domingo, 17 de diciembre de 2017

"Las mujeres y la literatura", Virginia Woolf

Nació en 1882, en un Londres victoriano en el que las mujeres empezaban a luchar y a ganar sus derechos. Ni fue rápido ni fue fácil, pero ella pudo ser testigo y partícipe de los cambios sociales que irían marcando el camino para la emancipación de la mujer y que abrirían las puertas a su realización personal y laboral, más allá de la familia y el hogar.
Ella fue una privilegiada. Aun cuando no pudo acceder a la universidad como sus hermanos varones, recibió una esmerada y completa formación en casa y tuvo acceso a la magnífica biblioteca particular de su padre, prestigioso hombre de letras que reunía en su casa amistades de la talla de Henry James o Ralph Waldo Emerson entre otros. 
Pero además, cuando ella y sus hermanos abandonaron el hogar familiar, tras la muerte de sus padres, para instalarse en una vivienda muy cerca del Museo Británico, fueron creando su propio círculo de amigos artistas e intelectuales que, contraviniendo los preceptos victorianos, constituirían el que fue conocido como Círculo de Bloomsbury.
Muchos habréis ya adivinado que hablamos de una joven de mirada azul algo triste y porte lánguido que empezó muy joven a dar sus primeros pasos en el mundo de la literatura y que llegó a convertirse con el tiempo, en una de las más grandes escritoras de la historia: Virginia Woolf.

Miguel Gómez Ediciones acaba de publicar un interesante libro de ensayos titulado "Las mujeres y la literatura" que recoge una selección de textos en los que la espléndida escritora británica reflexiona en torno a la escritura, al papel de la mujer a lo largo de la historia de la literatura, analizando su situación en el momento en el que ella escribe y prediciendo el posible futuro de las escritoras que, valorado a día de hoy no resulta para nada desacertado.

Para cualquier amante de la literatura, leer buenos ensayos sobre la materia, o aproximaciones biográficas de escritores (ya sean conocidos o los descubramos gracias a estos textos) siempre es una gratificante lectura que sin duda, nos aportará nuevos conocimientos. Si además, los ensayos en cuestión están escritos con una calidad narrativa de manera que pueden ser leídos como artefactos literarios por sí mismos, la experiencia lectora será incuestionablemente, mejor. Y si la autora de la obra es la magistral e inolvidable Virginia Woolf, la garantía que tenemos entre manos una auténtica joya es irrebatible.

En poco más de 170 páginas, cuidadosamente editadas, tenemos a nuestro alcance una selección de 7 ensayos en los que Woolf reflexiona sobre su propia aventura como escritora y el periplo de sus contemporáneas para realizarse en el mundo de las letras:

"...cuando empecé a escribir, encontré pocos obstáculos materiales en mi camino. La literatura era una ocupación reputada e inofensiva. La paz familiar no se quebraba por el rasguño de una pluma. No se requería dinero del bolsillo familiar. Por diez chelines y seis peniques uno puede comprar el papel suficiente para escribir todas las obras de Shakespeare, por si alguien tiene en mente hacerlo. Un escritor no necesita pianos ni modelos, París, Viena ni Berlín, maestros ni maestras. El hecho de que el papel para escribir sea barato es la razón por la que las mujeres han triunfado como escritoras antes que otras profesiones".

Sobre la creación literaria en general:

"Siempre resulta indiscreto hablar de los sentimientos. ¡Cómo prevalecen, cómo impregnan nuestras relaciones! Al subir a un autobús nos gusta el revisor, en una tienda podemos sentirnos atraídos o no atraídos por la joven que nos atiende, a lo largo de los trayectos y en el día a día, nos guste o no, hacemos lo que nos place y toda nuestra jornada se ve teñida o impregnada por los sentimientos. Y así debe ser con la lectura. El crítico podrá abstraer la esencia y deleitarse en ella sin perturbarse, pero para el resto de nosotros hay algo en cada libro -sexo, carácter, temperamento- que, al igual que en la vida, puede despertar afecto o rechazo, puede persuadirnos y perjudicarnos, e incluso puede resultar difícil de comprender."

Sobre el futuro de las mujeres escritoras:

"... si podemos hacer una predicción, diremos que en el futuro las mujeres escribirán menos pero mejores novelas, y no solo novelas, sino también poesía, crítica e historia. Pero para estar seguros, debemos mirar hacia esa, quizás fabulosa, edad de oro en la que la mujer tendrá aquello que le ha sido negado durante tanto tiempo: tiempo libre, dinero y una habitación propia"

Completándose estos ensayos con 18 esbozos biográficos de distintas literatas , anteriores a Woolf , unas, y contemporáneas otras que ilustran de manera muy acertada las teorías que postula la autora en sus artículos.

