Páginas

martes, 30 de diciembre de 2014

"Si..." Rudyard Kipling

Recordamos al escritor británico nacido en Bombay, India, el 30 de diciembre de 1865,     Rudyard Kipling,  con este bello poema: "Si..."



Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor,
han perdido la suya y te culpan de ello.


Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas.


Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no te domina el odio
Y aun así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio.


Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes conocer al triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos impostores.
Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a los necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida,
y agacharte para reconstruírlo con herramientas maltrechas.


Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un solo lanzamiento ;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones,
para seguir adelante mucho después de haberlos perdido,
y resistir cuando no haya nada en ti
salvo la voluntad que te dice: “Resiste!”.


Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
o caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto,
con sesenta segundos de lucha bravia…


Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.




lunes, 29 de diciembre de 2014

El bigote

"El bigote" es una novela breve de Emmanuel Carrère, publicada por Anagrama, que podría perfectamente haber escrito Kafka. Resulta prácticamente imposible no pensar en el famoso escritor checo leyendo esta historia de equívocos, confusión y locura, que empieza con la que parece una inocente broma absurda y acaba convirtiéndose en una auténtica pesadilla.
Por su estilo y su trama recuerda también a Patricia Highsmith, a Roal Dahl y a Saki.
Toda la historia es un desesperado viaje sin retorno a la más absoluta y total demencia, una espiral que nos absorbe sin clemencia y nos ahoga sin remisión.
He leído algún comentario acerca de esta novela a la que atribuyen un cierto sentido del humor, incluso, provocación de risas. Personalmente, si bien es verdad que un cierto humor negro palpita en la historia, en ningún momento he sentido las más mínimas ganas de reír. La historia avanza provocando un desasosiego en el lector que va "in crecendo". Leer "El bigote" es como entrar en la boca oscura de un túnel del que es imposible ver la salida, vamos avanzando y acompañando al desgraciado protagonista en su irremediable descenso a los infiernos, sabedores de que el final no será feliz pero sin tener tampoco muy claro el desenlace.
Los límites entre realidad e imaginación son muy tenues, entre la cordura y el desvarío, muy frágiles. Carrère construye una muy bien desarrollada historia de la locura a partir de un elemento tan inocente como un simple bigote. Su afeitado tendrá las consecuencias más terribles que uno pueda llegar a imaginar...




martes, 23 de diciembre de 2014

Sobre la lectura, Marcel Proust (fragmento)

"Una vez leída la última página, el libro estaba acabado. Había que frenar la loca carrera de los ojos y de la voz que los seguía en silencio, deteniéndose únicamente para volver a tomar aliento con un profundo suspiro. Entonces, para conseguir con otros movimientos calmar los tumultos desencadenados en mí desde hacía tanto tiempo, me levantaba, me ponía a andar a lo largo de la cama, con los ojos todavía fijos en algún punto que en vano hubiéramos buscado dentro de la habitación o fuera de ella pues estaba situado a una distancia anímica, una de esas distancias que no se miden por metros o por leguas, como las demás, y que es por otra parte imposible confundir con ellas cuando se mira a los ojos "perdidos" de aquellos que están pensando "en otra cosa". Entonces, ¿qué es lo que pasaba? ¿Aquel libro no significaba nada más? Aquellos seres a los que habíamos prestado más atención y ternura que a las personas de carne y hueso, no atreviéndonos nunca a confesar hasta qué punto los amábamos, e incluso cuando nuestros padres nos sorprendían leyendo y parecían reírse de nuestra emoción, cenando el libro con una indiferencia afectada o un aburrimiento fingido; aquellas personas por las que habíamos temblado de emoción y sollozado, no volveríamos a verlas, no volveríamos a saber ya nada de ellas ... Nos hubiera gustado tanto que el libro continuara y, en el caso de que esto fuera imposible, saber alguna cosa más de todos aquellos personajes, conocer algo de sus vidas, emplear la nuestra en cosas que no fuesen tan ajenas al amor que nos habían inspirado y cuyo objeto de pronto nos faltaba, no haber amado en vano, durante una hora, a unos seres que mañana no serían más que un nombre sobre una página olvidada, en un libro sin relación con la vida y sobre cuyo valor nos habíamos equivocado completamente puesto que su función aquí en la tierra, ahora lo comprendíamos y nuestros padres nos lo hubieran hecho saber, si hubiera sido preciso, con una frase desdeñosa, no era en absoluto, como habíamos creído, la de contener el universo y el destino, sino la de ocupar un lugar bastante limitado en la biblioteca...

