y un respeto tremendo por el otro, aunque en ocasiones la venza la indignación y la rabia por lo que percibe injusto y cruel, ya sea el maltrato que sufre en ocasiones la mujer yanomami o el asesinato de recién nacidos que sus madres no quieren. 


"¡Ay, estos yanomamis! Tienen miedo de la oscuridad pero castigan a sus mujeres con tizones incandescentes, abrazan con ternura a sus hijos y matan a los neonatos no deseados, lloran de nostalgia por sus parientes y no dudan en golpear a quien es más débil. No son buenos, no son malos, solo están más cerca que nosotros de la naturaleza. Y la naturaleza no es buena ni mala. La naturaleza es bella y al mismo tiempo brutal, dulce y violenta a la vez; hace brotar la vida en todas sus formas y, un momento después, siembra la destrucción y la muerte"


Mi interés por la labor médica y humanitaria de Sonego, después de leer este libro, me llevó a buscar más información en internet y lo poco que encontré sobre ella me conmovió mucho. Tras su experiencia por la Amazonia y después de colaborar en distintos países con Médicos sin Fronteras, acabó investigando y dando clases en la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid ciudad en la que falleció. Tenía 54 años y una caída fortuita paseando por las calles madrileñas le ocasionó una conmoción cerebral que hubo que intervenir de urgencias. Un paro cardíaco acabo con su vida en pleno quirófano.
Triste final para una mujer valiente que superó todo tipo de adversidades en plena selva y acabó por encontrar su final en el civilizado asfalto de una capital europea. Para no olvidarla no se me ocurre mejor homenaje que leer "Maloca , Maloca"




Fotografía de Boulevard literario   

lunes, 10 de diciembre de 2018

"Vana respuesta", Rosamond Lehmann

Lo primero que sorprende al leer esta novela es que fuera la primera escrita por Rosamond Lehmann cuando contaba tan solo 26 años. ¡Menudo debut en el mundo de la narrativa! ¡Para quitarse el sombrero!

Claro que eran otros tiempos, que Lehmann, nacida en 1901, se crió en el seno de una típica familia británica acomodada en la que además se vivía una intensa actividad social e intelectual, que creció leyendo a los grandes poetas y novelistas británicos del siglo XIX (Keats, Shelley, Austen, Gaskell…)y que se empapó de la obra de dos grandes autores norteamericanos: Henry James y Edith Wharton; cierto que por su mansión familiar en Bound End, Buckinghamshire desfilaban personalidades de la talla de Wilkie Collins o del mismo Charles Dickens, que el padre de Lehmann era editor de la revista satírica "Punch" y uno de los fundadores de la famosa "Granta" en la que la misma Rosamond llegó a publicar algún artículo y por si todo este estupendo caldo de cultivo para desarrollar aptitudes como escritora no fuera suficiente, Lehmann fue amiga de los miembros del Círculo de Bloomsbury, especialmente de Virginia Woolf.
Uno deduciría que con semejante entorno a Rosamond Lehmann no le quedaba otra opción que ser una gran escritora pero para ser honestos, si no hay un cierto talento y mucho trabajo, el ambiente no basta para producir libros como éste que ahora mismo tengo entre manos: "Vana respuesta", tercer libro traducido al castellano de Lehmann que nos llega gracias a errata naturae y un debut novelístico extraordinario que en el momento de su publicación, en 1927 fue un éxito no exento de cierto escándalo por la manera entre insinuante y explícita con la que la autora plantea los deseos e inclinaciones de su protagonista. Pero vayamos por partes.

Formalmente, el estilo de Lehmann es trabajado, brillante; una prosa que fluye rica en descripciones de atmósferas y paisajes, un minucioso análisis de los personajes, un recorrido a fondo por el interior de la protagonista y un interesante juego con el punto de vista narrativo, que oscila entre la 3ª persona de un narrador omnisciente a una 2ª que interpela de manera directa e íntima al personaje principal.

Toda la historia gira en torno a la joven Judith Earle, hija única de un padre que fallece pronto y una madre que vive ajena a las necesidades emocionales de su hija. A pesar de estar dotada de un físico agraciado y una situación económica más que acomodada, Judith vive aislada en su caserón, tímida, ingenua y tremendamente insegura. Todo empezará a cambiar con la llegada, a la casa vecina, de unos chicos de su edad, 4 primos (dos de ellos hermanos), 3 chicos y una chica con los que empezará a relacionarse y a desarrollar una fascinación obsesiva. La novela se irá construyendo a través de las distintas relaciones que Judith irá estableciendo con cada uno de sus vecinos. atracción, rechazo, admiración, amor pasión... Con cada uno de ellos iniciará una historia que irá forjando el carácter de Judith y la irá haciendo madurar a marchas forzadas. Y planeando sobre sus experiencias emocionales y sensuales, emergerá la figura arrolladora de Jennifer, compañera de universidad que marcará de manera especial la vida y el corazón de Judith.

"Vana respuesta" es una novela para leer despacio, para releer párrafos y saborear descripciones, esas que remiten a la prosa intimista, musical y plástica de "La Sra.Dalloway" de Virginia Woolf. Lehmann nunca alcanzará a la inigualable Virginia pero solo por escribir antes de los 30 esta novela, y habiendo leído las que escribió después, se merece un lugar destacado entre los mejores escritores británicos de su época.



