"-¡Ah, qué imaginación
tiene usted!-exclamé-. Yo no soy sino un pobre diablo, un hombre de letras que
vive al día. ¿Cómo podría alquilar un palacio por tanto tiempo? Mis medios son
tan escasos, mis ingresos tan inseguros, que no sé si dentro de unos meses
dispondré de lo suficiente para vivir. Me he permitido, por una vez, un lujo
enorme. Pero en cuanto a continuar...
-¿Le parecen demasiado caras sus habitaciones? Si es así, podría usted disponer
de alguna más por la misma suma-respondió prontamente- Podríamos arreglarnos,
combinare, como dicen aquí.
-Ya que me lo pregunta, le diré que las encuentro muy caras. Demasiado
caras-afirmé-. Evidentemente, me supone usted más rico de lo que soy. Me miró
con desconfianza.
-¿No vende los libros que escribe?
-¿Quiere decir si la gente los compra? Algo... muy poco. Mucho menos de lo que
yo quisiera. Escribir libros, a menos que se sea un genio (¡y ni aun en ese
caso!) es el último camino para llegar a la fortuna. Creo, además, que ya no es
posible ganar dinero con la buena literatura.
-Tal vez no elige temas hermosos. ¿Sobre qué escribe?-preguntó ella implacable.
-Sobre los libros de otros autores. Soy crítico, comentarista, historiador en
pequeña escala repuse. Y me pregunté lo que iría a suceder. "
Los
papeles de Aspern, Henry James
No hay comentarios:
Publicar un comentario