Y es ésta, efectivamente, una de las grandes y maravillosas cualidades de los bellos libros (y que nos hará comprender el papel a la vez esencial y limitado que la lectura puede desempeñar en nuestra vida espiritual) algo que para el autor podría llamarse "Conclusiones" y para el lector "Incitaciones". Somos conscientes de que nuestra sabiduría empieza donde la del autor termina, y quisiéramos que nos diera respuestas cuando todo lo que puede hacer por nosotros es excitar nuestros deseos. Y esos deseos, él no puede despertárnoslos más que haciéndonos contemplar la suprema belleza que el último esfuerzo de su arte le ha permitido alcanzar. Pero por una singular ley, providencial por añadidura, de la óptica de la mente (ley que significa tal vez que no podemos recibir la verdad de nadie y que debemos crearla nosotros mismos), aquello que es el término de su sabiduría no se nos presenta más que como el comienzo de la nuestra, de manera que cuando ya nos han dicho todo lo que podían decirnos surge en nosotros la sospecha de que todavía no nos han dicho nada. Por lo demás, si les planteamos cuestiones que no pueden resolver, les estamos pidiendo también respuestas que no nos aclararían nada. Pues no es más que una consecuencia del amor que los poetas despiertan en nosotros por lo que concedemos una importancia literal o cosas que no son para ellos más que la expresión de emociones personales…
Tal es el valor de la lectura y ésta es también su insuficiencia. Es conceder un papel demasiado grande, a lo que no es más que una iniciación, erigirla en disciplina. La lectura se encuentra en el umbral de la vida espiritual; puede introducirnos en ella; pero no la constituye…
Mientras la lectura sea para nosotros la iniciadora cuyas llaves mágicas nos abren en nuestro interior la puerta de estancias a las que no hubiéramos sabido llegar solos, su papel en nuestra vida es saludable…
Sin duda, la amistad, la amistad que con respecto a los individuos es algo frívolo, y la lectura es una amistad. Pero al menos es una amistad sincera, y el hecho de que se profese a un muerto, a un ausente, le da algo de desinteresado, algo casi conmovedor. Se trata además de una amistad desprovista de todo aquello que afea las demás amistades. Como en el fondo todos nosotros, los vivos, no somos más que muertos que todavía no hemos entrado en funciones, todos esos cumplidos, todas esas reverencias en el vestíbulo que llamamos deferencia, gratitud, afecto, con las que mezclamos tantas mentiras, son inútiles y fastidiosas. Más aún –desde las primeras relaciones de simpatía, de admiración, de agradecimiento–, las primeras palabras que pronunciamos, las primeras cartas que escribimos, tejen a nuestro alrededor los primeros hilos de un entramado de hábitos, de una manera de comportarnos, de los que ya no podremos desembarazarnos en las amistades siguientes; sin contar que durante todo ese tiempo las palabras excesivas que hayamos pronunciado permanecen como letras de cambio que deberemos pagar, o que pagaremos más caro todavía con toda una vida de remordimientos el haber dejado protestarlas. En la lectura, la amistad a menudo nos devuelve su primitiva pureza. Con los libros, no hay amabilidad que valga. Con estos amigos, si pasamos la velada en su compañía, es porque realmente nos apetece. A menudo tener que dejarlos contra nuestra voluntad. Y una vez nos hemos ido, ni sombra de esos pensamientos que echan a perder la amistad: ¿Qué habrán pensado de nosotros? –¿No habremos estado faltos de tacto? –¿Hemos gustado?, y el miedo a que prefieran a cualquier otro. Todos estos sobresaltos de la amistad desaparecen en el umbral mismo de esta amistad pura y tranquila que es la lectura ... cuando nos aburre, no nos preocupa parecer aburridos, y cuando estamos definitivamente cansados de su compañía, le devolvemos a su sitio sin miramientos ... La atmósfera de esta amistad pura es el silencio, más puro que la palabra. Pues solemos hablar para los demás, y en cambio nos callamos cuando estamos con nosotros mismos. Además el silencio no lleva, como la palabra, la marca de nuestros defectos, de nuestros fingimientos. El silencio es puro, es realmente una atmósfera. Entre el pensamiento del autor y el nuestro no interpone esos elementos irreductibles, refractarios al pensamiento, de nuestros diferentes egoísmos. El lenguaje mismo del libro es puro (si el libro merece este nombre), transparente merced al pensamiento del autor que le ha aligerado de todo lo accesorio hasta conseguir su imagen fiel; cada frase, en el fondo, se parece a las otras, pues todas son pronunciadas con la misma inflexión de una personalidad; de ahí esa especie de continuidad, que las relaciones de la vida y aquellos elementos extraños que se mezclan con el pensamiento excluyen, permitiendo enseguida seguir la línea misma del pensamiento del autor, los rasgos de su fisonomía que se reflejan en este sereno espejo. 
A veces nos encontramos a gusto en su compañía sin necesidad de que sean admirables, pues supone un gran placer para el espíritu contemplar estas pinturas profundas y profesarles una amistad sin egoísmo, sin frases hechas, desinteresada…" 

