viernes, 2 de noviembre de 2018

"La memoria del aire", Caroline Lamarche

"...siento que hay en mí una grieta donde el sol no penetra jamás, un lugar helado y frío del que ignoro hasta el nombre." (p.34)

Dividida en dos partes, "La memoria del aire" de Caroline Lamarche, recién publicada por Editorial Tránsito, arranca con un sueño: la narradora y protagonista de esta historia desciende por un barranco y encuentra el cadáver de una mujer, en la que se reconoce veinte años más joven. El texto podría interpretarse como un viaje interior, la búsqueda de una respuesta, un exorcismo de los fantasmas del pasado y de ciertos episodios vividos que hay que afrontar y superar. Si es posible llegar a superar nunca ciertas cosas...

Entre lo real y lo imaginado, lo onírico y la evocación, la protagonista nos va desvelando su pasado, marcado por una relación, pretendidamente amorosa, con el que ella alude como Deantes, un individuo arrogante, egoísta y amenazador que vuelca sus frustraciones como escritor en los repetidos maltratos hacia su pareja. Se establece así una de tantas relaciones peligrosas de dependencia, de amor malentendido, corrompido por la violencia física y psicológica. 
Por si misma, esta primera parte podría funcionar de manera independiente de la segunda, tanto por lo que cuenta como por el tono y el estilo que tiene. Perfectamente estaríamos leyendo un relato largo o una novela breve, con un tema bien desarrollado, un trama y un desenlace que acabaría en el capítulo 16. No haría falta añadir más...aunque la segunda parte irrumpe con toda la contundencia de lo que falta por contar y completar la historia, dándole todo su sentido.

El estilo formal y el tono difieren en ambas partes. Concisa, rápida y casi periodística, la última parte de la novela va directa al grano, nos expone un suceso violento y doloroso sufrido por la narradora y lo hace de manera bien clara para que nos impacte y duela al máximo, para que nos solidaricemos con ella, la entendamos y nos indignemos. Lo consigue, vaya que sí. 

Pero volviendo a la primera parte, y sin perder nunca de vista que tenemos entre manos un texto de denuncia, a nivel literario la primera parte es sencillamente espléndida. Evocativa, sugerente, en algunas imágenes y metáforas, incluso poética. Hay que leer despacio, saborear cada palabra e ir desgranando su pleno sentido. Hay que estar muy atentos, releer si es preciso para apreciar todos los matices, ecos e imágenes que salpican el texto, porque más allá del tema de fondo que es la violencia de género, el abuso físico y mental hacia las mujeres, el valor de este texto y, especialmente de esta primera parte, es el modo en que Lamarche cuenta y escribe. Con qué maravillosa destreza combina la descripción de lo bello con lo inquietante. Introduce así, entre los recuerdos gratos de su infancia, la aparición de insectos como arañas que nos inquietan y nos abren interesantes interpretaciones de la historia: "Mi mirada de niña llegaba justo a la altura de las telas de araña relucientes de rocío o que las primeras heladas solidificaban, encajes de azúcar. Me parecía que la paz del alba dependía de ese trabajo tenaz y paciente, obra de arte  a la vez que trampa, forma de cuadricular el espacio, de captar lo que vuela, vaga, se posa. La sensación de encontrarse en el centro, como la araña, es la misma que cuando contamos una historia" (p.36)

Hay en la novela, un escenario principal. Una habitación cerrada, con las cortinas echadas a través de las cuales apenas se filtra la luz. En la habitación, el lecho conyugal y libros, muchos libros. Un par de pequeños espejos, testigos silenciosos de lo que acontece en la estancia, y el aire, ese aire que todo lo invade, lo inunda, lo retiene. Retiene el miedo, la amenaza, la violencia contenida que acaba por estallar: "La memoria del aire conserva todos nuestros gestos, todas nuestras palabras y hasta los gestos y las palabras a los cuales terminamos por renunciar" (p.52)

Un breve episodio esbozado apenas al final del libro contiene la clave de esta historia. Estar en el momento y lugar equivocados. Puede que todo se reduzca a eso...o no.  Da que pensar. De hecho, el centenar de páginas que ha escrito Lamarche da mucho, mucho que pensar...


Fotografía de Boulevard literario    





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