Fotografía de Boulevard literario




viernes, 23 de noviembre de 2018

Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos de Ben Marcus con unos pinitos de pedantería a cargo de Rubén Martín Giráldez

Agudo, brillante, inteligente y socarrón, el escritor norteamericano Ben Marcus afila bien el lápiz (o lo que es más probable, pone en marcha su ordenador) y se lanza a la defensa de la literatura experimental, atacada por críticos y autores inscritos en la tradición más puramente realista como Jonathan Franzen, al que se dirige de manera especial.
Marcus coge aire, respira hondo y desmenuza sin piedad  las críticas -que no la obra- que el autor de "Las correcciones" dedica a la literatura que se desmarca de los cánones realistas y que tiene por ejemplo a William Gaddis como representante.


Vaya por delante una aclaración personal: lo máximo que he podido leer de narrativa experimental es el postmoderno "El arco iris de la gravedad" del enigmático Thomas Pynchon que reconozco, me costó lo suyo. Intenté seguir con "La broma infinita" del mítico Foster Wallace pero desistí. Será que mi área de Wernicker, esa de la que Marcus habla al principio de su ensayo y que sitúa bien pertrechada en el lóbulo temporal izquierdo de nuestro cerebro y que al parecer es la encargada de la comprensión de la lengua, está en mi caso demasiado acostumbrada a la tradición literaria realista y por qué negarlo, está cómoda y feliz en ella. No obstante, el hecho de que haya vida más allá del realismo me parece fantástico, necesario incluso, y por supuesto, de lo más respetable. Así que me adhiero a la causa de Ben Marcus en defensa de todo tipo de expresión literaria aunque no  se adscriba al purismo realista o a la búsqueda del lector mayoritario. El encono de Marcus contra Franzen es comprensible, y dice mucho de Marcus que no ataque a la producción literaria de Franzen sino a su labor como crítico. Por lo que cuenta del autor de "Las correcciones" parece que mantiene una férrea e intransigente postura frente a las propuestas narrativas menos convencionales de otros autores. ¿Por qué? ¿Qué motivo puede tener un escritor reconocido y respetado como Franzen para atacar una propuesta literaria minoritaria, que no representa amenaza alguna la tradición realista firmemente arraigada y consolidada en nuestra cultura? Hay algo que Marcus obvia y creo yo que podría ser el meollo de la cuestión. Debo señalar que hace ya algún tiempo leí "Libertad" del Sr.Franzen y aunque no me disgustó, me costó terminar. Tiene unas ínfulas (no exentas de talento) por hacerse con el disputado titulo de "Gran Novela Americana" que me resultaron cansinas y algo remanidas. Una buena novela, sí; notable, magnífica, ambiciosa...lo que queráis pero asentada en unas bases repetidas y algo gastadas. Tomando esta línea creativa es normal que alguien como Franzen desprecie lo que no se ajusta a su modo de entender y expresar la literatura. Lo que se aparte de la línea del modelo convencional de "Gran Novela Americana" no tiene valor y por extensión, lo que suponga al lector convencional un esfuerzo extra en el acto de la lectura, merece reprobación y condena.


Pero vamos a ver, ¿es Franzen el modelo lector a seguir? Marcus se sorprende y arremete contra tal arrogancia y no es para menos. Me gustaría que el autor de "Libertad" leyera el ensayo que acompaña al de Marcus en este pequeño y suculento volumen, esos "pinitos en pedantería" de Rubén Martín Giráldez. Sería digno de ver, primero si es capaz de "descifrar el contenido de este rabiosamente enrevesado y retórico texto y captar la asombrosa capacidad de autocrítica y sentido del humor que tiene.


Sin duda, una interesante propuesta publicada por Jekyll & Jill que hará las delicias de los grandes lectores que no cierran puertas a ningún tipo de propuestas literarias. 



Fotografía de Boulevard literario     


viernes, 2 de noviembre de 2018

"La memoria del aire", Caroline Lamarche

"...siento que hay en mí una grieta donde el sol no penetra jamás, un lugar helado y frío del que ignoro hasta el nombre." (p.34)

Dividida en dos partes, "La memoria del aire" de Caroline Lamarche, recién publicada por Editorial Tránsito, arranca con un sueño: la narradora y protagonista de esta historia desciende por un barranco y encuentra el cadáver de una mujer, en la que se reconoce veinte años más joven. El texto podría interpretarse como un viaje interior, la búsqueda de una respuesta, un exorcismo de los fantasmas del pasado y de ciertos episodios vividos que hay que afrontar y superar. Si es posible llegar a superar nunca ciertas cosas...

Entre lo real y lo imaginado, lo onírico y la evocación, la protagonista nos va desvelando su pasado, marcado por una relación, pretendidamente amorosa, con el que ella alude como Deantes, un individuo arrogante, egoísta y amenazador que vuelca sus frustraciones como escritor en los repetidos maltratos hacia su pareja. Se establece así una de tantas relaciones peligrosas de dependencia, de amor malentendido, corrompido por la violencia física y psicológica. 
Por si misma, esta primera parte podría funcionar de manera independiente de la segunda, tanto por lo que cuenta como por el tono y el estilo que tiene. Perfectamente estaríamos leyendo un relato largo o una novela breve, con un tema bien desarrollado, un trama y un desenlace que acabaría en el capítulo 16. No haría falta añadir más...aunque la segunda parte irrumpe con toda la contundencia de lo que falta por contar y completar la historia, dándole todo su sentido.

El estilo formal y el tono difieren en ambas partes. Concisa, rápida y casi periodística, la última parte de la novela va directa al grano, nos expone un suceso violento y doloroso sufrido por la narradora y lo hace de manera bien clara para que nos impacte y duela al máximo, para que nos solidaricemos con ella, la entendamos y nos indignemos. Lo consigue, vaya que sí. 

