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lunes, 29 de abril de 2019

"Al final uno también muere", Roberto Valencia

"Esto es morirse: que alguien te succione el alma desde dentro y que la tensión arterial se desplome mientras tiritas. Es como una electricidad invertida, quieres averiguar qué separa un lado del otro, el derecho del izquierdo pero no tienes tiempo para girarte y en uno de esos infartos me mordí la lengua, lo veo, desperté con una llaga, lo veo también, y en otro me morí tratando de adivinar qué es lo que le ocurre a las gotas de saliva que permanecen dentro de la boca, lo veo, y hay veces que los ojos permanecen abiertos, lo sé porque, no sé por qué lo sé pero no paro de temblar, lo veo, y tiemblo, veo o siento cada uno de los mil, dos, tres mil infartos anteriores, que configuran como una carretera que alguien ha asfaltado y que se me impone, es la condición imprescindible para que yo llegue hasta aquí, hasta la última muerte que está a punto de, cómo podría decirlo, de consolidarse."

Novela extraña. Muy extraña. Quizá lo más original y diferente que he leído en mucho tiempo. Una novela obsesiva que gira y da vueltas entorno a un tema central a partir del que se tejen, entretejen, se enredan y se anudan, acontecimientos y reflexiones que van desde lo más trascendental a lo más absurdo.
“Al final uno también muere” de Roberto Valencia, publicada por La Navaja Suiza Editores es la historia de los miembros de una familia que mueren y vuelven a la vida una y otra vez. Estirpe que arranca con un abuelo de origen lituano que emigra para Buenos Aires donde vivirá su descendencia: padre, madre y dos hijos, uno de los cuales, Kleizha será el personaje central de este monumental embrollo de infartos sin fín que dan pie al autor para reflexionar sobre la vida y la muerte, el recuerdo y el olvido, a través de un esforzado intento de reconstrucción autobiográfica.

No recomendaría esta novela a todo el mundo, pero sí a todo aquel que busque una propuesta original, diferente, innovadora, en la que el drama se mezcla con la ironía en una trama compleja pero muy bien desarrollada que, eso sí, requiere una lectura atenta y concentrada para no perderse entre saltos argumentales y divagaciones. Todo un reto para lectores valientes y poco convencionales.


Fotografía de Boulevard literario

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