jueves, 27 de febrero de 2014

El vino de la soledad

"El vino de la soledad"(1935) de Irène Némirovsky es una novela corta e intensa que recoge uno de los temas recurrentes en su obra: la relación, o más exactamente, la mala relación entre una madre y su hija, cuya inspiración es absolutamente autobiográfica.
Irène Némirovsky tuvo escasa relación con su padre, acaudalado hombre de negocios que solía pasar muchas horas jugando en los casinos; y una terrible relación con su madre, Fanny, mujer sofisticada y bella que ocupaba su tiempo cuidando de si misma y coleccionando jóvenes amantes. Para Fanny, el nacimiento de su hija (prácticamente una obligación para satisfacer a su marido) supuso un punto de inflexión en su juventud y le marcó el principio de un declive que nunca supo aceptar y por el que culpó a su hija, la cual abandonó al cuidado de una aya, desentendiéndose como madre.
El periplo vital de Elena, la protagonista de "El vino de la soledad" es muy parecido, sino prácticamente igual, al que vivió la propia autora. Los viajes forzados desde Rusia hasta Francia, pasando por Finlandia; el retrato de los padres de la protagonista, la figura de la aya...ficción y realidad se entremezclan y se hace difícil establecer los límites de donde empieza una y acaba la otra.
No es ésta la única novela en la que Némirovsky se venga literariamente de su madre. También en "El baile" (1930) y sobre todo, en "Jezabel" (1936), recoge el tema de la mujer mundana y egoísta cuya hija va alimentando tal odio y rencor hacia ella, que de un modo u otro acaba por vengarse.
Soberbios son los pasajes en los que la autora describe el estilo de vida de las clases ricas en aquellos tiempos, la atmósfera incierta y asfixiante de las calles en guerra, el episodio del paseo de Elena y su aya que acaba con la desaparición de esta última... y magistrales resultan los retratos humanos de todos y cada uno de los protagonistas de la novela: sus vicios, sus debilidades,sus miedos, todo lo que hace de ellos personas vulnerables, y los salva de ser caricaturas de si mismos, gracias a la manera que tiene Némirovsky de describirlos.
"El vino de la soledad" es un claro ejemplo de escritura como redención, como terapia sanadora y superación del trauma y el dolor de una infancia sin afecto. Cuando termina la obra, sentimos el alivio de habernos quitado una terrible opresión, de haber pasado página y de haber zanjado una importante deuda pendiente que no nos dejaba vivir en paz. Posiblemente la propia Némirovsky debió sentirse así...


domingo, 16 de febrero de 2014

La tumba más hermosa del mundo, Stefan Zweig

"No he visto en Rusia nada más grandioso e impresionante que la tumba de Tolstoi"
 Stefan Zweig

