Páginas

domingo, 30 de diciembre de 2018

Relojes en la habitación de mi madre, Tanja Stupar-Trifunovic

"Quizá habría que empezar por la infancia. Las improntas de la infancia son mucho más profundas, como la planta de un pie sobre el cemento fresco. Ahora ya solo dejan huellas de barro, fáciles de borrar. Hace tiempo que soy una plaza adoquinada, un paseo terminado junto a la orilla, una acera asfaltada junto a la carretera, todo en mí se ha endurecido. Los pasos de los demás ya no dejan huellas profundas. El pasado es una casa en la que acaban algunas ideas inadecuadas, presentimientos opresivos como paredes sobrecargadas de cuadros" 

Hay libros que requieren un cierto esfuerzo para entrar en ellos, para descifrar su código y navegar entre sus páginas. Historias que desconciertan, que nos hacen dudar si vamos o no a entenderlas porque la primera toma de contacto es extraña, no acabamos de entender qué intenta contarnos.

Pero vamos avanzando dejándonos llevar por nuestro instinto lector, porque olemos ese inconfundible aroma a literatura fresca, profunda, diferente; sentimos una poderosa e inevitable atracción que nos abre los sentidos y nos seduce con el lirismo de las palabras, la poesía que impregna el texto. Y poco a poco la lectura fluye y no para. Nos dejamos llevar, sin pretender entenderlo todo, esquivando obstáculos impuestos por la lógica narradora. Y es que la narración de "Relojes en la habitación de mi madre" de esta extraordinaria escritora nacida en Croacia y de nombre difícil de recordar, Tanja Stupar-Trifunovic, que nos ha descubierto la editorial Tres Hermanas se estructura a través de distintas voces, distintas perspectivas, en fragmentos y pedazos que van encajando y dando una cierta unidad al pensamiento y las emociones de una mujer, que a su vez son muchas mujeres, la que escribe, las que viven en el texto, las que lo leemos...todas. Porque en esta historia, mujeres, esposas, amantes, madres, hijas.. todas compartimos algo que nos identifica, nos une y nos hace sentir menos solas.

"Relojes en la habitación de mi madre" me ha sacudido varias veces, me ha estallado en la cara con sus verdades y su sinceridad, cruda y visceral. Madre, hija...pero por encima de todo, mujer. ¡Qué gran lectura y qué placer encontrar verbalizado de manera tan exacta y poética lo que una siente o ha sentido alguna vez! ¡Qué brillante alternancia de voces narrativas: la propia escritora, la madre y la del personaje inventado llamado Ana (nombre que no creo sea casual cuando en el texto se cita a Ana Karenina o a Hanna Arendt)! 

Su autora es poeta y eso se trasluce claramente en su estilo evocador y sugerente, que permite tratar temas tan diversos e interesantes como el de la mujer en la antigua Yugoslavia, el amor, el desamor, el maltrato conyugal, el anhelo de huida, las intensas y complejas relaciones materno-filiales, la dificultad comunicativa en el matrimonio, el deseo de huir y realizar los sueños que todas llevamos dentro. Es ésta, sobre todo, la búsqueda de una voz, una identidad, la reivindicación del yo femenino que se oculta dentro de todas y cada una de la mujeres del mundo, y como esa búsqueda y esa reivindicación del ser y la voz femeninos se lleva a cabo mediante la escritura.  Hay tantos temas y tantas capas de lectura que urge releer el texto, colorearlo con post-it y subrayar desde una simple frase a párrafos enteros. 

Si sois sensibles, si apreciáis el lenguaje realista pero con un toque poético, si amáis la buena literatura, esa que se escribe con mayúsculas, que remueve y zarandea...y sobre todo, si sois mujeres, no dejéis pasar la oportunidad de leer esta verdadera joya que espero tenga todo el éxito que merece.



Fotografía de Boulevard literario     

miércoles, 26 de diciembre de 2018

"La vuelta al mundo del rey Zibeline", Jean-Christophe Rufin

¿Qué tienen en común obras y autores cómo "La isla del tesoro" de Robert L. Stevenson, "Moby Dick" de Herman Melville, "Viaje al centro de la Tierra" o "La vuelta al mundo en ochenta días" de Julio Verne, "Colmillo blanco" de Jack London, "Robinson Crusoe" de Daniel Defoe o "Sandokán" de Emilio Salgari? Todos ellos y muchos más que se podrían añadir a la lista son grandes clásicos de la literatura, leídos generación tras generación por todo tipo de lectores, ávidos de buena narrativa pero, especialmente, ávidos de aventuras. Y es que todas las novelas que he seleccionado como ejemplo son novelas de aventuras, novelas con héroes, villanos, marineros, piratas, aventureros de todo tipo y pelaje que surcan mares, descubren islas, sobreviven en selvas, y viven las más increíbles y maravillosas aventuras en parajes exóticos y lejanos.