Pero volviendo a la primera parte, y sin perder nunca de vista que tenemos entre manos un texto de denuncia, a nivel literario la primera parte es sencillamente espléndida. Evocativa, sugerente, en algunas imágenes y metáforas, incluso poética. Hay que leer despacio, saborear cada palabra e ir desgranando su pleno sentido. Hay que estar muy atentos, releer si es preciso para apreciar todos los matices, ecos e imágenes que salpican el texto, porque más allá del tema de fondo que es la violencia de género, el abuso físico y mental hacia las mujeres, el valor de este texto y, especialmente de esta primera parte, es el modo en que Lamarche cuenta y escribe. Con qué maravillosa destreza combina la descripción de lo bello con lo inquietante. Introduce así, entre los recuerdos gratos de su infancia, la aparición de insectos como arañas que nos inquietan y nos abren interesantes interpretaciones de la historia: "Mi mirada de niña llegaba justo a la altura de las telas de araña relucientes de rocío o que las primeras heladas solidificaban, encajes de azúcar. Me parecía que la paz del alba dependía de ese trabajo tenaz y paciente, obra de arte  a la vez que trampa, forma de cuadricular el espacio, de captar lo que vuela, vaga, se posa. La sensación de encontrarse en el centro, como la araña, es la misma que cuando contamos una historia" (p.36)

Hay en la novela, un escenario principal. Una habitación cerrada, con las cortinas echadas a través de las cuales apenas se filtra la luz. En la habitación, el lecho conyugal y libros, muchos libros. Un par de pequeños espejos, testigos silenciosos de lo que acontece en la estancia, y el aire, ese aire que todo lo invade, lo inunda, lo retiene. Retiene el miedo, la amenaza, la violencia contenida que acaba por estallar: "La memoria del aire conserva todos nuestros gestos, todas nuestras palabras y hasta los gestos y las palabras a los cuales terminamos por renunciar" (p.52)

Un breve episodio esbozado apenas al final del libro contiene la clave de esta historia. Estar en el momento y lugar equivocados. Puede que todo se reduzca a eso...o no.  Da que pensar. De hecho, el centenar de páginas que ha escrito Lamarche da mucho, mucho que pensar...


Fotografía de Boulevard literario    





jueves, 1 de noviembre de 2018

"Los años rotos", Dacia Maraini

No nos dejemos engañar. Detrás de esa dulce mirada azul, esos cortos cabellos rubios, ensortijados y rebeldes y esa sonrisilla traviesa se esconde una mujer fuerte, decidida, valiente. No en vano pasó unos años de su infancia en un campo de concentración japonés, fue compañera de Alberto Moravia durante muchos años, amiga y colaboradora de Passolini, intelectual, implicada en proyectos culturales y sociales...Dacia Maraini no regala los oídos a nadie, dice las cosas claras, por su nombre, tal como las ve, las ha vivido y las siente, denuncia y reclama porque está convencida de que el deber del escritor es hablar de lo malo, lo feo, lo incómodo. La literatura tiene una función social, en su caso además claramente feminista, y debe denunciar, sacudir y conmover al lector.
De edad parecida a ella pienso en escritoras como su compatriota Lorenza Mazzeti o la canadiense Alice Munro que bajo la apariencia de adorables y frágiles ancianas se esconden mujeres de una extraordinaria solidez, dueñas de un verbo afilado, preciso, a veces algo ácidas y secas pero siempre tremendamente humanas.
"Los años rotos" que nos llega ahora de la mano de Altamarea Ediciones, fue escrita en 1963 por una joven Maraini que a pesar de sus veintisiete años demuestra no solo con su historia, sino con el tono que nos es contada, una mirada plenamente adulta y madura, a la par que desengañada. "Los años rotos" nos traslada a la Roma sencilla y cotidiana, pobre y gris, de principios de los 60, donde Enrica, una muchacha adolescente vive con sus padres, unos progenitores encerrados en sus propios mundos y tristemente frustrados en su lucha cotidiana por ir viviendo. El peso de la economía familiar recae en una madre triste y cansada que se consume lentamene bajo la mirada impotente de su hija y la indiferencia de un marido cuya única ilusión es la construcción de unas complicadas e invendibles jaulas para pájaros.
Enrica se reconoce dentro de unos años en su propia madre y por ello intenta buscar una vida diferente y mejor. Pero no va a ser fácil. Se enamorará de la persona equivocada, sufrirá maltratos, cometerá errores, le dará la espalda a quien se preocupa por ella, andará por la cuerda floja entre la decencia y la prostitución, se verá obligada a plantearse qué hacer con un embarazo no deseado...tanteos y primeros pasos fallidos de una vida adulta que se abre a un futuro incierto pero no exento de oportunidades. Es el futuro de Enrica y el de miles, de millones de Enricas en la Italia de los 60 y de hecho, en cualquier época y lugar de Europa, aun hoy en día, porque leída esta historia sorprende la frescura y vigencia que sigue teniendo hoy en día. Lo que también debería preocuparnos...


Fotografía de Boulevard literario        


miércoles, 17 de octubre de 2018

"Nueva York es una ventana sin cortinas", Paolo Cognetti

"...el lugar que he tratado de relatar es una ciudad muy parecida a Nueva York, pero que no es "de verdad" Nueva York. Como Nueva York, está construida sobre el granito, pero también sobre el material impalpable de la imaginación: Está hecha de islas, puentes, edificios y de infinitas páginas de papel. La habitan ocho millones de personas, más aquellas que nadie se ha puesto a contar, los personajes que viven en los relatos, las novelas, los poemas. Esta ciudad es un lugar físico y otro mental (…) la ciudad de los escritores y de las historias" (p.14)


"Nueva York es una ventana sin cortinas" de Paolo Cognetti que acaba de publicar Navona Editorial, no es un libro sobre Nueva York, o al menos, no es un libro al uso, la típica guía de viajes o un ensayo sobre la Gran Manzana y sus lugares de interés turístico. Este libro que tenemos entre manos de Paolo Cognetti es "su" libro sobre la ciudad de los rascacielos, pero no sólo sobre la ciudad física, sobre sus calles, sus puentes, sus parques, sus monumentos...sino de manera especial, sobre sus barrios, sus tiendas, sus bares, transitados por gente de todas las etnias, credos y colores. 
Un recorrido además, marcadamente histórico, plagado de referencias literarias que harán las delicias de todos los amantes de la literatura, especialmente norteamericana. 