Sobre la lectura, Marcel Proust



martes, 16 de diciembre de 2014

Aniversario del nacimiento de Arthur C. Clarke y Philip K. Dick

En alguna ocasión las adaptaciones cinematográficas de algunas novelas llegan a ser más famosas y conocidas que los propios libros. Dos casos que podríamos poner como ejemplo son dos novelas de Arthur C. Clarke y de Philip K. Dick.
Hoy es el aniversario compartido del nacimiento de ambos autores. El primero nació en Minehead, Inglaterra, en 1917,  y el segundo en Chicago, EEUU, en 1928. Ambos autores son muy conocidos por los amantes de la literatura, especialmente por los lectores de ciencia ficción, pero dos de sus obras más importantes posiblemente se hayan hecho más famosas por las películas que se han hecho de ellas, que no por las novelas en sí. Nos referimos a "2001 odisea en el espacio" de Clarke, y "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Dick, cuyo título posiblemente no diga mucho a la mayoría, pero si explicamos que pasó a la gran pantalla como "Blade Runner", muchos la habréis visto seguro.
Os dejamos una escena de cada película, pero os animamos a no olvidar su origen literario y a leerlas cuando tengáis ocasión:






domingo, 14 de diciembre de 2014

La Casa Grande

"Cierta noche sonó el timbre. No esperaba a nadie. Ya no hay nadie ni nada que esperar. Aparté el libro a un lado, no sin antes señalar la página con un punto. Lotte siempre dejaba los libros abiertos boca abajo; al poco de conocernos solía decirle que oía un gritito agudo cada vez que le rompía el espinazo a algún volumen. Era una broma, pero tiempo después, cada vez que salía de la habitación o se iba a dormir, yo recogía su libro y deslizaba un punto entre las páginas, hasta que un día ella lo cogió, arrancó el punto y lo dejó caer al suelo. Nunca mas vuelvas a hacerlo, me dijo. Y comprendí que había otro espacio que le pertenecía en exclusiva y al que jamás se me permitiría acceder. A partir de entonces, me abstuve de preguntarle sobre sus lecturas. Esperaba a que me comentara algo por propia voluntad, una frase que la había conmovido, un pasaje deslumbrante, un personaje dibujado con trazo vívido. A veces lo hacía y otras no. Pero yo no era quién para pedírselo."

Fragmento de "La Casa Grande" de Nicole Krauss, Ediciones Salamandra


Varias historias protagonizadas por diferentes personajes se desarrollan en "La Casa Grande" de Nicole Krauss, con un nexo conductor común: un impresionante escritorio que despierta todo tipo de sensaciones y vivencias en los sucesivos propietarios. 
En realidad, la novela es un análisis profundo, detenido y a veces, devastador, de las relaciones personales, ya sea entre amantes, entre padres e hijos o entre las simples relaciones cotidianas y ocasionales que vamos teniendo con todo tipo de personas cada día.
Escarbar en la memoria y revivir o descubrir sucesos que forman parte de nuestro pasado no es siempre agradable pero es un ejercicio a menudo necesario para conocer mejor el mundo que nos rodea, la historia  y a nosotros mismos.
Una novela con un sólido y apurado estilo narrativo, para leer reflexionando sobre las historias que cuenta  y apreciando a la vez, su modo de contarlas.





Aniversario del nacimiento de Paul Éluard

El 14 de diciembre de 1895 nacía en Saint-Denis, el poeta Paul Éluard. Para recordarlo, reproducimos uno de sus más conocidos y bellos poemas, "Libertad"



En mis cuadernos de escolar 
en mi pupitre en los árboles ...
en la arena y en la nieve 
escribo tu nombre. 
En las páginas leídas 
en las páginas vírgenes 
en la piedra la sangre y las cenizas 
escribo tu nombre.


En las imágenes doradas 
en las armas del soldado 
en la corona de los reyes 
escribo tu nombre.


En la selva y el desierto 
en los nidos en las emboscadas 
en el eco de mi infancia 
escribo tu nombre.


En las maravillas nocturnas 
en el pan blanco cotidiano 
en las estaciones enamoradas 
escribo tu nombre.


En mis trapos azules 
en el estanque de sol enmohecido 
en el lago de viviente lunas 
escribo tu nombre.