Hoy en día, hay quién podría cuestionarse la validez y vigencia de este género literario cuyo imaginario se vea posiblemente superado por el cine y los videojuegos, por esa explosión de efectos especiales y sagas interminables de odiseas galácticas y superhéroes del espacio a los que se entregan con devoción incondicional millones de seguidores en todo el mundo. Hoy en día, ¿alguien sigue leyendo novelas de aventuras "como las de antes"? Y lo que es aun más importante, ¿alguien sigue escribiendo este tipo de literatura con el mismo nivel de calidad? He de confesar que desconozco la situación de este tipo de ficción narrativa dentro del panorama literario actual, pero lo que sí puedo garantizar es que "La vuelta al mundo del rey Zibeline" de Jean-Christophe Rufin, publicada por Armaenia editorial, no sólo recuerda al gran Julio Verne por el título sino porque despliega una biografía ficcionada que nada tiene que envidiar a los grandes clásicos. No es casualidad que Rufin sea miembro de la Academia Francesa y que haya ganado distintos premios literarios de la importancia del Goncourt, otorgado ya en dos ocasiones. Su estilo y su prosa, su manera de narrar, de describir ambientes y personajes, de transportarnos a países y lugares desconocidos, combinando hábilmente ficción y realidad dan como resultado una espléndida novela de aventuras de esas que atrapan desde el primer momento y no te sueltan hasta el final.

Al igual que el viejo Benjamin Franklin, que al principio de la novela se arrellana en su sillón, con el fuego de la chimenea encendido y una taza de té humeante, dispuesto a escuchar esta extraordinaria vuelta al mundo por boca de sus protagonistas, yo os recomiendo seguir su ejemplo y disfrutar este invierno, desde la comodidad de casa, de esta trepidante y maravillosamente escrita novela de aventuras. 



Fotografía de Boulevard literario     

martes, 18 de diciembre de 2018

"Heridas del viento", Virginia Mendoza

"Si Adán y Eva no hubiesen sido expulsados del Edén -que durante siglos se imaginó a los pies del Ararat-, raramente aquel lugar, imaginario o no, seguiría llamándose Paraíso. El exilio amarra al exiliado al presente. Hay algo romántico en el desterrado que convierte al pueblo armenio en un pueblo de poetas y al Ararat en poesía"


Hay también un cierto halo poético en este libro, publicado por La Línea del Horizonte, ya desde su mismo título, "Heridas del viento", unas "Crónicas armenias" a través de las cuales, su autora Virginia Mendoza recorre los pueblos, aldeas y caminos de esa gran desconocida, olvidada, incomprendida e ignorada tierra que es Armenia, castigada por el hombre y la Naturaleza, por guerras y terremotos. Un país de apenas tres millones de habitantes que ha sido perseguido por gobiernos opresores, imperios que han invadido sus territorios, masacrado a sus hombres y violado a sus mujeres; políticos que miran hacia otro lado o que intentan hacerse con el gobierno del país mientras el pueblo lucha por consolidar la democracia y superar un pasado marcado por el impresionante genocidio en el que perdieron la vida más de un millón de armenios.


Pero éstas no son unas crónicas políticas, sino humanas, tremenda y llanamente humanas, porque la que escribe, periodista y antropóloga, vive y convive con los armenios, habla con ellos y sobre todo, los escucha; se sienta a su mesa y come y bebe con ellos, comparte sus risas y sus llantos, les ayuda a cavar la tierra y juega con sus niños, anda por sus caminos, respira su mismo aire y aprende a descifrar su lengua. El roce no podrá engendrar otra cosa que cariño y así, a través del conocimiento y el respeto, Virginia Mendoza vuelca en el papel las vidas armenias y las inmortaliza con tinta y papel para que no se pierdan, para que de alguna manera se eternicen y no se olviden.


A través de estas crónicas, conoceremos a seres humanos tan entrañables como esa pareja centenaria tan enamorada, Moses e Iskuhi, que tratan de sobrellevar su dramático pasado entre risas cómplices y mucho amor; al ciego Pavel y los religiosos molokanes, a la discreta Asya que "cuenta su vida en base a muertes de sus seres queridos", a mujeres valientes como la anciana Arevaluys...y tantos otros cuyas historias estremecen, emocionan, duelen y conmueven a partes iguales.


