miércoles, 28 de marzo de 2018

"El corzo", Magda Szabó

No soy la primera ni seré posiblemente la única a la que le sorprenda lo poco conocida (y reconocida) que es Magda Szabó en nuestro país. A pesar de que se han publicado ya varias de sus novelas, sigue siendo a mi juicio, una autora que no ha recibido la merecida atención por parte de los críticos ni de los lectores, lo cual es una verdadera lástima a la que invito a todos a ponerle remedio.


Hace ya unos años se publicó en España, su magnífica novela "La puerta" (de la que se puede encontrar además una adaptación cinematográfica protagonizada por la gran Helen Mirren), a la que siguieron "La balda de Iza" y "Calle Katalin", y después, nada más que leer de esta interesante escritora húngara hasta ahora que, felizmente, nos llega de la siempre atinada mano de editorial minúscula, "El corzo", novela publicada originalmente en 1959 y que debido a su carga crítica contra el régimen político vigente en Hungría, tuvo una muy discreta acogida en su propio país, aunque gracias a la intervención del colega y amigo de Szabó, Herman Hesse, fue publicada al alemán y divulgada por toda Europa, lo que le valió a su autora el éxito, por un lado, y la disidencia, por otro.


Pero más allá del más o menos disimulado ejercicio crítico contra el régimen soviético, "El corzo" es un espléndido monólogo en el que Eszter, una actriz de éxito en su país, da un repaso a su vida y, rememorando infancia y juventud, llega hasta el presente, a una madurez que arrastra mucho rencor y resentimientos que han ido fermentando a lo largo de su vida y cuyo mayor acicate ha sido y sigue siendo Angéla, una amiga de la infancia cuya relación discurre a lo largo de los años marcada por una celosa obsesión por parte de Eszter a la que Angéla permanece ajena.


En "La puerta" la historia giraba entorno a dos mujeres, una escritora y su criada; en "La balada de Iza", la novela reflejaba las relaciones entre una madre y su hija; y de nuevo, en "El corzo", dos figuras femeninas son los personajes principales: Ezster, protagonista principal y narradora activa, con una fuerte personalidad, una mujer dura, poco o prácticamente nada empática, una luchadora nata esculpida con el cincel de la pobreza y las privaciones, que ha conseguido cumplir sus sueños, al menos profesionales y económicos pero a la que le falta equilibrio emocional y capacidad de amar de manera desinteresada; y Angéla, el contrapunto inocente, delicado y sensible que despierta la envidia y los celos más profundos en Ezster cuya malsana fijación por su amiga será motivo de las más diversas revanchas. Resulta curioso que por mucho que avancemos la lectura, es prácticamente imposible entender, aceptar o simpatizar algo con el personaje de Ezster. Nos da pena Angéla, por su ingenuidad y su carácter bondadoso que todo el mundo admira y aprecia. Somos conscientes de la dura vida que ha tenido Ezster, de sus vínculos familiares y afectivos mal consolidados, de los momentos difíciles que ha tenido que pasar por la situación política de su país, pero, ¿justifica todo ello ese ansia desbocada por perjudicar a Angéla, pasando por encima de todo aquello que ambas más aman? Definitivamente, no.

"El corzo" resulta sin duda, un brillante ejercicio introspectivo que, a través del monólogo consigue desarrollar una novela marcadamente realista pero con el intimismo que supone el punto de vista de la narradora. El ritmo de la novela es lento, va avanzando despacio, generando una expectativa y una tensión narrativa que sentimos nos va preparando para un terrible desenlace. Durante el camino hemos intentado entender a Ezster, conectar con ella de alguna manera, buscar algún resquicio de sensibilidad en su interior pero ha sido en vano. Finalmente, solo nos queda dejar la puerta abierta y dejarla ir...




Fotografía de Boulevard literario       







jueves, 22 de marzo de 2018

"Sobre algunos enamorados de los libros", Philippe Claudel

"El mundo es una bruma de calor que se eleva en el corazón de un verano que no es un verano, sino el sueño de lo que podría ser un verano si existiera, si de verdad existiera, fuera de los libros que son las materias frágiles de nuestra memoria"

Desde que descubrí a Philippe Claudel con su novela "Almas grises", hace ya unos cuantos años, me convertí en una lectora incondicional de cada nuevo título que sacaba al mercado. Cada obra, motivo de alegría y garantía de grandes momentos de lectura.
"Sobre algunos enamorados de los libros" que acaba de publicar editorial minúscula, se suma a esta obra, no demasiado prolífica pero quizá por eso, exquisita y exclusiva del escritor y cineasta francés.