Cognetti nos cuenta a su manera, desde su propio interés y curiosidad, como escritor y habitante ocasional de Nueva York, la historia de esta gran urbe, "colonizada" por los irlandeses que emigraron en masa desde su país de origen en 1845, a raíz de la Gran Hambruna. La ciudad los acogió pero también se sucedieron tensiones y conflictos. De la mano del autor, asistiremos, desde este punto de partida histórico, a la construcción del puente de Brooklyn, visitaremos el barrio judío, esquivaremos los museos más famosos a cambio de pasear sin rumbo fijo por las calles y barrios menos conocidos del Nueva York contemporáneo, siempre acompañados de su historia. Conoceremos cómo viven allí los italianos, compartiremos pizza con ellos y después nos adentraremos en el barrio por excelencia más bohemio y mítico de Nueva York, Greenwich Village la cuna del movimiento beat capitaneado por Kerouac y Ginsberg. Licorerías, bares y bibliotecas se darán la mano en nuestro paseo pues es bien sabido que la literatura norteamericana ha ido a menudo acompañada del consumo de alcohol en muchos autores.
Es este un Nueva York real pero visto a través de la mirada íntima, personal, entrañable y por supuesto, literaria, del narrador.
Un largo paseo por la Gran Manzana gracias al que descubriremos que lo más importante de esta imponente ciudad son en realidad, los hombres y mujeres que hicieron y hacen de Nueva York, la ciudad fascinante que es.


"Hay lugares de los que te vas tranquilo: sabes que seguirán allí mientras no estás, te esperarán intactos como los recuerdos de infancia o la casa de tus padres. Volverás a encontrar los objetos de antaño y el mismo viejo olor. Otros son como las personas: mientras tú viajas, aprendes y evolucionas, las sigues imaginando iguales, aunque en el próximo encuentro habrán cambiado al menos tanto como tú, y deberás recomenzar de cero. Nueva York es así. He ahí el problema cuando se intenta explicarla: cualquier palabra sobre ella leva grabada su fecha, y empieza a caducar tan pronto como la has escrito." (p.170)


Ágil, ameno, entretenido y muy interesante, sin duda este libro de Paolo Cognetti gustará por igual tanto a los que conocemos Nueva York, como a los que sueñan con ir algún día. 




Fotografía de Boulevard literario    



jueves, 4 de octubre de 2018

"Azúcar negro" , Miguel Bonnefoy

"Azúcar negro", segunda novela de Miguel Bonnefoy que nos llega gracias a Armaenia editorial, es una bella fábula caribeña en la que hay cabida para piratas, tesoros, hermosas herederas, plantaciones de caña de azúcar, cocoteros, guayabares y manglares; sabores a ron, canela y especies; niñas nacidas y retornadas al fuego; amor, ambiciones, sueños, dolores y por encima de todo, pasión, mucha pasión diluida en azúcar y días de trabajo, en grandes penurias pero también en muchas riquezas.


Escrita como si se tratara de un cuento, una historia popular de las que se transmiten de generación en generación por boca de los preservadores de la memoria colectiva que solían ser los viejos cuentistas, esta novela recoge y respira todo el color y el sabor del más puro Caribe, aderezada a partes iguales con aventura, realidad y magia. Imposible con estas características no recordar en algún momento el realismo mágico representado por autores como García Márquez o Isabel Allende.
Pero aunque participe en cierta manera de este estilo, Bonnefoy lo adapta y escribe de un modo muy personal. Nuestro autor es francés, de padre chileno y madre venezolana, por lo que en su formación académica, personal y cultural, Francia y Latinoamericana se dan la mano y se funden en una curiosa combinación de escritura cuidada, precisa y rigurosa al servicio de un imaginario colorido, poético y desbordante. La fusión no puede ser más efectiva y perfecta.


Si algo transmite el estilo de Bonnefoy es magia. Imposible no sentir los fascinantes ecos del Caribe, el olor a mango y café, el sabor de la caña de azúcar, la naranja y el clavo. La selva y los bosques tropicales nos envuelven y atrapan en una aventura fascinante que empieza en un primer capítulo con un potente arranque: la imagen de un espectacular navío pirata anclado casi entre las nubes, flotando entre las copas de los árboles de un paraje selvático, a punto de romperse en mil pedazos y de vaciar el magnífico tesoro que oculta en sus entrañas. Una vez empieza la historia, nos seduce de tal manera que ya no la podemos dejar y menos aún cuando vamos conociendo a los protagonistas de la novela: trescientos años después del episodio del accidente del barco pirata, Severo Bracamonte llega a la isla buscando el tesoro perdido del corsario Henry Morgan pero lo que encontrará es el amor de la solitaria y soñadora Serena Otero que aunque más adelante compartirá protagonismo con el misterioso personaje de Eva Fuego, en el fondo es el alma y eje principal de la novela, alrededor de la cual todo cobra su pleno sentido.
Serena Otero es de esos criaturas literarias destinadas a permanecer en la memoria del lector. Como hija, como amante, como esposa, como madre, en definitiva, como mujer, es un personaje complejo y rico en matices, sensible en su callada resignación pero resuelta en cumplir sus ambiciones, tierna pero fuerte, reservada pero decidida, realista pero soñadora, el hilo conductor invisible pero tenso que entreteje y sustenta la historia de principio a fin.