En los campos en el horizonte 
en las alas de los pájaros 
en el molino de las sombras 
escribo tu nombre.


En cada suspiro de la aurora 
en el mar en los barcos 
en la montaña desafiante 
escribo tu nombre.


En la espuma de las nubes 
en el sudor de las tempestades 
en la lluvia menuda y fatigante 
escribo tu nombre.


En las formas resplandecientes 
en las campanas de colores 
en la verdad física. 
escribo tu nombre.


En los senderos despiertos 
en los caminos desplegados 
en las plazas desbordantes 
escribo tu nombre.


En la lámpara que se enciende 
en la lámpara que se extingue 
en la casa de mis hermanos 
escribo tu nombre.


En el fruto en dos cortado 
en el espejo de mi cuarto 
en la concha vacía de mi lecho 
escribo tu nombre.


En mi perro glotón y tierno 
en sus orejas levantadas 
en su patita coja 
escribo tu nombre.


En el quicio de mi puerta 
en los objetos familiares 
en la llama de fuego bendecida 
escribo tu nombre.


En la carne que me es dada 
en la frente de mis amigos 
en cada mano que se tiende 
escribo tu nombre.


En la vitrina de las sorpresas 
en los labios displicentes 
más allá del silencio 
escribo tu nombre.


En mis refugios destruidos 
en mis faros sin luz 
en el muro de mi tedio 
escribo tu nombre.


En la ausencia sin deseo 
en la soledad desnuda 
en las escalinatas de la muerte 
escribo tu nombre.


En la salud reencontrada 
en el riesgo desaparecido 
en la esperanza sin recuerdo 
escribo tu nombre.


Y por el poder de una palabra 
vuelvo a vivir 
nací para conocerte 
para cantarte 
Libertad



jueves, 4 de diciembre de 2014

Aniversario del nacimiento de Cornel Woolrich


El escritor norteamericano Cornel Woolrich nacía el 4 de diciembre de 1903 en New York. Sus relatos policiacos, firmados con distintos pseudónimos (el más famoso, William Irish), contribuyeron a la renovación del género, siendo adaptados con frecuencia al cine o a la televisión, como el caso de "La ventana indiscreta" de Alfred Hitchcock, basado en un relato de inspiración autobiográfica.

He aquí un fragmento:

"Desde hacía dos días, una especie de inquietud mal definida, de ...sospecha imprecisa, algo que no podría explicar, estaba dando vueltas en torno mío como un insecto que busca un lugar donde posarse.
Varias veces, cuando las vagas ideas que bullían en mi cerebro parecían a punto de tomar forma, algo sin importancia, alguna nimiedad ligeramente tranquilizadora -como, por ejemplo, las persianas anormalmente bajadas durante demasiado tiempo que acababan por alzarse-, intervenía de improviso para dispersarlas y ponerlas en fuga.
Pero mi inquietud continuaba latente, y cualquier cosa podía aclarar las ideas imprecisas que se me ocurrían; y esta cualquier cosa se produjo de pronto en el mismo instante en que aquel hombre recogía la ropa de cama. Con la celeridad de un rayo, las sospechas inconsistentes se convirtieron en una certeza: se trataba de un asesinato.”
La ventana indiscreta y otros relatos, publicada por Austral editorial.


En la fotografía, el autor en su mesa de trabajo en la que se aprecia un muñeco de Edgar Allan Poe. Curiosamente a Woolrich se lo ha denominado frecuentemente como "el Edgar Allan Poe moderno".



martes, 2 de diciembre de 2014

Discurso de Aceptación del Premio Nobel de Literatura 1949, William Faulkner

Quien haya leído a Faulkner sabrá que no es un autor precisamente fácil de leer. Su estilo moroso, descriptivo, su prosa pródiga en adjetivos, densa y construida sobre subordinadas interminables, puesta al servicio de unas tramas complicadas, laberínticas, en las que el lector debe descifrar todo aquello que el autor apunta o simplemente insinúa, convierten la experiencia lectora faulkneriana en todo un reto para el lector más avezado.
Cabría suponer que al recibir el Nobel de Literatura, en 1949, el escritor americano se despachara a gusto con un texto a la altura de su verbo grandilocuente. No obstante, no fue así. Más breve de lo que uno podía haber previsto, su discurso fue claro, directo y contundente. Eso sí, sin perder un ápice de la intensidad de su pensamiento y su estilo. Es un mensaje dirigido directamente a los escritores como él, para que traten en sus obras, la esencia de las cuestiones que afectan a la humanidad, pero adecuándolas a su propia época. La literatura debe provocar reflexión,y esa reflexión debe llevar a la acción, a la transformación, progreso y mejora de la humanidad. Sólo así la misión del escritor tendrá pleno sentido.
Éste fue pues, su Discurso de Aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1949 :