La prosa de Claudel fluye y seduce, atrapa y envuelve con tal tenue suavidad que nos rendimos a su verbo sin apenas darnos cuenta. Es una prosa de murmullo a media voz, de distancia corta, con el tono exacto de equilibrio entre poesía y emoción. Sentimiento controlado a través de una pluma precisa que consigue escribir la palabra exacta para que se desencadene esa sorprendente alquimia que nos deja aturdidos, conmocionados ante un lirismo, en apariencia, sencillo, pero que percibimos, profundamente intenso. 
Conseguir esto en narrativa, en un género que poco o nada tiene que ver con la poesía, impregnando de matices sutiles y sugerentes, el texto, no es fácil. Aunque sean autores totalmente distintos, hay algo en la escritura de Claudel que me hace pensar en otros escritores como Erri de Luca o Eduardo Halfon, felizmente descubiertos hace poco que, posiblemente sin pretender ser poetas, lo son. Más allá de tener talento, que los tres lo tienen y mucho, hay un trasfondo tan callado como obvio: sensibilidad. 

Toda la producción literaria de Claudel destila el mismo aliento narrativo, la misma escritura minuciosa, pulida e inspirada y "Sobre algunos enamorados de los libros" no es una excepción. El título evoca el estilo de los tratados clásicos y ese aire se mantiene en la estructura del libro que es un variopinto desfile de personajes que aspiraban a ser escritores y se perdieron por el camino. Entre la realidad y la ficción, la ironía y la ternura,  lo que fue y lo que podría haber sido, Claudel retrata todo tipo de "enamorados de los libros" que fracasan en sus ansias de convertirse en literatos célebres. Desde un tímido japonés que en un ataque de hambre devora un libro de haikús en una librería de barrio, hasta el escritor que intentaba reclutar lectores para su obra por medio de anuncios en la prensa, pasando por una lectora que solo hacía el amor con escritores para conseguir engendrar un libro o aquel celebérrimo profeta que fue asesinado antes de poder revisar su obra, la cual sigue teniendo éxito más de 2.000 años después...el catálogo de personajes curiosos y entrañables desfila ante nuestros ojos hasta llegar al propio autor: "En cuanto a mí, yo sigo mi camino dudando siempre entre proseguir el hilo de los relatos, que son mis amigos queridos y sin rostro. No soy más que un hacedor de humo, y solo vivo un poco, un poquito, no por mí mismo, sino en el alma de aquellas y aquellos que me dan su amor y su estima."






Fotografía de Boulevard literario 


miércoles, 14 de marzo de 2018

"Biblioteca Bizarra", Eduardo Halfon

Un orondo pistolero matón que luce una estridente camisa amarilla y un pantalón acampanado rojo, nos desafía desde la cubierta del último libro de Eduardo Halfon. Llegamos a él después de la sobria y elegante edición de esa absoluta belleza de texto que es "Saturno" y el contraste entre la portada de éste y la colorida imagen de "Biblioteca Bizarra" no puede ser más desconcertante. Como es aconsejable hacer siempre con los libros publicados por Jekyll & Jill, hay que sacar  cubiertas y explorar a fondo el libro. Siempre hay sorpresas. Gratas y originales. Este pequeño volumen no es una excepción. Las portadas son amarillas y en un periodístico collage se recogen distintas acepciones del término "bizarro" ¿Pero qué tenemos exactamente entre manos? ¿Dónde está ese Halfon delicado y grave, conmovedoramente sobrio que conocimos en lecturas anteriores? Pues leyendo las 6 crónicas que componen "Biblioteca Bizarra", ese Halfon que tanto nos gusta está ahí mismo. Lo único que ha pasado es que, posiblemente confabulado con su editor, ha dejado volar su vena más lúdico-festiva, jugando ingeniosamente con nosotros al equívoco, que no, al engaño. 