"Azúcar negro" es una obra hermosa y triste a la vez, entrañable, con un broche final lleno de belleza y sabiduría. Un paraíso inolvidable al que seguro regresaremos alguna vez...



Fotografía de Boulevard literario    




miércoles, 26 de septiembre de 2018

Las soldadesas, Ugo Pirro

¿Buscáis una novela épica, de hazañas militares y extraordinarias gestas bélicas? No leáis "Las soldadesas". ¿Buscáis una historia de acción trepidante, heroica y admirable? No leáis "Las soldadesas". ¿Buscáis aventuras de soldados invencibles y superhéroes ejemplares? No leáis "Las soldadesas".

Pero si lo que estáis buscando es la otra cara de la guerra, las consecuencias de las acciones militares sobre los civiles, los conflictos morales de los que se ven obligados a luchar, las penalidades de los que se ven obligados a sobrevivir. Si buscáis lo tristemente vergonzoso pero a la vez, profundamente humano, lo que aflora en el hombre en tiempos de guerra, el instinto de supervivencia, la vergüenza o la falta de ella, la sumisión, la resignación o la lucha implacable por conservar la vida...leed "Las soldadesas" de Ugo Pirro, publicada por Altamarea Ediciones, porque sin duda, es la novela que buscáis.

Entre manos tenéis ante todo, un texto profundamente humano. Escrita desde la propia experiencia de su autor, Ugo Pirro, destinado como soldado con las tropas italianas de ocupación en Grecia, durante la Segunda Guerra Mundial, esta novela cuenta las desventuras de un joven teniente cuya misión será la de recoger y repartir por distintos emplazamientos militares italianos a 15 muchachas griegas, para que ejerzan la prostitución, el camino que para ellas será la única oportunidad y manera de poder sobrevivir.

Todas son chicas corrientes, apenas adolescentes con vidas convencionales hasta que la guerra pone patas arriba sus mundos familiares y cotidianos, obligándolas a buscar un medio de subsistencia. Para ellas, como debió ser para tantas otras, entregar su cuerpo sexualmente a las tropas de ocupación de su país, fue el camino para vivir, quizá solo, para sobrevivir...las que lo consiguieron.

"Las soldadesas" es una novela que fluye tan sencilla como dura, escasa de artificios ni colores, una novela que uno al leer imagina en blanco y negro, como en blanco y negro se filmaron las películas italianas sobre la guerra en los años 50 y 60, como la misma versión de esta novela rodada en 1965 que aun correcta, dista de tener la potencia y fuerza del texto escrito.

La historia es el calvario de las chicas griegas destinadas a los burdeles militares pero también los problemas de conciencia del joven teniente que las acompaña. El soldado es también joven como ellas, conserva parte de la inocencia de sus pocos años, es capaz de sentir lástima y hasta de enamorarse de una de sus prisioneras, pero las circunstancias que le tocarán vivir romperán su conciencia en mil pedazos.

Novela conmovedora aun escrita con deliberada contención, "Las soldadesas" es en el fondo una historia sobre el hambre, el más básico y furioso instinto de todo animal, incluido el hombre. Hambre sobre todo de pan, de ese "psomí" que la gente pide a gritos por las calles de sus pueblos destrozados, esos panecillos que valen más que el oro y que ansían por igual hombres, mujeres y niños. Las panaderías de las aldeas son asaltadas por mujeres enloquecidas, los hombres matan por chuscos de pan, las mujeres venden sus cuerpos y los niños mueren por conseguir apenas medio panecillo. Frente a la muerte de un muchacho por alcanzar el preciado "psomí", solo se permite unos instantes para que los demás se sobrepongan a la tragedia porque "ninguna desgracia merecía una piedad más larga. Alguien cogió el pan y reemprendió la fuga, y todos los demás lo siguieron."

Pura y simple vida, pura y simple supervivencia la que Pirro nos retrata en "Las soldadesas" y que no olvidaremos jamás.



Fotografía de Boulevard literario      



lunes, 3 de septiembre de 2018

"Denuncia inmediata", Jeffrey Eugenides

Hay autores y/o libros que no sé porqué motivo apetece mucho leerlos pero van quedando relegados por otras lecturas que van pasando delante.

Uno de esos autores ha sido el escritor norteamericano Jeffrey Eugenides, del que tengo "Middlesex" y "La trama nupcial" esperando en mi mesilla de noche desde ya no recuerdo cuándo, y la adaptación cinematográfica de "Las vírgenes suicidas" dirigida por Sofia Coppola en mi estantería de DVDS pendientes. Tres obras y una película de las que me han llegado muchos elogios pero a las que, finalmente, les han pasado delante los relatos de "Denuncia inmediata" publicados por Anagrama.

Mi primer contacto con Eugenides no ha podido ser mejor ni más gratificante. Aunque su fama le viene por sus novelas, me ha parecido un excelente cuentista. Con un estilo ágil y preciso, logra desarrollar tramas muy diferentes pero todas igualmente interesantes. Algunas con desenlaces sorprendentes, otras con finales abiertos a las más variadas interpretaciones, pero todas sin excepción atrapan y entretienen, especialmente por el dibujo de unos personajes sólidos y muy bien construidos tras los que se percibe la profunda empatía y humanidad del autor. A este respecto, me ha sorprendido el primer relato, "Quejas", protagonizado por dos ancianas amigas desde hace mucho años que en la madurez se replantean sus vidas y toman valientes decisiones. De no saber que Eugenides es un hombre, hubiera apostado que el relato lo había escrito una mujer porque hay algo, una sensibilidad y un conocimiento de la psicología femenina y de las relaciones entre mujeres que muy difícilmente creo que un hombre pueda captarlo y además lo sepa expresar como en esta historia.
Arrancar un libro de relatos con un primer cuento tan redondo como éste, crea unas expectativas respecto a los demás, difícil de cumplir pero en este caso, Eugenides consigue bordar los diez relatos, del primero al último. Si os gustan los cuentos, no os perdáis "Denuncia inmediata". Si os gusta la buena literatura, independientemente del género, leedlo también.



