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viernes, 7 de abril de 2017

"Siempre hemos vivido en el castillo", Shirley Jackson

Shirley Jackson escribió 6 novelas, más de 100 relatos, 2 libros autobiográficos, media docena de cuentos para niños y algunos ensayos, una obra de lo más prolífica si tenemos en cuenta que murió a la edad de 48 años de una ataque al corazón, tras una vida marcada por la neurosis y por enfermedades psicosomáticas, entre las que sufrió: depresión, ansiedad, agorafobia...además de adicción a las anfetaminas, al alcohol y obesidad mórbida.


Hay que reconocer que, aun desconociendo este complejo y poco saludable curriculum vital, las imágenes que encontramos de la escritora tampoco nos transmiten una imagen demasiado serena ni equilibrada. Tras unas vistosas gafas de gato se observa una mirada un punto extraviada, turbia, que con el paso del tiempo parece algo enloquecida.


Sea como sea, los relatos de Shirley Jackson (especialmente destacable el terrible y crudo, "La lotería), o esta novela que nos ocupa, "Siempre hemos vivido en el castillo", publicada por la editorial minúscula, son inquietantes, terroríficos en el sentido más real y menos fantástico con el que un autor pueda escribir.


"Siempre hemos vivido en el castillo" es una muestra perfecta de cómo el lector queda atrapado en una trama donde no hay terror explícito, ni sangre, ni muertos ni fantasmas, ningún elemento sobrenatural que sirva para darnos miedo, y a pesar de todo, vamos leyendo con precaución y temor, porque los personajes, los ambientes, las descripciones nos van conduciendo a través de una historia que se lee con tensión, con el corazón en un puño por la incertidumbre de lo que está por venir.


Sabemos que un suceso del pasado ha marcado el presente de la vida de Merricat Blackwood, de su hermana Constance y del anciano tío Julian, recluidos en un viejo caserón, solos y odiados por sus vecinos. La joven Merricat, siempre acompañada por su gato Jonas, con su carácter taciturno, su mundo personal en el que la magia y las setas venenosas ocupan parte de su tiempo, nos hace imaginar al personaje como una posible bruja, pero ¿lo es?

Hay momentos que incluso la atmósfera de la narración está escrita de tal forma que dudamos de si lo que nos está explicando Jackson es real o es todo imaginario, si los personajes son de carne y hueso o fantasmas. Y es que posiblemente, lo que cautiva y engancha en esta historia es la brillante y certera capacidad de la autora por recrear una atmósfera tan inquietante y sugerente que convierte en terrible lo más banal, en terrorífico lo más cotidiano, en cruel lo aparentemente más normal.

Igual que sucede en el relato antes mencionado, "La lotería" los verdaderos monstruos son las personas normales y corrientes , los vecinos del barrio, los tenderos de la esquina, la gente con la uno se relaciona a diario sin sospechar que esconden un peligroso potencial para infligirnos daño y hacernos sufrir hasta límites insostenibles. Y no solo ellos, quizá los mismos personajes protagonistas de las historias de Jackson no son trigo limpio, quizá esconden sus propios secretos, sus propias maldades. A nosotros, los lectores, nos tocará descubrirlos. La maldad intrínseca en el género humano es lo que aborda Jackson en sus obras, desplegando el tema a través de distintas situaciones y personajes. No es de extrañar que Stephen King o Donna Tartt reconozcan en ella a una maestra pues magistral es su capacidad para atraparnos en sus historias y dejarnos literalmente sin aliento, exhaustos hasta llegar a la última página...y más allá, pues al terminar "Siempre hemos vivido en el castillo", algo de nosotros queda atrapado entre las paredes de la escondida y medio derruida casa de la familia Blackwood, de la que nos vamos, pero fascinados por su historia, no nos importaría volver...



Fotografía del Boulevard literario


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