Empezar a leer "Biblioteca Bizarra", el primero de los textos que da título al libro, significa relajarse y respirar tranquilos. Es empezar a leer y dejarse llevar a través de una interesante visita por curiosas bibliotecas personales seleccionadas por el autor que dan pie a las primeras reflexiones sobre el papel del escritor y la literatura.
¿Debe la literatura reflejar la realidad, comprometerse con ella, denunciar lo denunciable? ¿Hasta qué punto el escritor solo debe ficcionar o debe implicarse en la realidad que conoce?

En "Los desechables", la segunda crónica de "Biblioteca Bizarra", el autor establece un diálogo con las voces marginadas y olvidadas de la sociedad, un diálogo entre realidad y literatura, entre el escritor y la vida. Halfon hurga en el drama cotidiano y las miserias de unos individuos perdidos por causa propia o ajena y de ese contacto, del intercambio de presuntas preguntas y respuestas, la empatía y la humanidad trascienden más allá de las palabras.

En "Halfon, Boy", esa profunda humanidad enlaza con la condición cercana del propio escritor que va a ser padre. Asistimos al despliegue de un preciso y precioso andamiaje literario en el que se van alternando las reflexiones entorno a la obra del poeta Williams Carlos Williams que Halfon está traduciendo, con los miedos e ilusiones que le genera la responsabilidad de su próxima paternidad.

El niño siempre presente. El que va a tener y el que él mismo ha sido. La infancia como lugar de búsqueda y encuentro. Recuerdo y evocación de un tiempo en el que el escritor va en busca de sus orígenes, como persona y como literato. Así, en "Saint-Nazaire" y "La memoria infantil", la escritura adquiere dimensión de respuesta, explicación y posible redención, paseo por los recuerdos y las imágenes recuperados del pasado a partir de pequeños destellos de la memoria sobre los que se proyecta y construye el relato, el artefacto narrativo que cobra todo su sentido.

Por desgracia, "Biblioteca Bizarra" se nos está acabando. No queremos abandonar sus páginas, demoramos el final  y sentimos ya la necesidad de una segunda relectura. Cierra el libro, "Mejor no andar hablando demasiado", donde percibimos y recuperamos la imagen de la cubierta, volvemos al chulesco personaje que pistolón en mano nos recibía en la portada y su presencia cobra sentido. 
El miedo y la amenaza consiguen callar bocas, silenciar plumas y quemar papel, pero allí donde haya un escritor, y si ese escritor es Eduardo Halfon, seguro que siempre habrá un lugar, aunque sea lejos de sus raíces, en el que pueda encontrar su propio "pedacito árido de tierra" para seguir hilvanando retazos de memoria que se conviertan en literatura. 



Fotografía de Boulevard literario    


sábado, 10 de marzo de 2018

"Objeto de amor", cuentos de Edna O'Brien

"Empezaba a chispear, y entre la lluvia, el agua bendita y el frondoso serbal rojo, cargado de vida, pensé que la nuestra era una tierra de vergüenza, una tierra asesina y una tierra de extrañas mujeres expiatorias."

Mujeres frágiles que acaban siendo más fuertes de lo que aparentan. Mujeres poderosas que terminan por quebrarse bajo el peso de las circunstancias. Mujeres que trabajan, que luchan, que sufren, que aman, que utilizan y son utilizadas, que seducen y son seducidas. Mujeres que construyen con esfuerzo un universo femenino, cimentado en experiencias tan intensas como dramáticas. Bellas mujeres por dentro o por fuera, o simple y totalmente, bellas. Únicas. Mujeres que se forjan a si mismas a golpe de sueños y esperanzas pero que a veces se pierden a lo largo del camino. Mujeres que se hunden y renacen. Todas y cada una de ellas son Edna O'Brien.

Quien ya haya leído sus magníficas memorias "Chica de campo" publicadas por errata naturae, reconocerá en esta selección de cuentos a cargo de Marta Orriols, publicada en Lumen bajo el título "Objeto de amor", muchos elementos autobiográficos, tan firmemente entretejidos en el discurso narrativo que resulta difícil, sino imposible, delimitar y saber dónde acaba la realidad y empieza la ficción. Lo que resulta evidente es que todas las historias nacen de un mismo sustrato vital, de la vida real de esta magistral escritora irlandesa que, con sus más de 80 años a cuestas, acumula vivencias para llenar miles y miles de páginas convertidas en relatos y novelas. 

