jueves, 19 de julio de 2018

"Versus", Karlos Linazasoro

"SEAMOS VALIENTES y hagamos la pregunta: ¿qué puede ver un náufrago cansado en los límites de un metro cuadrado de la tristeza? Ahora nos hablará el mismo Versus: el mar ahogado en mariposas recién nacidas; la blancura imposible que trae la lejanía; el fuego y el azúcar que guarda el hierbal; la nada haciendo milagros gritando besando; el sexo de las muchachas bellas huyendo de las terribles bestias hacia manzanos y cumbres; el ojo gigantesco de Dios cuidando del paraíso; la mano esquiva de coral de otro náufrago sosteniendo el claro cielo (…)y, cómo no, y sobre todo, la agonía incierta de la luna."


Náufrago de manual, en isla con palmera. Perdido en medio de la nada, en cualquier océano del mundo.
Náufrago barbudo, desgreñado y solitario clava en vano sus ojos en el horizonte y espera...
Pasan las horas, los días, los años...y Versus, nuestro náufrago licenciado con honores pasa a ser imagen, símbolo, metáfora de todas las soledades de la vida y del mundo.


Entre lo patético y lo sublime, lo cómico y lo trágico, el absurdo y la poesía, "Versus", este pequeño librito de apenas un centenar de páginas, escrito por Karlos Linazasoro y publicado con la habitual delicadeza a la que nos tiene acostumbrados Jekyll&Jill, es un compendio de escenas que transforman a este peculiar Robinson Crusoe en un prisma que refleja un amplio espectro de actitudes y pensamientos frente a las más variadas situaciones de la vida.


Todos y cada uno de nosotros, en alguna ocasión, hemos sido, somos o seremos Versus, náufragos perdidos, confundidos pero esperanzados, derrotados pero renacidos.
Libro de añoranzas, de pérdidas y anhelos, de sueños y deseos, "Versus" es un pequeño tesoro al que volver y en el que revolver entre frases y palabras porque en cada nueva relectura descubrimos nuevos matices, nuevas verdades y reflexiones tan crudas como poéticas. Filosofía en cada grano de arena que forma parte de la isla perdida, filosofía en cada gota de agua que rodea a nuestro hombre extraviado, tan extraviado y cuerdamente loco como estamos cualquiera de nosotros. Y sobre todo, poesía, mucha poesía.


"Por nuestra parte, ¿es necesario añadir algo más?"... Simplemente, que os dejéis llevar por la prosa de Linazasoro, naufragad junto a Versus y soñad...os aseguro que el viaje habrá valido la pena.



Fotografía de Boulevard literario        






jueves, 12 de julio de 2018

"Hombre Tigre", Eka Kurniawan

Hay editoriales pequeñas, discretas, que poco a poco van posicionándose en el panorama editorial, sin hacer mucho ruido y centrando sus energías en crear un catálogo variado e interesante en el que prima la calidad sobre la cantidad.

Armaenia editorial es una de ellas. Una editorial que desde que inició su andadura hará un par de años, no ha dejado de darme gratas sorpresas y de descubrirme grandes autores. Hasta ahora, y espero que siga así por mucho tiempo, cada novedad de Armaenia ha pasado a formar parte de un rincón privilegiado de mi biblioteca personal: ahí están "El viaje de Octavio" de Miguel Bonnefoy, "El zar del amor y el tecno" de Anthony Marra, "Basti" de Intizar Husain, "Jacob,Jacob" de Valérie Zenatti, "Insumisa" de Yevguenia Yarolávskaia-Markón (todas reseñadas en el blog) a las que ahora se añade esta intrigante, feroz y sugerente tigresa blanca que llega de la mano del escritor indonesio Eka Kurniawan.

"Hombre Tigre" es una novela realista, mágica, leyenda, también novela negra ¿por qué no?, novela de denuncia, de violencia de género, de tradiciones, mitos, sueños y vidas reales con todos sus dramas y miserias.

Me acerqué a esta historia con la perplejidad que me inspiraba el título y la fascinación por el bello animal que acecha desde la portada. También me resultaba familiar el nombre de su autor pero lo cierto es que no sabía exactamente qué me iba a encontrar en estas 200 y poco más páginas, hasta que una vez empezada la lectura me vi de lleno en la exótica Indonesia, rodeada de vegetación exuberante, arrozales, palmeras, cocoteros, flamboyanes, estanques repletos de carpas, flores de loto. Sentí la humedad de las lluvias monzónicas, los momentos de brisa y los golpes de calor en los pantanos. Saboreé la mandioca y el cacao. Me mezclé entre las gentes de la población costera en la que transcurre la novela y conviví con ellos durante unos días, acompañando al joven Margio, el protagonista, en su accidentada y sorprendente vida y en la de todos aquellos que lo rodean.
Mitos, leyendas, folklore popular, la tradición oral recogida en cuentos que se transmiten por boca de Ma Muah, el personaje más respetado y querido por el pueblo; la religión, las supersticiones, la finísima frontera que separa la realidad de la imaginación, el amor, el deseo, la pasión, el odio, la violencia... forman parte de esta historia tan mágica como real, pero sobre todo, profunda y tremendamente humana.