Fotografía de Boulevard literario     



jueves, 19 de julio de 2018

"Versus", Karlos Linazasoro

"SEAMOS VALIENTES y hagamos la pregunta: ¿qué puede ver un náufrago cansado en los límites de un metro cuadrado de la tristeza? Ahora nos hablará el mismo Versus: el mar ahogado en mariposas recién nacidas; la blancura imposible que trae la lejanía; el fuego y el azúcar que guarda el hierbal; la nada haciendo milagros gritando besando; el sexo de las muchachas bellas huyendo de las terribles bestias hacia manzanos y cumbres; el ojo gigantesco de Dios cuidando del paraíso; la mano esquiva de coral de otro náufrago sosteniendo el claro cielo (…)y, cómo no, y sobre todo, la agonía incierta de la luna."


Náufrago de manual, en isla con palmera. Perdido en medio de la nada, en cualquier océano del mundo.
Náufrago barbudo, desgreñado y solitario clava en vano sus ojos en el horizonte y espera...
Pasan las horas, los días, los años...y Versus, nuestro náufrago licenciado con honores pasa a ser imagen, símbolo, metáfora de todas las soledades de la vida y del mundo.


Entre lo patético y lo sublime, lo cómico y lo trágico, el absurdo y la poesía, "Versus", este pequeño librito de apenas un centenar de páginas, escrito por Karlos Linazasoro y publicado con la habitual delicadeza a la que nos tiene acostumbrados Jekyll&Jill, es un compendio de escenas que transforman a este peculiar Robinson Crusoe en un prisma que refleja un amplio espectro de actitudes y pensamientos frente a las más variadas situaciones de la vida.


Todos y cada uno de nosotros, en alguna ocasión, hemos sido, somos o seremos Versus, náufragos perdidos, confundidos pero esperanzados, derrotados pero renacidos.
Libro de añoranzas, de pérdidas y anhelos, de sueños y deseos, "Versus" es un pequeño tesoro al que volver y en el que revolver entre frases y palabras porque en cada nueva relectura descubrimos nuevos matices, nuevas verdades y reflexiones tan crudas como poéticas. Filosofía en cada grano de arena que forma parte de la isla perdida, filosofía en cada gota de agua que rodea a nuestro hombre extraviado, tan extraviado y cuerdamente loco como estamos cualquiera de nosotros. Y sobre todo, poesía, mucha poesía.


"Por nuestra parte, ¿es necesario añadir algo más?"... Simplemente, que os dejéis llevar por la prosa de Linazasoro, naufragad junto a Versus y soñad...os aseguro que el viaje habrá valido la pena.



Fotografía de Boulevard literario        






jueves, 12 de julio de 2018

"Hombre Tigre", Eka Kurniawan

Hay editoriales pequeñas, discretas, que poco a poco van posicionándose en el panorama editorial, sin hacer mucho ruido y centrando sus energías en crear un catálogo variado e interesante en el que prima la calidad sobre la cantidad.

Armaenia editorial es una de ellas. Una editorial que desde que inició su andadura hará un par de años, no ha dejado de darme gratas sorpresas y de descubrirme grandes autores. Hasta ahora, y espero que siga así por mucho tiempo, cada novedad de Armaenia ha pasado a formar parte de un rincón privilegiado de mi biblioteca personal: ahí están "El viaje de Octavio" de Miguel Bonnefoy, "El zar del amor y el tecno" de Anthony Marra, "Basti" de Intizar Husain, "Jacob,Jacob" de Valérie Zenatti, "Insumisa" de Yevguenia Yarolávskaia-Markón (todas reseñadas en el blog) a las que ahora se añade esta intrigante, feroz y sugerente tigresa blanca que llega de la mano del escritor indonesio Eka Kurniawan.

"Hombre Tigre" es una novela realista, mágica, leyenda, también novela negra ¿por qué no?, novela de denuncia, de violencia de género, de tradiciones, mitos, sueños y vidas reales con todos sus dramas y miserias.

Me acerqué a esta historia con la perplejidad que me inspiraba el título y la fascinación por el bello animal que acecha desde la portada. También me resultaba familiar el nombre de su autor pero lo cierto es que no sabía exactamente qué me iba a encontrar en estas 200 y poco más páginas, hasta que una vez empezada la lectura me vi de lleno en la exótica Indonesia, rodeada de vegetación exuberante, arrozales, palmeras, cocoteros, flamboyanes, estanques repletos de carpas, flores de loto. Sentí la humedad de las lluvias monzónicas, los momentos de brisa y los golpes de calor en los pantanos. Saboreé la mandioca y el cacao. Me mezclé entre las gentes de la población costera en la que transcurre la novela y conviví con ellos durante unos días, acompañando al joven Margio, el protagonista, en su accidentada y sorprendente vida y en la de todos aquellos que lo rodean.
Mitos, leyendas, folklore popular, la tradición oral recogida en cuentos que se transmiten por boca de Ma Muah, el personaje más respetado y querido por el pueblo; la religión, las supersticiones, la finísima frontera que separa la realidad de la imaginación, el amor, el deseo, la pasión, el odio, la violencia... forman parte de esta historia tan mágica como real, pero sobre todo, profunda y tremendamente humana.