La tumba más hermosa del mundo
No he visto en Rusia nada más grandioso e impresionante que la tumba de Tolstoi. Ese augusto monumento, venerable centro de peregrinación de las generaciones futuras, queda desplazado y solo, sombreado en el bosque. Un sendero estrecho, que discurre sin aparente plan entre claros y maleza, conduce a este túmulo, que no es otra cosa que un pequeño rectángulo amontonado de tierra, que nadie vigila ni ampara, a la sombra única de unos pocos grandes árboles. Y esos árboles descollantes, mecidos suavemente por el viento del temprano otoño, fueron plantados por el mismo León Tolstoi, según me refiere su nieta. Su hermano Nicolás y él habían oído, cuando niños, de boca de alguna ama o aldeana, la antigua conseja de que allí donde se plantan árboles se constituye un lugar de felicidad. Y por eso, jugando, habían hincado por las buenas en la tierra unos cuantos renuevos en determinados lugares y no habían tardado en olvidar este juego de niños. Sólo al cabo de mucho tiempo se acordó Tolstoi de aquella anécdota infantil y del extraño augurio de felicidad, que se presentó de repente al hombre fatigado de la vida como provisto de un significado nuevo y más bello. E inmediatamente expresó su deseo de ser enterrado bajo aquellos árboles plantados por él mismo.
 Se cumplió puntualmente esta voluntad de Tolstoi, y aquel lugar pasó a ser la tumba más bella, impresionante y triunfal del mundo. Un pequeño túmulo rectangular en medio del bosque, recubierto de flores –nulla crux, nulla corona–, sin cruz, ni lápida, ni inscripción, y ni siquiera el nombre: “Tolstoi”. El gran hombre está enterrado en el anonimato; el que sufría como ninguno bajo el peso de su nombre y fama, enterrado como cualquier vagabundo hallado por casualidad. A nadie se impide el acceso a su último lugar de descanso; la débil cerca que lo rodea no está cerrada: nada protege el descanso de León Tolstoi sino el respeto de los hombres, que, en otros casos, se complacen en turbar con su curiosidad las tumbas de los grandes. Pero aquí justamente la irrefutable sencillez proscribe la desatada curiosidad e impone hablar en voz baja. El viento susurra en los árboles que cobijan la tumba del anónimo; el sol juguetea sobre ella; la nieve pone en invierno su tierna nota de blancor sobre la tierra oscura, y se podría transitar por aquí, verano e invierno, sin advertir que ese pequeño rectángulo prominente  acogió en su seno la parte terrena de uno de los hombres más poderosos de nuestro mundo. Mas precisamente ese anonimato conmueve más que todos los mármoles y pompas posibles: de los centenares de personas de hoy, este día excepcional, ha atraído hacia su rincón de descanso, ninguno ha tenido el atrevimiento de tomar como recuerdo ni una sola flor del oscuro túmulo. Nada de este mundo resulta más monumental –eso se experimenta de continuo– que la suprema sencillez. Ni la cripta de Napoleón bajo los mármoles de los Inválidos, ni el sepulcro de Goethe en la tumba principesca de Weimar, ni el sarcófago de Shakespeare en la abadía de Westminster impresionan a su vista una y otra vez las fibras más humanas del hombre como esa conmovedora tumba anónima perdida en el bosque, con su solemne silencio, en la que sólo susurra el viento y que está desprovista de todo aviso y palabra.

Stefan Zweig
 Hombre, libros y ciudades

viernes, 14 de febrero de 2014

El secreto de los Hoffman

A raíz de la muerte de Constanza, se reúnen en su entierro, su marido, su hija y sus dos nietos,un reencuentro que hará reabrir viejas heridas y secretos del pasado, que han condicionado y marcado la vida de cada uno de los miembros de la familia.
Aunque el título y el diseño de la portada puedan sugerirnos que se trata de una novela quizá de intriga o misterio, nada más lejos de la realidad. Ésta es ante todo, una novela de sentimientos, de confesiones, de relaciones familiares complejas, de miedos e inseguridades, pero sobre todo es una novela que rezuma amor en cada una de sus páginas.
El amor, no entendido a nivel erótico, de pareja, sino el amor como base de relación entre personas con unos vínculos familiares concretos que no siempre son fáciles de llevar ni de entender. A lo largo de la novela estas relaciones van rompiendo fingimientos y convencionalismos, para reconstruir, a partir de los pedazos rotos, relaciones más auténticas y sinceras. 
Los personajes van quitándose las máscaras en un duro ejercicio de sinceridad y van dejando emerger sus verdaderos sentimientos y personalidades.
Hay tanta carga emocional en la historia que cada pasaje es un paso más allá en la evolución emocional de los protagonistas. Todos empiezan la novela siendo de una manera y terminan siendo nuevas personas,liberadas de sus miedos y sus tragedias.
El autor describe todo este proceso evolutivo con una gran maestría. La lectura fluye, nos arrastra, entre fragmentos cargados de humor, de ironía , pasajes socarrones que nos hacen sonreir; hasta momentos tiernos, conmovedores o incluso, muy tensos.
Ha sido un verdadero placer descubrir a Alejandro Palomas. Resulta complicado escribir sobre sentimientos sin caer en la ñoñería o la lágrima fácil, y Palomas lo consigue.

