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martes, 15 de enero de 2019

"Estudios de lo salvaje", Barbara Baynton

Leer "Estudios de lo salvaje" de Barbara Baynton no me ha resultado fácil. Se me ha hecho a ratos duro, incómodo, incluso siniestro; per a su vez, algo en los relatos me mantenía con los ojos clavados en el papel, incapaz de dejar la lectura, y así, uno tras otro, han ido desfilando ante mi las más variadas escenas y personajes de una Australia rural, profunda, inhóspita y casi, malvada. A medida que iba leyendo, mi libreta de notas se iba llenando con observaciones y comentarios pero...al llegar al posfacio de Pilar Adón, todo lo anotado se fue desvaneciendo bajo su completo y detallado estudio. ¿Qué más puedo añadir yo a todo lo dicho y tan bien dicho por esta otra gran escritora que es Adón?


Al cerrar el libro me quedé mirando la portada y vi que su ilustración no es para nada gratuita y que a su manera también nos habla del contenido de la obra. Una vez más, Impedimenta se luce con sus delicadas ediciones y reserva para ésta en concreto, unas flores aparentemente inofensivas pero que vistas de cerca no son tan frágiles como parecen. "Study sheet with Sea Thistle, Hop and Clematis" se titula la ilustración. Los cardos tienen pinchos, las clemátides y el lúpulo son fuertes, robustas y trepadoras. No puede ser coincidencia que el grabado que ocupa la portada de este volumen de cuentos reúna a estas tres especies de bellas pero resistentes flores que, para vivir o mejor, para sobrevivir, despliegan todos los recursos que la Naturaleza pone a su alcance, exactamente igual como hacen o intentan hacer cuando las dejan, los personajes femeninos que protagonizan los relatos de este libro . No puede ser casualidad que la autora de esta ilustración sea Julie de Graag, artista que se suicidó a los 46 años tras graves problemas físicos y mentales, dejando una obra sobria pero refinada centrada en retratar escenas rurales, mujeres campesinas,  plantas y animales...cualquiera de los cuales podría formar parte de este universo que Baynton retrata con tanta crudeza, realismo y precisión.


No es de extrañar que "Estudios de lo salvaje" no tuviera buena acogida entre los editores y el público lector australiano de finales del XIX. Lo que cuenta Baynton dista mucho de dar una imagen idílica o positiva del mundo rural de la época. Más bien, las escenas que nos describe ponen en evidencia unas costumbres y personajes rudos, hostiles, donde la violencia y la maldad se integran en la vida cotidiana sin apenas remordimientos. Hombres violentos, que carecen tanto de escrúpulos como de virtudes, bebedores, lascivos, racistas y holgazanes. Mujeres silenciosas, trabajadoras abnegadas que, sometidas a todo tipo de humillaciones, agresiones y maltratos, luchan por seguir adelante. Perros nobles cuya fidelidad se ve premiada a golpe de palos.


Hay en todos los cuentos una atmósfera desasosegante, una tensión que va en aumento y que vaticina desenlaces y finales que muy poco tienen de felices. Baynton mezcla en su estilo naturalista, toques de suspense ("La mano tullida"), algunas atmósferas incluso de terror gótico ("La soñadora" o "El instrumento elegido"), descripciones extremadamente realistas bajo las que encubre denuncia y crítica sobre la situación de la mujer o el racismo ("La compañera de Squeaker"o "Billy Skywonkie"), y especialmente en el cuento "Una iglesia en la maleza", un humor socarrón y caricaturesco que me ha hecho recordar al de las novelas de Stella Gibbons y sus asilvestrados granjeros de Cold Comfort Farm , protagonistas de la saga de Flora Poste, también publicada en Impedimenta. Barbara Baynton se suma así con su obra a grandes escritoras como Gibbons, Penelope Fitzgerald, Beryl Bainbridge, Irene Handl, Joan Lindsay, Penélope Mortimer, Muriel Spark o Eudora Welty descubiertas todas gracias al catálogo de Impedimenta que espero siga proporcionándome nuevas alegrías lectoras, como han sido estos "Estudios de lo salvaje" que presiento, tardaré en olvidar.



Fotografía de Boulevard literario