No desvelaré el argumento porque creo que además del estilo exuberante y pintoresco, también a veces, crudo e incluso cruel de Kurniawan, la gracia de esta novela reside en dejarnos llevar y seducir por una historia de la que cada cual extraerá sus propias interpretaciones.

Yo me quedo dándole vueltas a la idea del gran poder del amor que nos salva o nos destruye. Leed hasta el final y entenderéis porqué lo digo.

Un solo consejo: no provoquéis a la sigilosa tigresa blanca...



Fotografía de Boulevard literario       

domingo, 8 de julio de 2018

"Verde agua", Marisa Madieri


"En cada palabra dada y recibida, en cada gesto y pensamiento, en cada fragmento incluso breve y casual de nuestra existencia y de la de los otros, hay algo de precario y algo de ineluctable, de caduco y de indestructible"
Verde agua, Marisa Madieri, editorial minúscula

Estoy leyendo a Madieri. Me dejo llevar por su prosa limpia, acompasada, transparente, tan simple en apariencia, tan profunda en realidad.
Voy conociendo su historia familiar. Me presenta a sus abuelas, imagino "mammas" inmensas, severas, protectoras y a la vez exigentes, alguna más ambiciosa e implacable que otra, alguna más cálida y dulce; todas fuertes y luchadoras, almas y motores de sus clanes familiares. Junto a ellas, apenas esbozados, transitan en discreto segundo plano, los integrantes masculinos del árbol genealógico. Esta es básicamente la historia de un matriarcado que Marisa Madieri va desgranando en forma de íntimo diario, pero es también la historia de su infancia, su juventud y su madurez, la historia de su exilio, de su huida junto a sus padres y hermana de la Fiume entregada a la antigua Yugoslavia tras la Segunda Guerra Mundial y su llegada a los Silos de Trieste que pasarán a ser su mal llamado hogar, en realidad, el punto de acogida de unos refugiados que serán extraños en su propia tierra y que deberán luchar por su vida y su trabajo.
Madieri nos explica su periplo vital desde una voz adulta pero basada en el recuerdo visto a través de sus ojos de niña. Una niña que no vive ajena a los dramas y estrecheces que padecerán ella y sus compatriotas exiliados pero que también fijará en su memoria los recuerdos más familiares y entrañables que la acompañarán a lo largo de su vida.
Con especial cariño, nostalgia y devoción, la autora retrata la figura de su madre, mujer entregada por completo al cuidado y a la educación de sus hijas, por las que sacrificará sus propias ambiciones e ilusiones personales. Uno de los pasajes más emotivos y hermosos de este libro es precisamente el que nos habla del color "Verde agua" que da título al libro y la relación que tiene con una conmovedora anécdota en la infancia de Madieri, protagonizada por su madre.
Fluye la prosa de Marisa al compás que marca ese mar omnipresente en su obra, mar amado y añorado que marca el ritmo de la escritura, mientras que el tono viene condicionado por el estado de ánimo de la que escribe, posiblemente enferma; con total seguridad, temerosa de morir.
Absolutamente cautivada sigo leyendo y llego al capítulo en el que Madieri recuerda a su madre muerta:

"En aquellas arrugas semejantes a las marcas que el mar deja sobre la arena, en aquellas facciones antiguas e irreconocibles, en aquellos cabellos obstinadamente tupidos y vigorosos, veía, como en 'Siddharta', los surcos de la tierra, la ilusión del tiempo, los ríos, los árboles y las ciudades de mi vida, los caminos que su caridad había trazado, los pétalos blancos de mis violetas de la infancia, el amor tenaz y doloroso que sus besos me habían enseñado."

Siento un fogonazo en mi interior, algo que se quiebra muy dentro de mi y me quedo con la vista clavada en el texto. Leo, releo, vuelvo a leer y no puedo avanzar. Me he quedado atrapada en sus palabras. Siento que ha verbalizado lo que yo sentí una vez...Necesito volver a empezar este diario desde el principio. Y lo hago. Y todo adquiere un nuevo color, nuevos matices y texturas en los que pararse, ahondar, saborear hasta exprimir la última gota de sentimiento. ¡Qué grande es Madieri! Cómo la entiendo y conecto con ella. Qué tristeza saber de su destino. Qué melancolía me atrapa ante esta pérdida anunciada...

"Verde agua" es verde mar, verde infancia, verde esperanza. Es puro y simple amor. Posiblemente sea el color de la eternidad.



Fotografía de Boulevard literario       



domingo, 17 de junio de 2018

"Noventa pastillas", Saúl Ibáñez

"Noventa pastillas" que se tragan, se engullen, sanan, curan, evaden. Sanadoras o alucinógenas, sedantes, relajantes, estimulantes, … antes, antes: el pasado. "Noventa pastillas" que traen a la memoria un pasado que se nos va dibujando a golpes de poesía.

Poemario de recuerdos, de imágenes y sensaciones, "Noventa pastillas" de Saúl Ibáñez, publicado por Editorial Ultramarina Cartonera & Digital", se compone de noventa pinceladas, noventa poemas breves, encadenados, enlazados sin pausa, como instantáneas fotográficas eternizadas en un carrete revelado en blanco y negro, imágenes retenidas en la memoria y evocadas en el tiempo, con un regusto amargamente nostálgico pero aderezado de una cierta esperanza.

A lo largo de esta travesía poética, ni un solo verbo hasta el final. Curioso ejercicio estilístico que demuestra que no se necesitan verbos para armar la imaginación, para expresar las ensoñaciones y transformar los recuerdos en poesía. Y al final del trayecto, irrumpe ese "es" ("y todo lo recordado es/la última ofrenda/y la palabra") El verbo, la encarnación del recuerdo en el ser y la entidad. La literatura, y por extensión el arte, lo "es" todo, todo cabe y todo puede ser expresión artística. 