viernes, 7 de febrero de 2014

La mejor inversión

Hace un par de semanas, una mañana de domingo como tantas otras, me fui a dar una vuelta por el Mercado de San Antonio de Barcelona. Como todos los aficionados a la literatura saben, las mañanas de los domingos, el Mercado ofrece libros, películas, y variados objetos de coleccionismo, de segunda mano y a buen precio, por lo cual siempre es fácil volver a casa con aquel libro que andábamos buscando y al fin encontramos, o con alguna novedad a precio irresistible o alguna rareza varia. Lo que está claro es que pocas veces volvemos a casa con las manos vacías...por no decir, nunca.
El caso es que ese día, cuando ya casi acababa el recorrido entre las paradas de libros, me llamó la atención un oscuro lomo verde reluciente, escondido entre una pila de ofertas a 5 euros. Lo cogí y vi que era una edición del Círculo de lectores ,de las Historias de fantasmas "Para leer al anochecer" de Charles Dickens. Hacía tiempo que me apetecía mucho tener este libro, cuando una de mis editoriales favoritas, Impedimenta, lo publicó. Desconocía esta edición de Círculo de lectores pero el perfecto estado del volumen y su precio me interesaron enseguida. Sin embargo, al abrirlo para ojearlo, me dí cuenta que una página estaba casi completamente partida por la mitad. La vendedora se dio cuenta y extendió la mano para arrebatarme el libro, diciendo: "Vaya, veo que está roto. Se habrá colado porque todos nuestros libros están en perfecto estado.Traiga que lo retiro de la venta" Supongo que debió ver la expresión de mi cara ,¿sorprendida?, ¿aterrada?, ¿disgustada?, ¿decepcionada?...que antes de darme tiempo a responder añadió: " Bueno, si quiere, me da 1 euro y se lo lleva".
Un poco de cola blanca y papel encerado, y el libro como nuevo.
En mucho tiempo, ha sido mi mejor euro invertido. Sin ninguna duda.



El Paraíso imperfecto. Recordando a Monterroso

Decía Ernesto Sabato:" Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas." Pues Augusto Monterroso sería un perfecto representante de lo que para Sabato, y para muchos de nosotros, debe ser un buen escritor. Ni le sobra, ni le falta una sola palabra. Es un verdadero maestro en el cultivo del microrrelato y también lo es cuando la extensión de sus textos van más allá de una simple línea. Monterroso es ironía, ternura, poesía y reflexión. 
Desde aquí, y como recuerdo en el día del aniversario de su fallecimiento, recomendamos "El paraíso imperfecto", que da nombre a uno de sus pequeños relatos más conocidos, publicado por Debolsillo (Random House), con un subtitulo precioso: "Antología tímida". Os dejamos con una muestra de su buen hacer literario:


Fecundidad
Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea.


El paraíso imperfecto
-Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.



Epitafio encontrado en el cementerio Monte Parnaso de San Blas, S.B
Escribió un drama: dijeron que se creía Shakespeare;

Escribió una novela: dijeron que se creía Proust;
Escribió un cuento: dijeron que se creía Chejov;
Escribió una carta: dijeron que se creía Lord Chesterfield;
Escribió un diario: dijeron que se creía Pavese;
Escribió una despedida: dijeron que se creía Cervantes;
Dejo de escribir: dijeron que se creía Rimbaud;
Escribió un epitafio: dijeron que se creía difunto.


Los libros tienen su propia suerte
Los libros tienen sus propios hados. Los libros tienen su propio destino. Una vez escrito –y mejor si publicado, pero aun esto no es imprescindible– nadie sabe qué va a ocurrir con tu libro. Puedes alegrarte, puedes quejarte o puedes resignarte. Lo mismo da: el libro correrá su propia suerte y va a prosperar o a ser olvidado, o ambas cosas, cada una a su tiempo.

No importa lo que hagas por él o con él.
Puede quedarse escondido o escrito en cifra en un desván y ser descubierto ciento treinta y dos años más tarde; estar en todas las vitrinas y en manos y en bocas de todos y pasar al olvido inmediatamente después de tu muerte, cuando para la gente seas apenas un nombre o un fantasma, o ni tan sólo un fantasma; cuando hayas desaparecido y ya ninguno te tema o espere favores de ti; o ya seas simpático y tu famoso ingenio no haga reír a más nadie, porque nadie estará ahí para reírse, ni contigo y ni siquiera de ti.
O al contrario, donde los dulces novios pasaban de largo agarrados de la mano sin dignarse a echar una mirada a tu querido libro, del que sólo tú sabes el trabajo que te costó, el amor que le pusiste y las dudas que te inspiró sumiéndote en la desesperanza, la sensación de impotencia y el rencor; donde la buena gente distraída te ignoraba, ahora lo toma en sus manos incrédula ante tanta maravilla que antes ni sospechaba, lo paga y se lo lleva a su casa, habla de él con sus amigos, lo presta o no lo presta, según, subraya párrafos, y en la noche, no importa la hora, despierta a su esposa o esposo y le dice oye esto.
(Pero tú andarás muy lejos. No puedes verlo ni oírlo porque tal vez ya estés muerto sin que de la gloria del mundo te haya tocado en vida ni esa alegre migaja.)
Ahora tu libro va debajo de los más extraños brazos y se halla en todas las mentes.
Calma; no sufras: mañana lo va a estar también y pasado mañana, y todos los días y los siglos venideros.
Resulta que los aplausos que recibió eran en realidad merecidos, y los premios que le dieron también, y como hoy, las cosas seguirán igual y hasta mejor: los niños de las escuelas irán el día de tu aniversario a la calle que lleva tu nombre, y el ministro dirá su discurso, mil quinientos años lejos, y podrás ver desde el lugar en que estés a aquellos seres extraños diciendo palabras en un idioma que ya no comprendes, y en un momento dado el ministro levantará la vista y el brazo y agitará su papel en la mano como saludándote y como diciendo no te preocupes por tu mensaje, estamos contigo y te queremos mucho; mientras, los niños, mirarán asimismo hacia lo alto y se llevarán la mano a los ojos cubriéndolos no sabrás si del sol o de tu propio resplandor.