No desvelaré el argumento porque creo que además del estilo exuberante y pintoresco, también a veces, crudo e incluso cruel de Kurniawan, la gracia de esta novela reside en dejarnos llevar y seducir por una historia de la que cada cual extraerá sus propias interpretaciones.

Yo me quedo dándole vueltas a la idea del gran poder del amor que nos salva o nos destruye. Leed hasta el final y entenderéis porqué lo digo.

Un solo consejo: no provoquéis a la sigilosa tigresa blanca...



Fotografía de Boulevard literario       

domingo, 8 de julio de 2018

"Verde agua", Marisa Madieri


"En cada palabra dada y recibida, en cada gesto y pensamiento, en cada fragmento incluso breve y casual de nuestra existencia y de la de los otros, hay algo de precario y algo de ineluctable, de caduco y de indestructible"
Verde agua, Marisa Madieri, editorial minúscula

Estoy leyendo a Madieri. Me dejo llevar por su prosa limpia, acompasada, transparente, tan simple en apariencia, tan profunda en realidad.
Voy conociendo su historia familiar. Me presenta a sus abuelas, imagino "mammas" inmensas, severas, protectoras y a la vez exigentes, alguna más ambiciosa e implacable que otra, alguna más cálida y dulce; todas fuertes y luchadoras, almas y motores de sus clanes familiares. Junto a ellas, apenas esbozados, transitan en discreto segundo plano, los integrantes masculinos del árbol genealógico. Esta es básicamente la historia de un matriarcado que Marisa Madieri va desgranando en forma de íntimo diario, pero es también la historia de su infancia, su juventud y su madurez, la historia de su exilio, de su huida junto a sus padres y hermana de la Fiume entregada a la antigua Yugoslavia tras la Segunda Guerra Mundial y su llegada a los Silos de Trieste que pasarán a ser su mal llamado hogar, en realidad, el punto de acogida de unos refugiados que serán extraños en su propia tierra y que deberán luchar por su vida y su trabajo.
Madieri nos explica su periplo vital desde una voz adulta pero basada en el recuerdo visto a través de sus ojos de niña. Una niña que no vive ajena a los dramas y estrecheces que padecerán ella y sus compatriotas exiliados pero que también fijará en su memoria los recuerdos más familiares y entrañables que la acompañarán a lo largo de su vida.
Con especial cariño, nostalgia y devoción, la autora retrata la figura de su madre, mujer entregada por completo al cuidado y a la educación de sus hijas, por las que sacrificará sus propias ambiciones e ilusiones personales. Uno de los pasajes más emotivos y hermosos de este libro es precisamente el que nos habla del color "Verde agua" que da título al libro y la relación que tiene con una conmovedora anécdota en la infancia de Madieri, protagonizada por su madre.
Fluye la prosa de Marisa al compás que marca ese mar omnipresente en su obra, mar amado y añorado que marca el ritmo de la escritura, mientras que el tono viene condicionado por el estado de ánimo de la que escribe, posiblemente enferma; con total seguridad, temerosa de morir.
Absolutamente cautivada sigo leyendo y llego al capítulo en el que Madieri recuerda a su madre muerta:

"En aquellas arrugas semejantes a las marcas que el mar deja sobre la arena, en aquellas facciones antiguas e irreconocibles, en aquellos cabellos obstinadamente tupidos y vigorosos, veía, como en 'Siddharta', los surcos de la tierra, la ilusión del tiempo, los ríos, los árboles y las ciudades de mi vida, los caminos que su caridad había trazado, los pétalos blancos de mis violetas de la infancia, el amor tenaz y doloroso que sus besos me habían enseñado."

Siento un fogonazo en mi interior, algo que se quiebra muy dentro de mi y me quedo con la vista clavada en el texto. Leo, releo, vuelvo a leer y no puedo avanzar. Me he quedado atrapada en sus palabras. Siento que ha verbalizado lo que yo sentí una vez...Necesito volver a empezar este diario desde el principio. Y lo hago. Y todo adquiere un nuevo color, nuevos matices y texturas en los que pararse, ahondar, saborear hasta exprimir la última gota de sentimiento. ¡Qué grande es Madieri! Cómo la entiendo y conecto con ella. Qué tristeza saber de su destino. Qué melancolía me atrapa ante esta pérdida anunciada...

"Verde agua" es verde mar, verde infancia, verde esperanza. Es puro y simple amor. Posiblemente sea el color de la eternidad.



Fotografía de Boulevard literario