En estos cuentos, nos encontramos con protagonistas femeninas a las que acompañamos en su infancia, su juventud o su madurez. Niñas que descubren el mundo, que viven sus primeras experiencias y sufren sus consiguientes desengaños. Aprenden a golpes de realidad. Aman, sueñan y despliegan sus primeros sueños y ambiciones en su entorno más cercano, en la familia, la escuela, el pueblo o el convento, en una Irlanda rural tan sobria como verde, tan salvaje y dura como embriagadora y sugerente. En el punto de inflexión hacia la adolescencia se cuestionan emociones y sentimientos, como en ese magnífico y conmovedor relato que es "Una rosa en el corazón de Nueva York" dedicado a la figura materna, esa madre idolatrada de la que el tiempo y las circunstancias alejan, de forma irremediable, de su hija. 

Desconocemos si esta selección de relatos sigue un orden cronológico pero leyendo los cuentos tal cómo están dispuestos se observa una evolución formal. Los primeros presentan una estructura más tradicional, más ordenada; parecen tener un origen oral, con aires de fábula. Pero a medida que vamos leyendo aquellas historias cuyas protagonistas ya no son niñas, sino mujeres adultas, emancipadas, los textos van adquiriendo una estructura más compleja que a veces deriva en monólogos interiores que, sin perder un ápice de la carga emocional que transmiten los relatos protagonizados por niñas, sí presentan más complejidad, más trabajo formal. Sea como sea, O'Brien consigue llegar siempre a lo más hondo del lector, sean cuales sean los caminos y recursos que utilice.

Cada relato es una pequeña pieza de orfebrería con un broche final que cierra y remata las historias de una manera impecable y muy acertada. Si Edna O'Brien ya ha demostrado con creces que es una espléndida novelista, ahora, con los relatos recogidos en "Objeto de amor" también hay que reconocerle su talla como cuentista. 20 relatos imperdibles. Inolvidables. 




Fotografía de Boulevard literario     


lunes, 5 de marzo de 2018

Una "Chica de campo" llamada Edna O'Brien

 "Busqué la receta del pan irlandés e hice una cosa que llevaba treinta y tantos años sin hacer. Pan. Por muy piano roto que fuera, me sentí más viva que nunca cuando el aroma del pan se apoderó del ambiente. Era un olor antiguo, fuente de muchos recuerdos, y así fue como aquel día de agosto de mi septuagésimo octavo año de vida me senté para empezar las memorias que me había jurado no escribir jamás."

Gracias a esta inspiración genuinamente proustiana, Edna O'Brien decidió escribir su autobiografía, y tras haberla leído lo primero que se me ocurre es bendecir mil  veces el trigo irlandés que esta mujer en plena vejez convirtió en pan y cuyo vivificante aroma despertó las ganas de volcar al papel toda su larga e intensa vida.

Dividida en 4 partes, "Chica de campo" publicada por errata naturae recorre la infancia, juventud y madurez de esta  espléndida escritora irlandesa cuya obra y vida personal bien merecen atención y reconocimiento pues quien haya leído alguna de sus novelas sabrá que uno se queda irremediablemente  atrapado en este universo tan personal, íntimo y visceral que retrata.
Acerquémonos a la lectura de la obra de O'Brien sin prejuicios ni ideas preconcebidas, que no nos lleven a engaño sus títulos inocentes y sus dulces portadas "retro", que no nos confundan las escuetas sinopsis que preceden a sus historias. Nada es lo que parece. Tras las historias aparentemente idílicas que nos cuenta O'Brien siempre late una pulsión dramática que va "in crescendo" y se manifiesta cuando menos lo esperamos. Nunca se sale ileso de su lectura, porque la narrativa de esta autora irlandesa está tan íntimamente vinculada y arraigada en la vida misma que la ficción nos supera y trasciende. Lo mismo es aplicable a estas memorias de las que otra enorme escritora, Alice Munro dice: «En Chica de campo hay una gran honestidad y lucha, y la alegría y la tristeza se unen: ¡pura vida!» Efectivamente entre manos tenemos "pura vida" y esa esencia tan íntima es lo que nos queda como un poso permanente en nuestra memoria lectora. Dice O'Brien que Norman Mailer le dijo una vez. "Eres demasiado íntima, éste es tu problema". Pues aunque sea alguien de la talla de Mailer quien afirme esto, a mi modo de ver la escritura íntima de O'Brien no es su problema, sino su principal valor, lo que cala en el lector y lo que se lleva para siempre tras la lectura. 

