A pesar de haber escrito una veintena de novelas, varias obras de teatro, diversos ensayos y estudios monográficos literarios e incluso varios guiones, la escritora británica Margaret Drabble tan sólo ha escrito hasta la fecha 13 cuentos, que son los reunidos en el volumen "Un día en la vida de una mujer sonriente", publicado por la Editorial Impedimenta.
¿Son suficientes poco más de una docena de cuentos para juzgar la calidad de esta autora, muy conocida en su país de origen, pero quizá no tanto en nuestro país, donde probablemente es más famosa su hermana, la también escritora A.S. Byatt?
Resulta aventurado valorar toda la obra de un autor basándonos solo en unos pocos cuentos, pero nos arriesgaríamos a decir que sí, que Drabble es una gran escritora y que estos 13 relatos son una manera perfecta para iniciarse en su escritura y conocer su talento.
Cronológicamente los cuentos están escritos desde 1966 hasta el año 2000, lo cual resulta muy interesante porque permite comprobar que la cronología de las historias va de la mano de la evolución de la propia Drabble, como escritora y como mujer.
En los primeros cuentos se aprecia un estilo más objetivo, un punto de vista que, si bien como mujer que es la autora, tiene una lógica implicación emocional y un amplio conocimiento de la situación femenina en su contexto histórico y socio-cultural, nos cuenta la historia desde fuera. Hay un distanciamiento entre narradora y protagonista, siendo ésta casi siempre una joven anónima. En estos primeros relatos parece que no importa tanto el personaje en sí como tal, sino como ejemplo o prototipo de un gran número de mujeres inglesas de la época, injustamente valoradas por su entorno, con muy baja autoestima y tendencia a tomar más de una copa de vez en cuando. Drabble despliega situaciones generadas, la mayoría de veces, a partir de matrimonios fracasados, amores rotos, profesiones frustradas, vidas insatisfechas y sin perspectivas claras de futuro, en las que a menudo, los hijos son una posible esperanza al proyectar en ellos el amor y la vida que a sus madres les han sido negados.
Aunque posiblemente haya elementos autobiográficos en todos los relatos, es en los últimos, donde se percibe más la presencia de Drabble como narradora-protagonista. En estos cuentos escritos a partir de los años 90, nos encontramos con mujeres maduras, en plena vejez que, curiosamente en los últimos años de su vida consiguen vislumbrar más esperanza y más ilusión en el tiempo que les queda por vivir, que las protagonistas más jóvenes de los primeros relatos. Será quizá debido a la sabiduría que en mayor o menor grado le llega a uno con la experiencia, en la vejez, pero la actitud vital de Elsa, Emma, Hanna o Mary (ellas sí que tienen nombre propio), asume errores, injusticias y desencantos a cambio de perdón por el pasado, encontrando "la felicidad auténtica y permanente de la contemplación sosegada" y "un interés creciente por los sentimientos comunes y el destino compartido de los seres humanos", como dice en palabras de su admirado Wordsworth, la protagonista del último cuento.
Hay una novela de Vita Sackville-West titulada "Toda pasión apagada" en la que una anciana octogenaria se queda viuda y decide vivir a su aire los pocos años que le quedan. Ha sido inevitable que esta entrañable lady inglesa no nos pasara por la cabeza una y otra vez al leer los relatos de Drabble, y no solo por el enfoque vital que plantea, sino por los escenarios, el idílico y silvestre paisaje del campo británico (la Naturaleza despliega su poder y se convierte en un elemento de interacción esencial en los últimos relatos) y esas viejas mansiones decadentes pero hermosas, posibles metáforas de las mismas vidas de sus moradoras.
Otro referente que se nota en la narrativa de Drabble es Virginia Woolf. Como no pensar en su famosa Miss Dalloway, el leer el cuento que da título al libro, relato en el que acompañamos a su protagonista a lo largo de un día de su vida y en el se condensan y resumen gran parte de los postulados que Drabble pone de manifiesto una y otra vez a lo largo del libro: mujeres aparentemente perfectas, en el hogar, en el trabajo, con el marido, los hijos; bellas, eficientes, felices...tan perfectas que resultan imposibles. Mujeres que en un momento dado se rompen, se quiebran y a partir de la rotura, consiguen recomponer o no, sus pedazos.
Cada uno de los cuentos brilla por sí solo, todos tienen su mensaje y su razón de ser, pero de entre todos ellos destacaríamos el conmovedor "Los regalos de la guerra" y el que da título al libro "Un día en la vida de una mujer sonriente", ambos por su singular potencia narrativa, equilibrada, efectiva y contundente. Y los cuatro últimos relatos, los de madurez, porque después de todo, de todas las peripecias y frustraciones, desengaños, injusticias y maltratos que deben afrontar las heroínas de Drabble, aun hay esperanza para ellas.
He leído de esta autora "La niña de oro puro" y la verdad que me gustó mucho cómo está escrito. Ya ahí hay esa distancia emocional con lo que cuenta, como mencionas aquí. Este libro caerá muy pronto porque es el libro elegido para el mes de mayo en un club de lectura al que voy, así que espero disfrutar también de estos relatos.
ResponderEliminarUn abrazo
Sin duda será un interesante club de lectura porque el libro da para plantear muchos temas. Espero que disfrutes los relatos. Saludos!
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