Saúl Ibáñez busca en su memoria y poetiza los recuerdos con un tono contenido y preciso, pero a la vez colmado de evocación y nostalgia. Se intuye, más allá de lo dicho, un cierto sentimiento de pérdida, un intento de recuperar y entender el pasado.

No hay una palabra de más, ni artificios ni más retórica que la estrictamente necesaria para cincelar estos versos que contienen vida, memoria, tiempo, amor, amistad, sexo... y que dejan entrever también esbozos de enfermedad, vejez y muerte. Hay algo turbio e impredecible entre líneas, algo que se cuela entre los versos y sugiere más que no dice. Una realidad pasada por el filtro de la literatura que le da dimensión poética a lo vivido.  

"Noventa pastillas" es un libro de poemas que se presta a ser leído una y otra vez, y a cada relectura se descubren nuevos matices, nuevas posibilidades de interpretación de una historia de amor, de desamor o tal vez de ambas cosas que busca eternizarse en la poesía: "La escritura: una cicatriz/ La deuda a ti debida en esta cuenta atrás./ Nadie para entenderlo todo" Y es verdad, no es necesario entenderlo todo para disfrutar de lo que ha sido esta maravillosa experiencia poética. 




Fotografía de Boulevard literario       





martes, 12 de junio de 2018

"A la izquierda, donde el corazón", Leonhard Frank

Un muchacho pobre, acosado y ridiculizado por su maestro y sus compañeros de escuela. Crece y trabaja como herrero para sacar adelante lo que parece será una vida mediocre y llena de estrecheces. Pero una tarde de un domingo cualquiera, el joven hace un gran descubrimiento que le cambiará la vida. Con un papel y un lápiz, de la nada, se revela todo un artista, así que, unos días más tarde, en pleno trabajo, en el calor de la herrería, decide dejarlo todo, irse de casa y convertirse en pintor.


Estamos en la Alemania de principios del siglo XX, en los años previos a la Primera Guerra Mundial. El joven protagonista de esta obra titulada "A la izquierda, donde el corazón" es Michael Vierkant, alter ego de Leonhard Frank, autor de esta autobiografía novelada que nos atrapa en una trepidante espiral de acontecimientos tanto personales como históricos que nos llevará a recorrer con intensidad y el corazón en vilo, los 50 primeros años del siglo XX.


El joven Michael, apenas un adolescente ingenuo e inexperto aterrizará primero en Munich donde descubrirá el ambiente de los cafés, entrará en contacto con los pintores de la época, tendrá sus primeras experiencias amorosas y se le revelará otro talento que pronto le llevará a cambiar el lienzo y los pinceles, por la pluma y el papel. Nuestro protagonista querrá ser escritor y pondrá todo su empeño en ello. Se trasladará a Berlín y allí conocerá la vida bohemia, intelectual y cultural del momento. Y allí conocerá a Lisa, cuya relación será decisiva para su carrera como escritor.


Leonhard Frank fue un autor muy popular en su época, tan conocido como escritores de la talla de Thomas Mann o Stefan Zweig, pero lamentablemente, debido a circunstancias políticas, su obra cayó en el olvido. Gracias a errata naturae se recuperó en su día la novela "Karl y Anna" y ahora nos llega "A la izquierda, donde el corazón", cuyo título justificó en su día el mismo autor: "Sí, es a la izquierda donde está el corazón, a la izquierda, y justo ahí estoy yo: lo concibo todo desde el corazón únicamente, y el corazón queda a la izquierda y sin más, así que se trata de un título que resume bien mi naturaleza." ¿Y cuál es esa naturaleza a la que se refiere Frank? pues una naturaleza profundamente pacifista, compasiva, humana (y humanista) que le llevó a posicionarse contrario al fascismo y al régimen nazi, lo que le valió la persecución del gobierno de su país y la obligada emigración hacia otros destinos como París o Nueva York donde fue acogido con mejor o peor suerte.


Frank sobrevivió a dos Guerras Mundiales y a un convulso período de entreguerras y leyendo esta novela autobiográfica o autobiografía novelada (los límites entre realidad y ficción son difíciles de establecer pero también innecesarios o poco importantes para valorar la calidad humana y literaria de esta obra) es fácil deducir que, sobrevivió a todas las adversidades que le planteó el destino gracias a su tenacidad, su enorme fuerza de voluntad y su coraje que le acompañaron siempre, incluso en los peores momentos de su vida. 


Pese a las circunstancias, Michael/Leonard no deja en ningún momento de escribir, ya sean novelas, cuentos o teatro. Escritura que lo libera de sus demonios personales y le permite perpetuar en el papel su legado personal y literario que culmina y se resume en esta obra:  "...sabía el título antes de plasmar en la primera frase. Sobre la hoja aún blanca como la nieve, escribió: "A la izquierda, donde el corazón". Era mayo de 1949 (…) Se esforzó por construir cada frase del modo más claro y sencillo posible, de manera que el lector pudiese comprender sin esfuerzo lo que leía. Siguió una norma fundamental: el trabajo ha de hacerlo el escritor, no el lector."  
Quien lea esta magnífica obra comprobará que los esfuerzos de su autor por escribir con claridad y sencillez no fueron en vano. Como lectores simplemente hemos de ponernos cómodos en nuestro rincón de lectura favorito, acompañar con la imaginación a Michael Vierkant en su ajetreado periplo vital y escuchar su mensaje desde el mismo lugar donde lo escribió: donde el corazón.



 

Fotografía de Boulevard literario