En la actualidad Edna O'Brien pasa ya de los 80. La imagen que vemos de ella, a través de los medios de comunicación, es la de una dama elegante, alta y siempre impecablemente peinada. Parece distante, incluso parece mantener un cierto gesto de arrogancia contenida que se trasluce a través de su mirada penetrante y su voz profunda. Pero si somos buenos observadores, yo me atrevería a añadir que tras ese porte altivo se adivina un punto también de resignada tristeza, de esa con la que nos van castigando los desengaños y las experiencias más dolorosas de la vida.

Y es que al ir leyendo estas memorias, descubrimos que la biografía de Edna O'Brien es un viaje lleno de altibajos, que se inicia en una infancia, (descrita en la 1ª parte del libro), humilde pero en general, feliz, estrechamente vinculada al paisaje, al campo y la Naturaleza de la que se manifiesta, enamoradamente devota; condicionada por el entorno familiar del que destaca una madre sólida y cariñosa y un padre violento y dependiente del alcohol; un entorno marcado por las costumbres del medio rural irlandés y una estricta formación católica que la lleva incluso a pasar un tiempo en un convento. Es en esta época en la que la niña se inicia en sus primeras lecturas, devocionarios y libros religiosos de los que se nutre a falta de otros textos, hasta que cae casualmente entre sus manos "East Lynne", una larga novela que devora y relee sin cesar. Se despierta en la joven Edna el interés por la lectura y...por la escritura : "Para escribir me echaba al campo. Las palabras huían conmigo. Escribía historias imaginarias, historias ambientadas en nuestra ciénaga y en nuestro huerto, pero no bastaba, porque yo quería penetrar en ellas..." Posiblemente ella aun no lo sepa, pero está germinando su talento como escritora.

Será cuando se traslade a Dublín para estudiar y trabajar como farmacéutica cuando amplía sus lecturas, descubre la obra de Proust, la pasión por el teatro, entrará en contacto con la vida cultural dublinesa, artistas, escritores, intelectuales...y a la par que crece y madura como escritora también lo hace como mujer, teniendo sus primeras aventuras amorosas hasta conocer al que será su futuro marido, Ernest Gébler, el cual no le facilitará la vida en ningún aspecto, ni personal ni literario, por lo que tras un matrimonio turbulento del que Edna tendrá dos hijos, se acabarán separando. 
Pero antes de que esto suceda, de Dublín se trasladarán a Londres donde Edna "hallaría tanto la libertad como el acicate para escribir"  

La lectura de este excelente libro de memorias es absolutamente adictiva, tanto por lo que cuenta como por la forma en que lo hace, de manera que hay momentos en los que dudamos si estamos leyendo un texto autobiográfico o pura ficción. Imposible delimitar para quien haya disfrutado de la trilogía de "Las chicas de campo" o de sus cuentos, cuánto hay de Edna O'Brien en sus criaturas, cuantas experiencias narradas son fruto de sus propias vivencias o de su imaginación.

Embarazada de su primer hijo, confiesa: "No podía parar de llorar. ¿Por qué la vida no podía vivirse con esa misma intensidad? ¿Por qué solo en los libros encontraban salida mis emociones?"  Afortunadamente para la historia de la literatura, Edna O'Brien, ha sabido revertir lo mucho que le ha dado la lectura, volcando su increíble - y a mi juicio, no suficientemente reconocido - talento en escritura. Sin duda, estas memorias son la mejor manera para conocer a esta gran escritora y el mejor aliciente para leer su obra, si alguien aun no se ha decidido a hacerlo. Ojalá el tiempo llegue a darle a O'Brien todo el reconocimiento que merece más allá de su Verde Erin. 




Fotografía de errata naturae