"Anna Karenina" de Leon Tolstoi es la historia de una mujer adúltera y de las consecuencias que se derivan de ese adulterio. Pero aunque, efectivamente, ese es el eje fundamental en torno al cual se construye la narración, resultaría demasiado simplista resumirlo así, porque "Anna Karenina" es, efectivamente la historia de un adulterio, pero es eso y mucho más.
Ésta es una novela que habla de hombres y mujeres, de pasiones, de ideales y de bajezas, de maneras de ser, de sentir, de pensar.
El autor lleva a cabo, un análisis profundo y atento de una serie de personajes que se mueven en un marco social y histórico muy concreto, la Rúsia de finales del siglo XIX. A través de ellos, Tolstoi aprovecha para disertar sobre la vida y la muerte, la religión, el sentido de la existencia, la política, el comportamiento de hombres y mujeres en una sociedad que juzga, aprueba o condena, según los actos de cada cual.
La protagonista se nos presenta por primera vez como una mujer encantadora, sensata, absolutamente convencional, que ayuda al crápula de su hermano para que su esposa le perdone una de tantas infidelidades conyugales. Pero poco después, en la vida ordenada y burguesa de Anna, se cruzará el atractivo Vronsky por el que ella, ciega de pasión , lo dejará todo: marido, hijo, amigos... Pero, como no podía ser de otra manera, debido a la moral estricta de Tolstoi, este amor loco y adúltero, estará condenado a un trágico destino.
Paralelamente a la historia de Anna y Vronsky, se desarrolla la de Leonyn y Kitty, que representaría la otra cara de la moneda. Una relación que intuimos, cuenta con toda la simpatía del autor. Leonyn es un claro "alter ego" de Tolstoi, un personaje que intenta cambiar el mundo y la sociedad en la que vive, cuestionando política, filosofía y religión. Junto a él, siempre Kitty, una muchacha que parece frívola y delicada y que al final resultará ser mucho más fuerte y decidida de lo que aparenta.
He disfrutado mucho leyendo esta novela y reivindico una lectura más amplia. Resulta demasiado reduccionista quedarnos simplemente con la tragedia de Anna, cuya evolución como personaje no acaba de convencerme. Me resulta un tanto inverosímil esa transformación de la Anna equilibrada y sensata de las primeras páginas, a la Anna enloquecida de celos, posesiva, absorbente y tan dependiente de Vronsky como del opio, en la parte final.
Anna se deja arrastrar por la pasión amorosa y ello comporta incluso el abandono de su único hijo. Esta relación con el niño, y el rechazo hacia la hija que tiene con Vronsky la convierten en una mala madre, egoísta e indiferente. Tolstoi castiga duramente el adulterio y lo lleva hasta las últimas consecuencias. Un final que no es sorpresa para nadie y que no podía ser otro.
Hay mucha filosofía en las páginas de "Anna Karenina", muchas reflexiones con las que podremos estar o no de acuerdo con el autor, pero es innegable que nos encontramos ante un monumental fresco que retrata con brillante maestría la Rúsia de finales del XIX. Y es esta visión social, política e histórica la que realmente le da a esta novela, según mi punto de vista, la grandeza y el derecho a haberse convertido en uno de los mejores clásicos de la literatura universal.
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