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martes, 18 de noviembre de 2014

Almohada de hierba

Leer "Almohada de hierba" de Natsume Soseki, publicada por Chidori Books, ha sido simplemente una delicia. Así de sencillo y claro. Si es posible viajar a través de la lectura, esta pequeña novela es un claro ejemplo de cómo nos vemos inmersos sin apenas darnos cuenta, en el paisaje japonés.
El protagonista nos explica: "El objetivo de mi viaje es separarme de los placeres mundanos y alcanzar la sublimidad como artista..." (p.129), y eso es precisamente lo que define a "Almohada de hierba": un recorrido sutil, tremendamente lírico, plástico, en el que se dan la mano pintura y poesía, ya sea a través de las digresiones del propio protagonista sobre el arte y la cultura, ya sea a través de imágenes directas de una increíble plasticidad, detallismo y belleza, y de unos "haikús" que no por breves dejan de tener toda la intensidad poética propia de la poesía japonesa.
Fluyen las descripciones del paisaje, oímos los gorjeos de los pájaros, olemos las flores, nos embriagamos del espléndido estallido de colores y formas de la naturaleza, pero como espectadores y lectores podemos tomar la distancia necesaria para apreciar este maravilloso espectáculo contemplativo y espiritual, sin dejar de ser humanos.
Porque en "Almohada de hierba" hay una dicotomía constante entre el arte y la realidad, entre el artista y la sociedad, entre Oriente y Occidente, incluso se aprecia, sutilmente solapada entre la descripción pictórica y el ensimismamiento poético, alguna nota jocosa, burlona e incluso, vulgar, que nos conecta a la realidad y nos impide caer en cualquier tipo de exceso de sensiblería.
El argumento es simple, los personajes mínimos, la extensión breve, y no obstante es una novela tan bella e intensa que la experiencia lectora es plena y sumamente gratificante.
Absolutamente recomendable.




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