Mendoza transmite tal empatía por todo lo que retrata y lo cuenta con tanta exactitud que uno puede imaginarse perfectamente situación y personajes pero además, enciende en nosotros la chispa de la curiosidad que empuja a poner cara a los protagonistas de estas historias y a querer ver y saber más de ellos. Por fortuna, tenemos la posibilidad, que os recomiendo encarecidamente, de complementar esta interesante lectura con el estupendo blog de la misma autora titulado "Cuaderno armenio" (https://cuadernoarmenio.wordpress.com), en el que encontraréis fragmentos del libro, fotografías y videos, como el que la autora dedica a la artista armenia Lusik Aguletsi de la que os transcribo unas palabras muy acertadas que dan mucho que pensar. Conocer la propia cultura y la de pueblos ajenos al nuestro nos descubren que todo está conectado. Leed "Heridas al viento" y os daréis cuenta hasta qué punto.


"- Yo creo que cada mujer en el mundo tiene que conocer su cultura a fondo, de principio a fin; de dónde viene y a dónde va. Si conoce su cultura, lo conoce todo. Si una cultura no tiene pasado, no tiene futuro. Si conoces la cultura maya, conoces la cultura armenia. Nuestra cultura es muy antigua. Antes teníamos matriarcado. Tras adoptar el cristianismo lo perdimos todo. Pero algunas personas todavía podemos mantener algo. Los americanos sí lo perdieron todo. Al menos nosotros solo perdimos el oeste de nuestro país, que ahora pertenece a Turquía. Si quieres conocer a fondo la cultura de un país tienes que conocer la de los mayas -insiste- y la historia más antigua. Solo así llegarás a conocer la tuya. Renoir es Renoir y "mi" Renoir, igual que Armenia es Armenia y "tu" Armenia. Todo está conectado..."



Fotografía de Boulevard literario    



sábado, 15 de diciembre de 2018

"Maloca, Maloca" Michela Sonego

"Mientras balanceo mi insomnio en la hamaca, pienso que aquí todo es tan extraño y tan distinto que, en lugar de asombrarme por las diferencias, me sorprendo al reconocer sonidos, gestos y expresiones familiares. ¿Es posible que los grillos que ahora están cantando en la selva hagan el mismo cricrí que hacen en casa en verano? ¿Y por qué un padre yanomami se preocupa de la misma manera que un padre italiano? ¿Por qué sus ojos almendrados tienen la misma expresión  de angustia y temor cuando llega la noche y cree haber perdido a su hijo? Qué extraño es ver a una niña que se agarra a una mazorca de la misma manera que nuestras niñas se agarran a sus muñecas y ver a un viejo que se avergüenza  de bajarse los calzoncillos delante de una mujer, justo como le ocurriría a uno de nuestros viejos en el pueblo.
No hay nada que hacer. Estas personas son tan diferentes, tienen costumbres tan alejadas de las nuestras, que me llevará tiempo dejar de maravillarme cada vez que vea cómo su cara adquiere nuestras mismas expresiones, siendo el testimonio de preocupaciones y de sentimientos idénticos."


Entusiasmo, tenacidad, fuerza, vocación...pero ante todo, humanidad. La voz de Michela atraviesa la verde selva amazónica y hace una llamada a la humanidad entera para dar testimonio de que todas las civilizaciones de la Tierra, desde las más avanzadas a las más primitivas compartimos mucho más de lo que a simple vista parece. El miedo, el dolor, el odio, el amor, la alegría...son emociones y sentimientos comunes a todos los seres humanos y esta joven pediatra italiana que convivirá en las selvas brasileñas del Amazonas junto a los menudos e imprevisibles yanomamis, dará testimonio de ello en este entretenido e interesante "diario de a bordo" titulado "Maloca, Maloca. Una pediatra en la Amazonia" publicado por Altamarea ediciones con el que inaugura "Sotavento" una nueva colección de ensayos que promete ser como mínimo igual de interesante que su colección de narrativa italiana.


De manera sencilla y clara, Sonego nos va contando sus vivencias, su experiencia como pediatra en un mundo salvaje y remoto  regido por otras leyes y costumbres muy distintas a las suyas. Durante el tiempo que la pediatra italiana trabajará atendiendo la salud de los yanomamis sucederán anécdotas graciosas, algunos acontecimientos sorprendentes, otros tristes, peligrosos, incomprensibles...pues la percepción y la idea de la relación entre hombres y mujeres de esta peculiar tribu amazónica no siempre serán fáciles de entender desde la óptica civilizada y feminista de alguien como Sonego. No obstante todo lo va contando con delicadeza, admiración, ternura y un respeto tremendo por el otro, aunque en ocasiones la venza la indignación y la rabia por lo que percibe injusto y cruel, ya sea el maltrato que sufre en ocasiones la mujer yanomami o el asesinato de recién nacidos que sus madres no quieren. 


