"Azúcar negro", segunda novela de Miguel Bonnefoy que nos llega gracias a Armaenia editorial, es una bella fábula caribeña en la que hay cabida para piratas, tesoros, hermosas herederas, plantaciones de caña de azúcar, cocoteros, guayabares y manglares; sabores a ron, canela y especies; niñas nacidas y retornadas al fuego; amor, ambiciones, sueños, dolores y por encima de todo, pasión, mucha pasión diluida en azúcar y días de trabajo, en grandes penurias pero también en muchas riquezas.
Escrita como si se tratara de un cuento, una historia popular de las que se transmiten de generación en generación por boca de los preservadores de la memoria colectiva que solían ser los viejos cuentistas, esta novela recoge y respira todo el color y el sabor del más puro Caribe, aderezada a partes iguales con aventura, realidad y magia. Imposible con estas características no recordar en algún momento el realismo mágico representado por autores como García Márquez o Isabel Allende.
Pero aunque participe en cierta manera de este estilo, Bonnefoy lo adapta y escribe de un modo muy personal. Nuestro autor es francés, de padre chileno y madre venezolana, por lo que en su formación académica, personal y cultural, Francia y Latinoamericana se dan la mano y se funden en una curiosa combinación de escritura cuidada, precisa y rigurosa al servicio de un imaginario colorido, poético y desbordante. La fusión no puede ser más efectiva y perfecta.
Si algo transmite el estilo de Bonnefoy es magia. Imposible no sentir los fascinantes ecos del Caribe, el olor a mango y café, el sabor de la caña de azúcar, la naranja y el clavo. La selva y los bosques tropicales nos envuelven y atrapan en una aventura fascinante que empieza en un primer capítulo con un potente arranque: la imagen de un espectacular navío pirata anclado casi entre las nubes, flotando entre las copas de los árboles de un paraje selvático, a punto de romperse en mil pedazos y de vaciar el magnífico tesoro que oculta en sus entrañas. Una vez empieza la historia, nos seduce de tal manera que ya no la podemos dejar y menos aún cuando vamos conociendo a los protagonistas de la novela: trescientos años después del episodio del accidente del barco pirata, Severo Bracamonte llega a la isla buscando el tesoro perdido del corsario Henry Morgan pero lo que encontrará es el amor de la solitaria y soñadora Serena Otero que aunque más adelante compartirá protagonismo con el misterioso personaje de Eva Fuego, en el fondo es el alma y eje principal de la novela, alrededor de la cual todo cobra su pleno sentido.
Serena Otero es de esos criaturas literarias destinadas a permanecer en la memoria del lector. Como hija, como amante, como esposa, como madre, en definitiva, como mujer, es un personaje complejo y rico en matices, sensible en su callada resignación pero resuelta en cumplir sus ambiciones, tierna pero fuerte, reservada pero decidida, realista pero soñadora, el hilo conductor invisible pero tenso que entreteje y sustenta la historia de principio a fin.
"Azúcar negro" es una obra hermosa y triste a la vez, entrañable, con un broche final lleno de belleza y sabiduría. Un paraíso inolvidable al que seguro regresaremos alguna vez...
Fotografía de Boulevard literario
No hay comentarios:
Publicar un comentario