jueves, 6 de febrero de 2014

Anna Karenina

"Anna Karenina" de Leon Tolstoi es la historia de una mujer adúltera y de las consecuencias que se derivan de ese adulterio. Pero aunque, efectivamente, ese es el eje fundamental en torno al cual se construye la narración, resultaría demasiado simplista resumirlo así, porque "Anna Karenina" es, efectivamente la historia de un adulterio, pero es eso y mucho más.
Ésta es una novela que habla de hombres y mujeres, de pasiones, de ideales y de bajezas,  de maneras de ser, de sentir, de pensar.
El autor lleva a cabo, un análisis profundo y atento de una serie de  personajes que se mueven en un marco social y histórico muy concreto, la Rúsia de finales del siglo XIX. A través de ellos, Tolstoi  aprovecha para disertar sobre la vida y la muerte, la religión, el sentido de la existencia, la política, el comportamiento de hombres y mujeres en una sociedad que juzga, aprueba o condena, según los actos de cada cual.
La protagonista se nos presenta por primera vez como una mujer encantadora, sensata, absolutamente convencional, que ayuda al crápula de su hermano para que su esposa le perdone una de tantas infidelidades conyugales. Pero poco después, en la vida ordenada y burguesa de Anna, se cruzará el atractivo Vronsky por el que ella, ciega de pasión , lo dejará todo: marido, hijo, amigos... Pero, como no podía ser de otra manera, debido a la moral estricta de Tolstoi, este amor loco y adúltero, estará condenado a un trágico destino.
Paralelamente a la historia de Anna y Vronsky, se desarrolla la de Leonyn y Kitty, que representaría la otra cara de la moneda. Una relación que intuimos, cuenta con toda la simpatía del autor. Leonyn es un claro "alter ego" de Tolstoi, un personaje que intenta cambiar el mundo y la sociedad en la que vive, cuestionando política, filosofía y religión. Junto a él, siempre Kitty, una muchacha que parece frívola y delicada y que al final resultará ser mucho más fuerte y decidida de lo que aparenta.
He disfrutado mucho leyendo esta novela y reivindico una lectura más amplia. Resulta demasiado reduccionista quedarnos simplemente con la tragedia de Anna, cuya evolución como personaje no acaba de convencerme. Me resulta un tanto inverosímil esa transformación de la Anna equilibrada y sensata de las primeras páginas, a la Anna enloquecida de celos, posesiva, absorbente y tan dependiente de Vronsky como del opio, en la parte final. 
Anna se deja arrastrar por la pasión amorosa y ello comporta incluso el abandono de su único hijo. Esta relación con el niño, y el rechazo hacia la hija que tiene con Vronsky  la convierten en una mala madre, egoísta e indiferente. Tolstoi castiga duramente el adulterio y lo lleva hasta las últimas consecuencias. Un final que no es sorpresa para nadie y que no podía ser otro.
Hay mucha filosofía en las páginas de "Anna Karenina", muchas reflexiones con las que podremos estar o  no de acuerdo con el autor, pero es innegable que nos encontramos ante un monumental fresco que retrata con brillante maestría la Rúsia de finales del XIX. Y es esta visión social, política e histórica la que realmente le da a esta novela, según mi punto de vista, la grandeza y el derecho a haberse convertido en uno de los mejores clásicos de la literatura universal.