"Creo que este honor no se confiere a mi persona sino a mi obra, la obra de toda una vida en la agonía y vicisitudes del espíritu humano, no por gloria ni en absoluto por lucro sino por crear de los elementos del espíritu humano algo que no existía. De manera que esta distinción es mía solo en calidad de depósito. No será difícil encontrar, para la parte monetaria que entraña, un destino acorde con los elevados propósitos de su origen.
Pero también me gustaría hacer lo mismo con el renombre, aprovechando este momento como pináculo desde el cual me escuchen los hombres y mujeres jóvenes que se dedican a la misma lucha y afanes entre los cuales ya hay uno que algún día se parará aquí donde yo estoy.
Nuestra tragedia actual es un temor general en todo el mundo, sufrido por tan largo tiempo que ya hemos aprendido a soportarlo. Ya no existen problemas del espíritu; sólo queda esta interrogante: ¿Cuándo estallaré? A causa de ella, el escritor o escritora joven de hoy ha olvidado los problemas de los sentimientos contradictorios del corazón humano, que por sí solos pueden ser tema de buena literatura, ya que únicamente sobre ellos vale la pena de escribir y justifican la agonía y los afanes.
Ese escritor joven debe compenetrarse nuevamente de ellos. Aprender que la máxima debilidad es sentirse temeroso; y después de aprenderlo olvidar ese temor para siempre, no dejar lugar en su arsenal de escritor sino para las antiguas verdades y realidades del corazón, las eternas verdades universales sin las cuales toda historia es efímera y predestinada al fracaso: amor y honor, piedad y orgullo, compasión y sacrificio.
Mientras no lo haga así continuará trabajando bajo una maldición. No escribirá de amor sino de sensualidad, de derrotas en que nadie pierde nada de valor, de victorias sin esperanzas y, lo peor de todo, sin piedad ni compasión. Sus penas no serán penas universales y no dejarán huella. No escribirá acerca del corazón sino de las glándulas.
Mientras no capte de nuevo estas cosas, continuará escribiendo como si estuviera entre los hombres sólo observando el fin de la Humanidad. Yo rehúso aceptar el fin de la Humanidad.
Es fácil decir que el hombre es inmortal porque perdurará; que cuando haya sonado la última clarinada de la destrucción y su eco se haya apagado entre las últimas rocas inservibles que deja la marea y que enrojecen los rayos del crepúsculo, aun entonces se escuchará otro sonido: el de su voz débil e inextinguible todavía hablando.
También me niego a aceptar esto.
Creo que el hombre no perdurará simplemente sino que prevalecerá. Creo que es inmortal no por ser la única criatura que tiene voz inextinguible sino porque tiene un alma, un espíritu capaz de compasión, de sacrificio y de perseverancia.
El deber del poeta y del escritor es escribir sobre estos atributos. Ambos tienen el privilegio de ayudar al hombre a perseverar, exaltando su corazón, recordándole el ánimo y el honor, la esperanza y el orgullo, la compasión, la piedad y el sacrificio que han sido la gloria de su pasado.
La voz del poeta no debe relatar simplemente la historia del hombre, puede servirle de apoyo, ser una de las columnas que lo sostengan para perseverar y prevalecer."

Aquí os ofrecemos el enlace de youtube en el que está grabado el discurso en su propia voz. Un auténtico documento histórico :

http://www.youtube.com/watch?v=ENIj5oNtapw




Fotografia: documento original del discurso 


lunes, 1 de diciembre de 2014

Librería EL SIGLO




Este fin de semana estuvimos visitando, y cómo no, comprando libros, en un amplio y fantástico espacio muy cerca de Barcelona: concretamente en Sant Cugat.

Nos referimos a la librería EL SIGLO en el recinto del Mercantic de Sant Cugat, que dispone de 800 m2 dónde se exponen más de 100.000 libros antiguos y modernos de todas las temáticas.

Un espacio único para los amantes del libro, que nos permite
pasear, buscar y seleccionar entre la variadísima y extensa oferta librera, disfrutando a la vez de la  programación cultural que ofrece el mismo espacio: conciertos y música en directo, películas o exposiciones de arte. 

Y no olvidemos la opción de saborear un  buen café, tomarnos una copa o comer algo para completar nuestra visita.

El horario es de miércoles a viernes, de 10h a 14h, y sábados y domingos de 10h a 15h.

Más información en : http://www.elsiglo.cat/ 

Os dejamos una selección de fotografías que hicimos de nuestro paso por EL SIGLO :