"¡Ay, estos yanomamis! Tienen miedo de la oscuridad pero castigan a sus mujeres con tizones incandescentes, abrazan con ternura a sus hijos y matan a los neonatos no deseados, lloran de nostalgia por sus parientes y no dudan en golpear a quien es más débil. No son buenos, no son malos, solo están más cerca que nosotros de la naturaleza. Y la naturaleza no es buena ni mala. La naturaleza es bella y al mismo tiempo brutal, dulce y violenta a la vez; hace brotar la vida en todas sus formas y, un momento después, siembra la destrucción y la muerte"


Mi interés por la labor médica y humanitaria de Sonego, después de leer este libro, me llevó a buscar más información en internet y lo poco que encontré sobre ella me conmovió mucho. Tras su experiencia por la Amazonia y después de colaborar en distintos países con Médicos sin Fronteras, acabó investigando y dando clases en la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid ciudad en la que falleció. Tenía 54 años y una caída fortuita paseando por las calles madrileñas le ocasionó una conmoción cerebral que hubo que intervenir de urgencias. Un paro cardíaco acabo con su vida en pleno quirófano.
Triste final para una mujer valiente que superó todo tipo de adversidades en plena selva y acabó por encontrar su final en el civilizado asfalto de una capital europea. Para no olvidarla no se me ocurre mejor homenaje que leer "Maloca , Maloca"




Fotografía de Boulevard literario   

lunes, 10 de diciembre de 2018

"Vana respuesta", Rosamond Lehmann

Lo primero que sorprende al leer esta novela es que fuera la primera escrita por Rosamond Lehmann cuando contaba tan solo 26 años. ¡Menudo debut en el mundo de la narrativa! ¡Para quitarse el sombrero!

Claro que eran otros tiempos, que Lehmann, nacida en 1901, se crió en el seno de una típica familia británica acomodada en la que además se vivía una intensa actividad social e intelectual, que creció leyendo a los grandes poetas y novelistas británicos del siglo XIX (Keats, Shelley, Austen, Gaskell…)y que se empapó de la obra de dos grandes autores norteamericanos: Henry James y Edith Wharton; cierto que por su mansión familiar en Bound End, Buckinghamshire desfilaban personalidades de la talla de Wilkie Collins o del mismo Charles Dickens, que el padre de Lehmann era editor de la revista satírica "Punch" y uno de los fundadores de la famosa "Granta" en la que la misma Rosamond llegó a publicar algún artículo y por si todo este estupendo caldo de cultivo para desarrollar aptitudes como escritora no fuera suficiente, Lehmann fue amiga de los miembros del Círculo de Bloomsbury, especialmente de Virginia Woolf.
Uno deduciría que con semejante entorno a Rosamond Lehmann no le quedaba otra opción que ser una gran escritora pero para ser honestos, si no hay un cierto talento y mucho trabajo, el ambiente no basta para producir libros como éste que ahora mismo tengo entre manos: "Vana respuesta", tercer libro traducido al castellano de Lehmann que nos llega gracias a errata naturae y un debut novelístico extraordinario que en el momento de su publicación, en 1927 fue un éxito no exento de cierto escándalo por la manera entre insinuante y explícita con la que la autora plantea los deseos e inclinaciones de su protagonista. Pero vayamos por partes.

Formalmente, el estilo de Lehmann es trabajado, brillante; una prosa que fluye rica en descripciones de atmósferas y paisajes, un minucioso análisis de los personajes, un recorrido a fondo por el interior de la protagonista y un interesante juego con el punto de vista narrativo, que oscila entre la 3ª persona de un narrador omnisciente a una 2ª que interpela de manera directa e íntima al personaje principal.

Toda la historia gira en torno a la joven Judith Earle, hija única de un padre que fallece pronto y una madre que vive ajena a las necesidades emocionales de su hija. A pesar de estar dotada de un físico agraciado y una situación económica más que acomodada, Judith vive aislada en su caserón, tímida, ingenua y tremendamente insegura. Todo empezará a cambiar con la llegada, a la casa vecina, de unos chicos de su edad, 4 primos (dos de ellos hermanos), 3 chicos y una chica con los que empezará a relacionarse y a desarrollar una fascinación obsesiva. La novela se irá construyendo a través de las distintas relaciones que Judith irá estableciendo con cada uno de sus vecinos. atracción, rechazo, admiración, amor pasión... Con cada uno de ellos iniciará una historia que irá forjando el carácter de Judith y la irá haciendo madurar a marchas forzadas. Y planeando sobre sus experiencias emocionales y sensuales, emergerá la figura arrolladora de Jennifer, compañera de universidad que marcará de manera especial la vida y el corazón de Judith.

"Vana respuesta" es una novela para leer despacio, para releer párrafos y saborear descripciones, esas que remiten a la prosa intimista, musical y plástica de "La Sra.Dalloway" de Virginia Woolf. Lehmann nunca alcanzará a la inigualable Virginia pero solo por escribir antes de los 30 esta novela, y habiendo leído las que escribió después, se merece un lugar destacado entre los mejores escritores británicos de su época.



Fotografía de Boulevard literario