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lunes, 12 de diciembre de 2016

Piscinas vacías, Laura Ferrero

¿Cuándo se tiene la certeza de que estamos leyendo realmente un buen libro de relatos? Podría decirse que es cuando acabado de leer el primer cuento, pasamos al siguiente para comprobar que mantiene el mismo nivel de calidad que el anterior y que nos ha gustado igual. Y una vez leído el segundo, despierta en nosotros el deseo, las ganas golosas e imparables de leer más, y más, y más...de manera que uno tras otro, vamos devorando los cuentos con fruición hasta llegar al final.

La última vez que devoré con auténtica pasión y un punto de glotonería un libro de relatos fue con la felizmente recuperada y relanzada Lucia Berlin y su "Manual para mujeres de la limpieza", publicado por Alfaguara. Fue acabar el libro con la tremenda satisfacción de haber descubierto algo muy grande, intenso, y por eso mismo, por la potencia y la huella que me había dejado su lectura, sentí el temor y la tristeza al pensar que una lotería así resulta prácticamente imposible que pueda volver a tocar.

Sin entrar en comparaciones, siempre odiosas y a menudo injustas, he descubierto otro libro de cuentos, también publicado por Alfaguara con el que he vuelto disfrutar y mucho. Se trata de "Piscinas vacías", el primer libro de relatos que publica la joven Laura Ferrero.

He de admitir que el cuento que abre el libro no es de los que más me ha gustado pero el segundo, esa peculiar y conmovedora declaración de amor titulada "Sofía"("¿Sabes?, los hijos que no nacen también cuentan. Los padres que nunca llegan a serlo, lo son para siempre. De alguna manera extraña. De esas maneras que nunca salen en el diccionario"), me ha atrapado y empujado a seguir leyendo el resto de los cuentos, descubriendo el universo personal y el estilo narrativo de Ferrero que debuta con fuerza en el mundo editorial.

De "Sofía" pasamos a ese triste "Pan de molde" que tan bien refleja el desamor y la incomunicación de una joven madre cansada, "La casa más vacía del mundo" enfrenta a un padre con un hijo a su reciente viudedad, "Lo que brilla" reflexiona sobre lo que uno tiene y lo que deja en el camino, esa incertidumbre de haber elegido bien que a todos se nos plantea en algún momento de nuestra vida ("...a veces cuando me observo desde fuera, sumido en esta vida dichosa que llevo, no puedo dejar de pensar en esa otra vida que fluye entre ríos de lágrimas y mujeres que se suenan la nariz con pañuelos de papel. Entonces no puedo hacer otra cosa que preguntarme si elegir un ideal no es quedarse con la parte muerta de la vida"), en "Piscinas vacías", el relato que da título al libro, una joven recuerda a su hermano menor fallecido en un accidente y su incapacidad por superar la pérdida...y en los sucesivos cuentos van apareciendo temas, personajes y situaciones recurrentes todas entretejidas por un hilo conductor: la búsqueda constante y la pérdida del amor.

En todas las historias hay encuentros y desencuentros, parejas que se aman y se separan, parejas que se engañan y se hieren, que se rompen por terceras personas, la sombra de la infidelidad sobrevuela gran parte de los cuentos, así como también está presente el fantasma de la enfermedad y la muerte, ya en adultos, ya en niños, niños, deseados o no por sus padres, vivos, muertos, enfermos, solitarios, desequilibrados o modélicos.

"Piscinas vacías" cuenta historias muy íntimas y sinceras de personajes tan reales como cualquiera de nosotros, historias verosímiles con desenlaces sorprendentes que conmueven e impactan tanto por lo que expresan sus protagonistas como por lo que callan. Resuenan ecos de los autores que Ferrero dice admirar: la eficiente brevedad de Raymond Carver o Richard Ford, la crudeza de Lorrie Moore y el estilo elegante de Julian Barnes, pero todo ello digerido, asimilado y volcado en el papel con sello propio. El de una escritora que promete.





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