"Las mujeres y la literatura", ilustrado además con unas estupendas fotografías digitalizadas, da una completísima visión por parte de Virginia Woolf del papel de la mujer escritora y su futuro, y despliega ese maravilloso estilo cargado de ironía pero siempre extremadamente educado, esa réplica sutil y elegante que caracterizó a la escritura de Woolf.
Una obra sorprendentemente profética por lo que puede comprobarse hoy en día y que, como una bocanada de aire fresco, anima a seguir adelante en el camino por el reconocimiento de la vocación artística de todo individuo más allá de su sexo.
Una  autora, que por sus planeamientos y su decidida carrera literaria, tenemos la obligación de recordar con gratitud y tener siempre como referencia. 
Un volumen que a partir de hoy mismo formará parte de nuestra biblioteca personal, más preciada y valiosa. 





Fotografía de Boulevard literario       


lunes, 4 de diciembre de 2017

La profunda sencillez de Elizabeth Strout

Septiembre de 2016. La mesa está preparada. No es muy grande, el tamaño justo para que quepan apilados, ejemplares traducidos al catalán y al castellano de la novela "Me llamo Lucy Barton" y algo más de espacio para que su autora pueda sentarse a firmarlos. 

Estamos en la librería Laie de Barcelona, en cuya planta superior Elizabeth Strout está atendiendo a la prensa. Cuando termine, bajará a dedicar su libro a quién lo desee. Poco a poco se va formando una cola de lectores, la mayoría mujeres, que esperamos impacientes a esta estupenda escritora norteamericana que se hizo famosa en nuestro país con la brillante "Olive Kitteridge" y que ahora nos ha vuelto a seducir con "Me llamo Lucy Barton" publicada por Duomo Ediciones.

Sencilla y discreta, Strout toma asiento y sonríe. Gracias a la traductora que la acompaña, todos tenemos la posibilidad de comunicarnos con ella. Atiende a cada uno de nosotros sin prisa, con un gesto cálido y sin perder la sonrisa. Cuando llega mi turno le cuento que admiro su obra desde que la descubrí con "Amy e Isabelle" a la que siguieron, "Los hermanos Burgess", "Olive Kitteridge" y ahora "Me llamo Lucy Barton". Strout abre los ojos sorprendida de que haya leído toda su bibliografía y se muestra alegremente agradecida. "Admiro su habilidad por convertir en universal lo más cercano a usted, esa capacidad de contar lo más simple y cotidiano, lo más dramático y terrible y hacerlo llegar al corazón de lectores de todo el mundo. Su humanidad, su profunda sencillez narrando. Muchas gracias por escribir como escribe". Algo así surge atropellado entre mis labios cuando me está firmando el libro, ese que me devuelve dándome a mi las gracias por leer su obra que espera siga leyendo y deseándome, inmortalizados en tinta azul, "my warmest wishes".

Ha pasado un año desde entonces y aquí estoy, con su última novela recién leída y una vez más, disfrutada. Duomo Ediciones nos vuelve a traer a Strout con "Todo es posible" en la que volvemos a encontrarnos con el universo de Lucy Barton  pero esta vez, a los ya conocidos se sumarán  nuevos personajes, nuevas situaciones, más historias y más intensas. La trama de "Todo es posible" se amplía y diversifica respecto a la obra anterior. Si en "Me llamo Lucy Barton" las protagonistas principales eran madre e hija y la narración giraba entorno a su reencuentro en el hospital y la compleja relación entre ambas que se va descubriendo a lo largo de las visitas de Lucy a su madre, hospitalizada, ahora, en "Todo es posible", los recuerdos y los personajes de los que madre e hija hablaban en el hospital se convierten en los protagonistas de la trama, que en realidad es una suma de subtramas porque la historia se ramifica con las múltiples historias de cada personaje. De hecho, aunque reaparece Lucy en escena, lo cierto es que no hay protagonistas principales y secundarios. Esta vez, todos actúan a un tiempo, todos tienen la misma relevancia y aportan por igual contenido al texto.
Como ocurría en "Olive Kitteridge", los capítulos gozan de una autonomía que permitirían leerlos como relatos independientes, pero leídos en conjunto es cuando alcanzan esa fantástica magnitud de novela, de fresco variopinto y sorprendente, lleno de matices y facetas que vale la pena leer en su totalidad.

Strout tiene la fascinante habilidad que caracteriza a los buenos narradores de historias, esa profunda sencillez que le permite escarbar en las más hondas miserias de sus personajes y sacarlas a la luz, sin sentimentalismos pero también sin dramas. En "Todo es posible", y en general, en toda la obra de Strout no se regalan los oídos a nadie, se cuenta lo que se suele esconder, sin concesiones a dulcificar lo más crudo pero sin recrearse en el dolor ni las tragedias cotidianas. Con un estilo austero, directo, natural y fluido, las historias se van desarrollando ante los ojos del lector que, aun alejado de ese entorno rural del Medio Oeste norteamericano en el que siempre localiza Strout sus novelas, empatiza y conecta con sus protagonistas. No hay más secreto que esa profunda sencillez de su autora, que una vez más se despliega en esta maravillosa novela que en el fondo, pese al tono agridulce que la caracteriza, contiene un mensaje esperanzador : "todo es posible para todos". Lean y entenderán...



Fotografía de Boulevard literario